Misericordia Incondicional


El Papa Francisco la rompe. Sus acciones y su enseñanza nos retan y confrontan en lo más auténtico de ser Iglesia. Su pontificado está siendo un resaltador que pone nuestra mirada y atención en las líneas más esenciales, más radicales de nuestra Fe, haciendo además, que otras que no eran cruciales y que habíamos puesto en primer lugar, vuelvan a su verdadera proporción y al lugar que corresponden.
Decir que "la rompe" es una expresión que usamos en muchos lugares de América Latina para decir que alguien hace cosas extraordinarias, dice cosas sorprendentes, y que además es lo más de agradable.

Ha elegido que al terminar el año de la misericordia nos vayamos con tareas puntuales para la casa y para la vida. Entiende claramente nuestro pastor con olor a oveja que caemos comúnmente los católicos en la idea de pensar que los tiempos litúrgicos son temas cerrados; que sólo reflexionamos en cuaresma, nos alegramos en pascua y sólo nos ponemos familiares y en tono conciliador en Navidad, cuando en realidad nuestros tiempos litúrgicos son invitaciones a recordar que en todas las dinámicas de la vida está presente el "amor misericordioso del padre que todo lo resuelve". Por eso el Papa nos ha enviado una carta, inspirada en el encuentro entre la misericordia del Padre y nuestra miseria, fruto de confusiones, egoísmos, pérdidas, mediocridad. Misericordia et Misera es el llamado a que nuestra reflexión sobre el más contundente rasgo del amor de nuestro dios, su inagotable capacidad de rescatarnos, perdonarnos y repararnos pacientemente para que cada vez fallemos menos, que nuestra reflexión sobre la misericordia como nombre de dios y corazón de la buena nueva, no se acabe al cerrar la puerta santa. Hay desiertos y oraciones en agosto. Hay alegrías incontenibles porque el Señor vive en febrero. Hay inspiración del espíritu el domingo de pentecostés, pero también cualquier martes del tiempo ordinario, y hay perdón antes y después del año jubilar, porque "la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia" según nos expresa en el numeral 1.

En la exposición del episodio de la mujer adúltera y sus lapidarios jueces, el Papa Francisco nos pone como propósito del texto y de su propia carta: "iluminar la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia e indicar, además, el camino que estamos llamados a seguir en el futuro" y hace desde allí una enseñanza magistral sobre lo que debe implicar para todos los años por venir, el haber celebrado este año en torno a la misericordia. Y lo hace desde una muy pertinente y aguda lectura del pasaje del evangelio de Juan. Siendo la última frase de Jesús: "ahora vete y no peques más" uno de los principales pretextos de los alérgicos al perdón que por estos días se alzan contra el Papa y sus reformas - que no son más que retornos al corazón de la buena nueva - se nos hace una lectura en contravía, en la que la frase de Jesús no es una advertencia vigilante, no es una orden desde la superioridad moral, sino que es la buena noticia de que el perdón hace que ya no tengamos que vivir bajo el peso de las causas de nuestras equivocaciones, que sepamos que la reconciliación no es sólo un "hacer la paces" con dios, sino que es permitir que Él arregle dentro de nosotros esas partes averiadas que nos han hecho perder la vida y su sentido.

Cinco caminos traza para la Iglesia esta Carta Pastoral de nuestro Pontífice: Celebrar la Misericordia, Escucha de la Palabra de Dios - que implica difundir la Biblia y la lectio divina - Reavivar en los fieles el sacramento de la reconciliación, Sacerdotes que lo celebren con 7 actitudes concretas: acogedores, testigos de la ternura, solícitos, claros, disponibles, prudentes y generosos, y suscitar una Cultura de la Misericordia en nuestra Iglesia y nuestra vida cotidiana.

Cinco decisiones
toma el Papa Francisco para llevar a cabo este propósito: Dar continuidad a la labor de los Misioneros de la Misericordia, animar y promover la iniciativa de las 24 horas para el Señor a celebrarse en días cercanos al IV domingo de cuaresma, facultar a todos los sacerdotes para absolver el pecado de aborto, extender la validación de la absolución en las confesiones que tengan los fieles con miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, e Instaurar la Jornada mundial de los Pobres, a celebrar el XXXIII domingo del tiempo ordinario.

Once preocupaciones nos comunica para que todos los católicos del mundo sintamos urgencia de ser respuesta y de provocar cambios estructurales en nuestras sociedades: Poblaciones con hambre y sed, migrantes por causa de la guerra o la miseria, enfermedad, situación de las cárceles, analfabetismo, nuevas formas de esclavitud, cultura del individualismo, desconocimiento de dios, desempleo, personas sin casa y discriminación. Para todas ellas el Papa resalta que le salida es la práctica como opción de vida y con formas renovadas, de las obras de misericordia.

Una carta para leer de modo personal, como enviada por quien te guía en el camino de Jesús, para leer comunitariamente, como quienes reciben una voz del pastor que pide no distraernos de lo esencial, como para leer de modo global, pues la tarea por la equidad, la paz y el bienestar, no corresponde a Cáritas, ONG´s o gobernantes exclusivamente, sino de todo el que se sepa hijo de dios y/o hermano de los humanos.

Que no se detenga el Papa, y que sepa que vamos con él.
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