Bergoglio (y Omella) muestran su total confianza en Gómez Cantero y Satué Teruel sí existe. Al menos, para el Papa
El obispo de Almería aceptó una difícil misión, dejando una diócesis a la que quería y que le quería. En estos días, Bergoglio ha decidido impulsar el Año Santo de 2024, y también ha conocido los avances para frenar la deuda en el Obispado
José Antonio Satué es un 'mirlo blanco', que regresa a España después de un intenso periplo en la Congregación para el Clero, y con ideas para 'darle la vuelta' al modelo episcopal español. Francisco le ha encargado la resolución de una de las mayores polémicas que han envuelto a la Iglesia de nuestro país en los últimos años, y que el Papa ha seguido de manera directa con los implicados
Tienen en común, al menos, dos cosas. La primera, la confianza que tanto el Papa Francisco como uno de sus 'hombres' en España, Juan José Omella, han depositado en ella. La segunda, tal vez más pedestre, pero que imprime carácter: ambos han sido obispos en Teruel. José Antonio Satué, actual titular de la sede de los Amantes; y su antecesor (hoy obispo de Almería), Antonio Gómez Cantero, son dos de los elegidos por Bergoglio para solucionar algunos de los entuertos que, a día de hoy, sacuden a la Iglesia española.
El caso de Gómez Cantero es bien conocido. El prelado, a sus 66 años, vio el año pasado cómo debía abandonar un destino, el de la capital del Mudéjar, relativamente tranquilo y donde se sentía querido, para asumir una 'patata caliente': el legado (y la deuda, casi treinta millones reconocidos, aunque no es la diócesis que ostente el triste récord de ser el obispado más endeudado de España -también está en el Sur, por cierto-) de Adolfo González Montes en Almería.
No lo tuvo (ni lo tiene) fácil, asaeteado desde dentro y desde fuera por la vieja guardia, y con el obispo (ahora emérito, antes titular, pues durante meses Gómez Cantero fue coadjutor), hasta que Roma decidió darle plenos poderes. Gómez Cantero está trabajando con denuedo en reducir la deuda y asegurar la viabilidad, económica y pastoral, de la diócesis de Almería, que ya se prepara ante la más que posible declaración, por parte del Papa, de un Año Santo en 2024 por el V Centenario del comienzo de la construcción de la catedral.
En la sede turolense, entretanto, ya hace un año (la toma de posesión fue, justamente, el 18 de septiembre) que se estrenó José Antonio Satué como titular. Procedente de Roma, donde este reconocido canonista trabajó, mano con mano, con Patron Wong en la Congregación para el Clero (no es baladí este dato) después de haber sido 'defenestrado' por Jesús Sanz en sus tiempos como obispo de Huesca. En Roma, Satué fue reconocido por su buen hacer, su acertado análisis y su tranquilidad a la hora de aceptar retos.
El que le acaba de llegar lo es, y mayúsculo. No podemos dar muchos más datos (todo a su tiempo), pero el obispo de Teruel ha sido encargado, por el Papa Francisco (que se ha implicado, directamente, en el caso), de resolver una de las mayores polémicas que han envuelto a la Iglesia de nuestro país (con ecos en la mismísima Roma), y a alguna de sus instituciones mas reconocibles, y que dará un giro de 180 grados en las próximas semanas. De hecho, ya lo ha dado, pero la delicadeza del asunto en cuestión nos impide dar más datos.
José Antonio Satué es un 'mirlo blanco', que regresa a España después de un intenso periplo en la Congregación para el Clero, y con ideas para 'darle la vuelta' al modelo episcopal español. Tanto es así, que el propio Omella lo veía como un candidato claro para suceder a Luis Argüello como secretario general de la Conferencia Episcopal. Algo difícil teniendo en cuenta la mala conexión de Teruel con la capital. Un Teruel que, al menos para el Papa, sí que existe.
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