Munilla, Pagola y Mourinho
Más allá de que creamos o no que fue monseñor Uriarte quien pidió el dictamen de Roma -si es así, que tiemble la ultraortodoxia porque el bofetón será mayúsculo-, lo cierto es que resulta francamente impensable que Munilla no tenga opinión formada sobre el libro de Pagola, como dijo nada más entrar en San Sebastián (¡¡Que no lo había leído, llegó a afirmar!!).
Munilla no es tonto, y sabe que Pagola no es un mero peón en su partida, y que tiene que jugarla con mucho tiento, y buscar tablas. Y eso es muy difícil para quien acostumbra a lanzarse al ataque, siempre con las blancas. Con todo, la respuesta de Munilla tiene un aspecto positivo: por fin, quiere aparecer como un pastor que acoge, también a los que no son de su cuerda, y pone especial énfasis en que su tarea es acompañar a José Antonio Pagola en todo lo que necesite. Ojalá sea así. Habríamos dado algún paso en la buena dirección.
Aunque, con Munilla, igual que con Mourinho, casi hay que temer los tiempos de silencio y las frases comedidas. Suelen ser preludio de tormentas, acusaciones injustas.... y salidas de tono.
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