Pablo y Jesús
Jesús no fue inventado desde la nada por Pablo
(25-02-2021) (1165)
Escribe Antonio Piñero
Foto: La legendaria caída del caballo (El Mundo)
Sobre que Pablo fue el que inventó (sic según R. Carrier) hemos hablado ya en la postal 1158 del ¿De qué Jesús estamos hablando? III, del 14-01-2021 destacando brevemente de los siguientes siete puntos:
- Pablo menciona en Rm 1,3 que Jesús en cuanto hombre es un descendiente de David. Así que lo considera un ser humano y solo pasa a otra dimensión tras su muerte y resurrección.
- Pablo conoce ciertamente la tradición existente de dichos de Jesús, aunque apenas los cite directamente; sólo dos veces, en 1 Cor 7,10-11 = Mt 5,32 + 19,4-6, y 1 Cor 9,14 = Lc 10,7
- Según la tradición más difícil, extraordinariamente difícil porque va contra todo el resto de relatos del descenso de la cruz y el entierro de Jesús –y por tanto probablemente la más genuina–, la de Hechos 13,27-29, se presenta a un Pablo diciendo que no fue José de Arimatea el que bajó a Jesús de la cruz, sino los esbirros de las autoridades judías..
- Toda la teología de Pablo habla solo de la reinterpretación no de la vida terrenal del mesías, que le importaba un comino, sino solo de su muerte (y su consiguiente resurrección), pero sobre todo de su muerte.
- En mi opinión Carrier interpreta mal el pasaje de Romanos 16,25-26, “el evangelio y la predicación de Jesucristo”.
Deseo completar ahora esta perspectiva utilizando parte del material de la Aclaración XV: “Jesús y Pablo ¿Fue Pablo el verdadero fundador del cristianismo?” de mi libro “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Trotta, Madrid, 2ª edición de 2018, pp. 372-379.
La relación de Jesús y Pablo es compleja ya que no es posible asegurar si Pablo conoció personalmente a Jesús (2 Cor 5,16). Pero sí podemos preguntarnos, si tras recibir noticias de él por sus compañeros en la fe, utilizó o no el Apóstol el material oral y escrito que se iba generando sobre Jesús, parte del cual acabó dentro de los escritos evangélicos.
Ciertamente Pablo muestra interés por la tradición recibida y su transmisión (1 Tes 4,1; 1 Cor 11,2). No es difícil reunir los datos concretos que sobre la vida de Jesús, aparte de su pasión, muerte y resurrección, ofrece Pablo: Jesús es descendiente de Abrahán, nacido de mujer y nacido bajo la Ley (Gál 4,4), hijo de David (Rom 1,1-4), paciente, obediente hasta el extremo, justo; no conoció el pecado (2 Cor 5,21); fue servidor de los judíos para anunciarles la verdad (Rom 15,8); tuvo hermanos (1 Cor 9,5; Gál 19); no vivió para complacerse a sí mismo (Flp 2,1ss; Rom 15,3); se entregó a sí mismo al sufrimiento hasta la muerte en cruz (Flp 2,6ss); fue intérprete de la Ley y dador de normas (Gál 6,2). Sabemos, además que citas estrictas del Jesús terreno sólo hay dos ( en 1 Cor 7,10 y 9,14).
James D. G. Dunn “The Theology of Paul the Apostle”, Eerdmanns, Grand Rapids, USA, 1998,190-195, ha recogido posibles ecos de la tradición sinóptica en los siguientes pasajes: Rom 1,16 (No me avergüenzo del evangelio); en los textos de Pablo sobre el Reino de Dios indican un conocimiento de la predicación de Jesús al respecto; Rom 14,17 (también acerca del Reino, pero interpretado como protesta contra la ausencia de comensalidad común entre judeocristianos y paganocristianos); Rom 8,15-17/Gál 4,6-7 (Abba); 2 Cor 10,1 (mansedumbre y modestia de Cristo); Flp 1,8 (entrañas de Cristo Jesús); Rom 12,14 (amor a los enemigos); Rom 14, 14 (nada es impuro por sí mismo); 1 Cor 13,2 (fe que mueve montañas); 1 Tes 5,2.4 (el Señor viene como un ladrón; somos hijos de la luz); 1 Tes 5,13 (vivir en paz unos con otros). Rom 13,14 (revestirse de Cristo) y Rom 15,1-5 (no buscar la complacencia personal).
Estos pasajes paulinos apuntan a una imitación de Cristo en la vida moral y a una enseñanza sobre la vida de Cristo en la catequesis bautismal (Rom 6,17: Habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados). Todo ello indica que –a pesar de que la ética de Pablo es “profana” por lo general (Aclaración 8ª, p. *)--, tiene en cuenta que Jesús fue un maestro de sabiduría y que no puede ser desdeñado en este ámbito en absoluto, aunque de él interese sobre todo su final en este mundo, es decir, la cruz.
Pablo conoce, por tanto la tradición sobre Jesús, y si sólo pone su atención en los hechos capitales de su final terrestre es porque así lo exige su teología. Pablo simplifica y desjudaíza la figura y misión de Jesús para poder presentarlo ante los ciudadanos del Imperio como el redentor universal. Sus conversos, más que actualizar los dichos y hechos del Jesús terreno, deben vivir con el Mesías y ser crucificados con él.
Su aparente desconocimiento del Jesús histórico no se debe a ignorancia, sino a que a Pablo no le interesa más que la obra de Dios al final de la vida de aquel: el acto supremo de reconciliación de la humanidad con su Creador por medio de la cruz (2 Cor 5,19). Pablo contempla la figura del Jesús terrestre desde la óptica del resucitado y exaltado tras cumplir su misión, y a veces funde y confunde las dos figuras (1 Cor 2,8): “Pablo no distingue entre la autoridad del Cristo exaltado (1 Tes 4,15-17 y la del Cristo terreno (1 Cor 7,19; 9,14); el terreno y el exaltado son la misma cosa” (Becker, 155). Por ello no queda claro cuál es pensamiento del Apóstol sobre la naturaleza del mesías terreno.
Seguiremos hablando, pues, sobre si Pablo fue o no el fundador del Cristo inventando a un Jesús, sacándolo de la chistera, como un prestidigitador… a lo que apunta la tesis de R. Carrier.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html