Javier Prieto, nuevo sacerdote de la diócesis de Zamora "Su llamada y mi respuesta se aúnan en una misión"
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Monseñor Valera ha insistido en no desesperar, a pesar de las circunstancias y le ha pedido que confíe en el Señor: "No te dejes vencer por el desánimo ni por el realismo contrario al Evangelio. Hay mucho por hacer cuando uno se deja transformar por Dios; hay mucho por hacer cuando uno se abandona en sus manos"
| Diócesis de Zamora
Desde hoy, la diócesis de Zamora cuenta con un nuevo sacerdote. Javier Prieto Prieto, un joven de 38 años y natural de Fuentesaúco, ha sido ordenado presbítero en una emotiva ceremonia celebrada en la catedral de Zamora. En una soleada mañana de febrero, rodeado de fieles, familiares, amigos, compañeros de camino; así como un importante número de clérigos de Zamora y otras diócesis cercanas, ha recibido el sacramento del Orden, convirtiéndose en sacerdote al servicio de la Iglesia diocesana.
La catedral, repleta de personas que han acompañado a Javier en distintas etapas de su vida, ha sido testigo de este momento único. Vecinos de su pueblo natal y el alcalde de Fuenteaúco, compañeros del Teologado de Ávila en Salamanca, y amigos de su anterior trabajo como consultor en Madrid; han querido estar presentes en este día de gracia. En un ambiente de profunda oración y alegría, la comunidad cristiana ha celebrado con júbilo el sí definitivo de Javier al Señor.
El viaje vital de Javier Prieto, consultor a los 27 y sacerdote a los 38: «No soy el típico que quería ser cura desde pequeñito, pero aquí estoy», en vísperas de su ordenación #Zamora 🙏https://t.co/G1xPc4Vs7B
— luis manuel suárez (@luismanuel_cmf) February 21, 2025
El rito comenzó con la solemne llamada de Javier Prieto. Al escuchar su nombre, se puso en pie y respondió con firmeza: “Presente”. Con ese sencillo gesto, reconocía públicamente su deseo de entregar su vida a Dios y a su pueblo. El rector del seminario San Atilano, Millán Núñez, lo presentó al obispo, asegurando que, tras años de formación y discernimiento, la Iglesia lo consideraba digno de recibir el sacerdocio.
El silencio expectante del templo se rompió con la voz serena y emocionada del obispo, Fernando Valera, que en su homilía recordó el sentido profundo de la vocación: "Nuestra esperanza es la cruz de Jesucristo resucitado. Su omnipotencia no ha desatendido nuestras debilidades, y su carne divina no oculta las llagas de nuestras heridas. Por eso, queridos hermanos, somos hombres y mujeres de esperanza, porque nuestro presente no lo es todo. El futuro que esperamos transforma nuestro hoy. El mañana da sentido a cada instante del presente.”
Además, monseñor Valera ha insistido en no desesperar, a pesar de las circunstancias y le ha pedido que confíe en el Señor: "No te dejes vencer por el desánimo ni por el realismo contrario al Evangelio. Hay mucho por hacer cuando uno se deja transformar por Dios; hay mucho por hacer cuando uno se abandona en sus manos."
De trabajar en Madrid tras estudiar ADE y Derecho a ser el nuevo cura en Zamora: "Un WhatsApp fue el detonante" https://t.co/BCjiDRnbDM
— El Periódico de España (@ElPeriodico_Esp) February 20, 2025
La celebración ha continuado con el pronunciación de las promesas de Javier. Con voz serena pero decidida, Javier aclamó las promesas que lo unen definitivamente a la Iglesia. Se comprometió a vivir en obediencia a su obispo, a anunciar el Evangelio con fidelidad y a celebrar los sacramentos para la santificación del pueblo de Dios. En un momento especialmente emotivo, dobló la rodilla ante el obispo, quien tomó sus manos en señal de entrega y obediencia.
La catedral quedó en silencio. Javier se postró rostro en tierra mientras una de sus mejores amigas entonaba las letanías Era un momento de profunda oración: el pueblo de Dios pedía la intercesión de los santos para que Dios derramara su gracia sobre el nuevo sacerdote.
A continuación, llegó la imposición de manos y la oración de ordenación: el momento central. En profundo silencio, el obispo impuso sus manos sobre la cabeza de Javier, transmitiéndole el don del Espíritu Santo. Después, uno a uno, todos los sacerdotes presentes hicieron lo mismo, acogiendo a su nuevo hermano en el presbiterio.Los sacerdotes del arciprestazgo de Toro, donde desarrolla la tarea pastoral Javier en este último tiempo, le ayudaron a a revestirse con la estola y la casulla, signos de su nueva dignidad sacerdotal. El gesto simbolizaba que, desde este momento, quedaba revestido de Cristo para servir a la Iglesia con humildad y entrega.
La celebración continuó con suma solemnidad y llegó el momento en el que el obispo tomó el Santo Crisma y ungió las manos de Javier, consagrándolas para la celebración de los sacramentos. En otro gesto lleno de significado, el obispo entregó a Javier el cáliz y la patena, signos del sacrificio eucarístico. Con este acto, se le confiaba la mayor misión de su sacerdocio: hacer presente a Cristo en cada Misa y ofrecer su vida en comunión con Él.El abrazo de paz: acogida en el presbiterio
Uno a uno, los sacerdotes presentes abrazaron a Javier, dándole la bienvenida a la fraternidad sacerdotal. Era un gesto de comunión y alegría, un signo de que a partir de ahora compartiría con ellos la misión de guiar al pueblo de Dios.
Por último, Javier se dirigió a la asamblea y, muy emocionado, agradeció a todos el cariño recibido y la asistencia en esta jornada. Dedicó palabras de cariño para sus padres, su hermano, su cuñada y su sobrina. Pero también se acordó de su abuelo, Celestino, recordando que fue pastor, como ahora también lo es él. “Hoy no celebramos mi sueño, sino que el sueño de Dios toma forma. Su llamada y mi respuesta se aúnan en una nueva misión”.Etiquetas