Los lunes al sol (III): la (in) comunicación en la Iglesia ¿A quién le importa lo que digan los obispos?
No es que no sepan (que tampoco), es que no quieren comunicar. Y no es un problema de un error puntual: de un tiempo a esta parte, documentos, notas o mensajes de la Conferencia Episcopal son publicados en la web oficial, sin más
A la Iglesia española no le importa un pimiento la comunicación. Y ha tenido ocasiones más que de sobra para cambiar una dinámica que está condenando a la institución -y, por lamentable elevación, al Evangelio- a la irrelevancia en el debate público español
La institución tiene la irritante costumbre de desperdiciar a los pocos cristianos que, sin temor a afirmar que lo somos, tenemos una presencia (y, modestia aparte, cierta influencia) en los medios 'laicos'
La institución tiene la irritante costumbre de desperdiciar a los pocos cristianos que, sin temor a afirmar que lo somos, tenemos una presencia (y, modestia aparte, cierta influencia) en los medios 'laicos'
En mi modesta opinión, el Evangelio es la mejor noticia que uno pueda ofrecer, la que mejor ha perdurado en el tiempo, en cualquier civilización o cultura. El mensaje de Jesús lo tiene todo: frescura, apertura, valentía, profecía, esperanza... Y, sin embargo, los hombres (también las mujeres, pero la cuestión del patriarcado ya la abordaremos en otro momento) de Iglesia tienen un grave problema de In-Comunicación.
No es que no sepan (que tampoco), es que no quieren comunicar. Y no es un problema de un error puntual: de un tiempo a esta parte, documentos, notas o mensajes de la Conferencia Episcopal son publicados en la web oficial, sin más. Los responsables de Comunicación de la CEE ni se molestan, no ya en hacer un resumen -la mayor parte de las veces cuelgan el pdf y listos-, sino siquiera en enviar un mensaje a los periodistas acreditados, para que al menos ellos sepan (sepamos) qué piensa la Iglesia sobre determinados temas.
A la Iglesia española no le importa un pimiento la comunicación. Y ha tenido ocasiones más que de sobra para cambiar una dinámica que está condenando a la institución -y, por lamentable elevación, al Evangelio- a la irrelevancia en el debate público español. A nadie le importa lo que digan los obispos. Y se lo han ganado a pulso.
La situación es mucho más grave por comparación con lo que sucede en Roma, con un animal mediático como el Papa Francisco. Tal vez habría que recordarles las palabras del Pontífice durante la última visita al Dicasterio de Comunicación.: "el funcionalismo es letal para las instituciones". Ya lo comprobaremos el miércoles tras la entrevista de Herrera en Cope
Urge un cambio de raiz. No es la primera vez que lo apuntamos: lo hemos hecho en infinidad de ocasiones, tanto en público como en privado. Es más: hemos ofrecido nuestros conocimientos, nuestras plataformas, para ayudar en lo que fuera preciso. A fondo perdido, porque era lo que tocaba hacer. El ejemplo de los primeros meses de la pandemia fue evidente, y ni los cardenales Omella y Osoro, ni el portavoz Argüello, ni el presidente de Cope podrán decir que miento.
Y, sin embargo, pasadas las urgencias, regresan los miedos de siempre, y sólo aparecen en los medios de la Iglesia (y lo que es peor, en los órganos de pensamiento y coordinación) los que tienen un perfil inequívocamente 'católico'. Tal y como ellos entienden qué es ser católico, claro. Y, que conste: no busco trabajo en COPE, ni en TRECE, ni en ningún otro lugar, son muchas horas las que ya dedico a esta sagrada profesión de la información. Pero lo cierto es que la institución tiene la irritante costumbre de desperdiciar a los pocos cristianos que, sin temor a afirmar que lo somos, tenemos una presencia (y, modestia aparte, cierta influencia) en los medios 'laicos'. Pero la tesis que se impone sigue siendo la misma: no te controlo, luego eres un enemigo. Siempre son los mismos: en los jurados, en las tertulias, en los simposios... Olvidando que 'Comunicación' y 'Comunión' vienen de la misma raíz. Como 'Comunidad', ¿recuerdan? Donde dos o más se reúnan en su nombre...
Lo afirma con contundencia Dani Pajuelo en una estupenda entrevista en El País (¿Por qué los obispos no salen en los grandes medios? ¿Por qué se niegan a aparecer si no controlan preguntas y repuestas? ¿Por qué Dani Pajuelo no forma parte de la Comisión de Medios?):
"Hoy las iglesias están vacías, y a corto y medio plazo van a seguir vacías, pero no es que la gente haya abandonado la fe, de hecho hay un resurgir espiritual y una sed de trascendencia, gente que cree que tiene que haber algo más, aunque no sea como lo dice la Iglesia. Y creíamos que los únicos que teníamos el mensaje que podía colmar eso éramos nosotros, y vemos que no, que la gente tiene otras cosmovisiones y otras formas de hacer las cosas que le llenan. Y si eso no nos cuestiona y si las iglesias vacías no nos cuestionan, entonces es que nos hemos convertido en una secta. Una secta que siempre va a tener odio al mundo y un sistema de captación consistente en lavado de cerebros".
Si la institución sigue extendiendo certificados de catolicidad, silenciando voces diferentes, sin dejarse aconsejar en materia comunicativa, acabará por convertirse en esa secta que denuncia Dani Pajuelo. Aunque a nadie le importará lo más mínimo.
Por favor, señores obispos: cambien de voces, de personas, pero sobre todo cambien de estrategias de comunicación. Hagan algo. "No perdamos el tiempo contaminando el mundo con quejas, porque esto no es cristiano", como dijo, justo ayer, el Papa en el Angelus. Porque después nos quejaremos de que la sociedad nos nos entiende, no nos quiere, nos malinterpreta o nos ignora. Ganado lo tenemos.