La fe no es gemir y llorar en el valle de las lágrimas. Nunca fue. Trozos de Fe
'Jesús es mucho más que una distancia con lo tradicional, más que solo la resistencia contra el fundamentalismo'
Es hacer la historia personal y colectiva con la mirada puesta en ese dios que hace la historia con nosotros, y que no deja de señalarnos las razones para notar que podemos hacer de la vida algo extraordinario cada vez que elegimos la donación sobre la codicia, la comunión sobre la soledad, la vida sobre la muerte.Por eso aquella religión heredada a algunos de nosotros nos resulta insuficiente y a veces hasta insensata. Especialmente cuando descubrimos que son los otros el lugar en el que dios habita, y especialmente en los otros que son pequeños, pobres y marginados.
El dios de la vida no puede ser alguien que intercambia beneficios por sacrificios. No puede ser un simple acceso a deseos inalcanzables, ni una marioneta del rigor de sus representantes, que solo actúa cuando todos los papeles están en regla. En un mundo sobrecargado de discursos religiosos la verdadera fe también consiste en un sistemático no creer, en despojar la propia idea de dios de tanta charlatanería y buscarle con determinación. Los chismes que peor daño hacen son los chismes sobre dios.
¿Es posible entonces que la iglesia que con tanta vehemencia afirma que dios es infinito sea la misma que con aún mayor vehemencia dice que ya lo sabe todo sobre él? ¿De veras creen sus jerarcas que les cabe el eterno en el estrecho laberinto de sus prejuicios y definiciones en latín? Sean serios. Aún así... Jesús es mucho más que una distancia con lo tradicional, más que solo la resistencia contra el fundamentalismo. Jesús trae una propuesta de revolución de la existencia, de las relaciones, de las formas de vivir, convivir y sobrevivir, desde la evidencia del poder que tiene el amor para rescatarnos.
No porque seamos defectuosos "de fábrica", sino porque el mundo que hemos inventado, con sus pesadas estructuras sociales, con sus horrendas intenciones políticas, con su mezquino mercado, con sus inexplicables guerras, es casi una condena a la infelicidad. Preguntémosle al fondo del Mediterráneo.
Pero la fe no es gemir y llorar en el valle de las lágrimas. Nunca fue. Sino apostar por la evidente bondad que abre grietas a la crueldad, por la pulsión irresistible por vivir que se halla en quienes tocan cada día el hambre y la miseria, por la alegría que nace en los encuentros auténticamente humanos.
Porque allí dios es.
El dios que libera de la esclavitud, que rompe la opresión, que sacia de justicia, que hace desaparecer el abandono, y que no lo hace con magia, sino con la fuerza y determinación de quienes hagan esa apuesta con todo lo que son y tienen. El dios de las paradojas. Que es inmediato pero se hace buscar. Que está en todo pero hay que seguirlo. Que nada pide pues es enteramente bueno, pero le atrapa quien lo entrega todo.
Ese Jesús que recuerda a los marginados su valor, que invita a los sencillos a que vivan con la dignidad que solo creen tener los poderosos, que jamás reparó en las equivocaciones, sino en la bendita afición de dios por reconstruir lo que hayamos dañado en ellas.
Ese Jesús que desafió los rituales mientras sostenía la mano de la viuda, el que desconoció los códigos morales mientras extirpaba la codicia del avaro, el que se deshizo de los dogmas mientras comparaba a dios con un padre que hace fiesta cuando vuelve a vernos. Ese que eligió morir antes que matar, y así desarmó toda nuestra altanería y nuestra soberbia religiosa mientras nos mostraba que una religión que incita al odio siempre termina asesinando a dios.Para qué Nietzsche si hay Caifás.
En ese dios vivimos, y es ese el dios que ama.
A ese Jesús seguimos, y es ese el camino que andamos. De ahí que lo que muchos llaman "crisis de fe" es la fe misma abriéndose paso entre los discursos heredados y la vida que late y pide a gritos ser vivida a plenitud.Lo que no encontramos no es más que aquello que nos falta por hacer.
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