Cristianismo y Secularidad
Capítulo Séptimo
1.2. Fundamentación de la teología en la cultura y la sociedad
La validez a la teología no le viene exclusivamente de los datos de la tradición judeocristiana, Biblia, Concilios, Magisterio etc. Apodícticamente no se puede decir que el fundamento le venga exclusivamente de su conexión con la tradición, porque toda teología ha de tener alguna relación con la sociedad. De donde se concluye que la validez a la teología política le viene dada también de su inserción en el momento cultural histórico.
Así es como se explica la sucesión de teologías diversas a lo largo de la historia. Es esta base cultural precisamente la que proporciona fundamento a los rasgos peculiares de cada teología. De modo que la sincronización de la teología con la sociedad de su época es necesaria. Concretamente el ser una teología políticamente mediada no le viene a la teología política de los datos de la tradición cristiana, sino de la sociedad y la cultura actuales. Lo mismo sucedió con la teología escolástica fundamentada en la cultura medieval y el aristotelismo en boga.
Ciertamente la teología política deberá estar fundamentada también en la tradición cristiana, por lo que habrá que ver si en esta tradición cabe una mediación política de la teología. Pero el que esa posibilidad se haga realidad no depende de la tradición en sí misma, sino de los determinantes culturales. Lo cual no quiere decir que no haya elementos políticos en la teología bíblica, aunque a ella le sirve de mediación la mitología judaica.
Con lo que se pone de manifiesto la influencia cultural en la teología y llegamos a la conclusión de que su mediación política obedece más a razones culturales que bíblicas. En tal sentido es muy interesante la reflexión de Schreiter sobre la inculturación del evangelio en cualquier situación humana, a la vez que trasciende toda cultura, es decir, no se lo puede apropiar ni lo puede delimitar una sola cultura humana .
Del mismo modo, Metz reconoce que la teología no puede ya determinar la unidad y peculiaridad de su objeto de manera puramente teológica y que para eso ha de remitirse al canon de la conciencia eclesial práctica. Rahner admite asimismo que la "historia de la Iglesia y de la teología es esencialmente una reacción de ambas a la situación histórica del mundo" . Hugo Assmann, a su vez, ve necesario que la teología tome como punto de partida el análisis de la realidad social a través de las ciencias humanas.
El purismo teológico se quiebra al contacto con la propia Biblia, por lo que hasta la exégesis necesita recurrir a las ciencias humanas en su interrogación al texto bíblico. En caso contrario no puede percibir los desafíos contenidos en la Biblia ni consigue que el texto bíblico diga algo al hombre de hoy. La reflexión teológica ha de seguir este camino, previa renuncia a la pretensión de independencia teológica pura .
La manera dialéctica con que la teología política actual contempla las realidades humanas y se contempla a sí misma, hace que se plantee la fundamentación teológica de manera distinta a como se lo plantea la teología tradicional. Para ésta las creencias dependen exclusivamente del mensaje bíblico y eclesial sin vinculación alguna a la cultura: la fe trasciende la cultura, aunque se sirva de ella para su expresión. Es evidente que en una concepción dialéctica del pensamiento no es posible una fundamentación teológica independiente del contexto social donde se desarrolla la vida del hombre.
La teología política en virtud de sus premisas dialécticas no puede compartir la idea tradicional purista, porque la verdadera fundamentación de la teología hace referencia siempre a una situación social, puesto que lo importante para ella es que el mensaje cristiano sea significativo para sus contemporáneos. Esto es precisamente lo que le ha permitido pasar por diferentes culturas sin perderse.
En este sentido sí es permitido hablar de trascendencia de la fe cristiana con relación a las culturas, porque no significa independencia teológica respecto a la cultura. Significa únicamente la perseverancia histórica de una dimensión teologal en el hombre, que se ha manifestado de distintas maneras según la base social.
Y el hecho de comprobar que la fe ha sido posible en situaciones y culturas muy diferentes, infunde optimismo para mirar al futuro con esperanza, suponiendo que esa misma fe tenga igual capacidad de adaptación para permanecer dentro de otras culturas . Por consiguiente, la teología política se propone, mediante el movimiento social real, reconducir el cristianismo a su verdad histórica, que le ha sido confiscada por la burguesía, como vamos a ver a continuación.
II. La religión política burguesa
La religión recupera ciertamente relevancia pública en la sociedad burguesa norteamericana, pero es evidente que está al servicio del sistema imperante. Por consiguiente, en una religión burguesa donde se sienten protegidos y confirmados en su situación de privilegio los que gozan de una situación social relevante, se ve muy difícil el futuro mesiánico del cristianismo. En ella lo que se busca es asegurar el futuro preconcebido por ellos mismos, reconvirtiendo así el mesianismo cristiano en mesianismo burgués.
Esto es lo que está sucediendo en la religión política burgués capitalista de la sociedad norteamericana en la que nos vamos a detener ahora, sabiendo de antemano que esta visión de la religión no reconduce el cristianismo a su autenticidad histórica. Esta es la conclusión de José Ma. Mardones en su estudio sobre la nueva teología económica allí surgida recientemente .
Digamos de antemano que la división de clases que crea y fomenta el capitalismo, que esta teología se empeña en defender, es opuesta a las tesis de toda la tradición judeocristiana y, por tanto, de la teología católica. Sin embargo, el promotor de esta nueva teología, M. Novak, es católico.
A) La religión al servicio del sistema
Para la religión norteamericana, al contrario de lo que proclama la tesis de la secularización, la crisis que padece la sociedad en su múltiple vertiente económica, política, cultural etc., es una crisis espiritual y no saldremos de ella sin una fuerte revitalización religiosa de la misma sociedad. Para conseguirlo, los neoconservadores reivindican la función pública de la religión, lo cual significa un correctivo a la tendencia creciente a su privatización provocada por la secularización. Desde este punto de vista vamos a examinar los problemas de la sociedad americana y el puesto que ésta asigna a la religión.
El punto del que parte es el siguiente: Con la religión el individuo tiene capacidad de renuncia para sobreponerse a la contigencia de la vida y mantenrse solidario en los valores propios de la colectividad. A la sola ingeniería social se la considera incapaz de crear una comunidad ética y legítima sin el concurso de la tradición judeocristiana .
Pero lo que pretende la religión neoconservadora en realidad es aprovechar los valores de la tradición cristiana, para recuperar la moral cultural que estabilice y favorezca a la sociedad democrático capitalista americana. Se utiliza, pues, la religión, una nueva teología económica según su mentor Michael Novak, como legitimación del capitalismo democrático. Dicha teología económica se propone:
Primero, contrarrestar la legitimación que el socialismo obtiene de la nueva teología política y de la liberación. En segundo lugar, conseguir credibilidad y apoyo para el neoliberalismo capitalista. En su empeño Novak ve visiones al atribuir raices cristianas al capitalismo:
-en la afinidad entre capitalismo, democracia y tradición judeocristiana. Esta tradición la considera tan elástica como para ver en ella capacidad de favorecer la "ética de la producción" y lamenta que la Iglesia católica no haya descubierto este potencial creativo del capitalismo democrático.
-En contra del prejuicio existente, el capitalismo no es individualista. Al contrario, su carácter social tiene mucha afinidad con el reino de Dios y la preocupación solidaria cristiana, puesto que su objetivo no es el enriquecimiento del individuo, sino de las naciones, de todas sin excepción. La creación de sindicatos, pensiones, administración colectiva, reparto de beneficios, que es lo típico y originario del socialismo, Novak lo considera fruto de la ética humanizadora del capitalismo.
-Otras afinidades entre capitalismo y tradición judeocristiana las encuentra Novak en el mercado como promotor de libertad: el hombre se ejercita en actos libres creadores de conciencia personal y comunitaria. En la vigilancia permanente frente a la concepción de la libertad encuentra también afinidad con la concepción judeo cristiana del pecado. La concepción abierta de la historia humana propia del capitalismo es asimismo afín a la concepción abierta y entregada a la responsabilidad libre del hombre.
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B) Socialismo versus capitalismo
No cabe duda que las supuestas afinidades que Novak ve entre capitalismo y cristianismo convienen mejor al socialismo. Lo mismo hay que decir de los logros sociales que atribuye exclusivamente al capitalismo. Mardones echa en falta en su reflexión la mención de movimientos obreros, sindicatos, partidos políticos de izquierda etc, para concluir que el teólogo católico norteamericano, Michael Novak, ha trasladado de un plumazo al capitalismo las virtudes características del socialismo.
Se trata de una guerra ideológica por parte de los neoliberales, que no quieren reconocer el papel que el socialismo democrático ha desempeñado históricamente en la humanización del capitalismo y que la solución a los graves problemas que tiene hoy la humanidad pasa por la vía solidaria e igualitaria abierta por el socialismo .
El hombre es todo él social y la vida privada, como distinta de la pública, no es más que un pretexto para el egoísmo. En contra de la tesis de Novak está el socialismo como "teología social democrática o como la secularización política de la comunidad religiosa", de que hablaba ya en su día Ortega y Gasset.
Para nuestro mayor filósofo, en efecto, el único estado moralmente aceptable hoy en el mundo es el estado socialista y con su vena profética de intelectual e invocando el entusiasmo de la espiritualidad franciscana, dice: hay que ejercitar la virtud laica y moderna del socialismo. Parece como si en este momento tuviera en su mente la queja que el santo de Padua dirige al Papa: "Los labios de los ministros de Cristo son con demasiada frecuencia cómplices con la codicia de los avaros".
Con este franciscano, precursor de leonardo Boff y H. Chaigne, simpatiza Ortega a través de El Santo, la obra simbólica del modernismo italiano de Antonio Fogazzaro.
Extraña la escasa crítica que Novak hace al mercado no controlado y a la concentración del poder, que son los verdaderos causantes del aumento de la pobreza y la violencia en el mundo actual. Sin embargo, hay críticos que reconocen a los neoconservadores el mérito de plantear cuestiones que no han planteado la teología política ni la de la liberación. Por ejemplo, cómo hacer efectiva la opción por los pobres propia de la teología de la liberación, puesto que no basta con optar, es necesario poner en acción un sistema económico que ayude a los pobres a salir de la situación en que se encuentran.
No basta la mera retórica, sino que hay que acompañarla de un análisis económico y político: cómo incrementar la producción y distribuirla mejor de manera compatible con el crecimiento de instituciones libres etc. No obstante, la teología burguesa norteamericana es opuesta a la igualdad entre los hombres propugnada en la tradición cristiana, que cita en su favor. Ciertamente por esta vía no se reconduce el cristianismo a su veracidad historica, aunque Estados Unidos se esfuerce en tener una teología propia, que Vázquez Montalbán bautizó como teología de la globalización.
1. Réplica a la religión neoconservadora
Es frecuente constatar que las comunidades humanas que disfrutan de bienestar económico, social y político, atribuyen virtudes sociales y políticas a aquello de lo que disfrutan. Atribución que se reivindica a pesar de la evidencia en sentido contrario. Esta apreciación del profesor de economía de Harvard, John Galbraith, se corresponde perfectamente con el ethos de la religión neoconservadora:
"Las creencias de los privilegiados se ponen al servicio de la causa de la satisfacción continua y se acomodan de modo similar a las ideas económicas y políticas del momento". Este ethos se ve favorecido hoy día en los países donde impera el capitalismo, porque son muchos los que se sienten motivados por él y se ven protegidos por una cobertura democrática, particularmente en los Estados Unidos .
Una crítica semejante hace Metz al catolicismo de Alemania occidental, que considera una religión burguesa con alta plausibilidad y prestigio ante la opinión pública mundial, pero sin futuro mesiánico. El teólogo culpa a la teología y a la Iglesia ilustradas de no contradecir esta religión, puesto que el futuro mesiánico de la tradición juedocristiana no confirma este futuro burgués, sino que lo interrumpe: "Los primeros serán los últimos y los últimos los primeros" .
El evangelio, nos previene contra la avidez del dinero (Mt 6, 24) por el peligro de convertirlo en valor supremo. Por consiguiente, la forma como las religiones burguesa y neoconservadora entienden la tradición judeocristiana no responde a su verdadera esencia. Tal como aparece en el NT Jesús decide voluntariamente identificarse con los pobres en un gesto de oposición al hombre a quien todo le parece poco y tiende a acaparar y convertir la posesión en privilegio a costa de los demás. De esta manera el mismo ser-hombre termina dividido en categorías, castas, clases.
Tanto la teología política como la de la liberación, que han captado y traducido muy bien a nuestro tiempo la tradición judeocristiana, denuncian este desmedido afán de posesión. Las dos entran en confrontación con la sociedad capitalista, pero no se oponen a entrar en diálogo con la religión que la sustenta.
Concretamente desde la periferia del mundo, la mayoría de la población mundial empobrecida, se considera una idolatría la interpretación que la religión neoconservadora nortamericana hace del sistema capitalista como "cumplimiento de las promesas", "el Mesías ya ha venido", "no hay que esperar nada más y mejor", "la esperanza se ha realizado" etc. No cabe duda que quien mira desde el interior del sistema capitalista está ciego para ver el inmenso cinturón de pobreza que le rodea.
Por eso, de quienes miran la situación del mundo de esta forma estrecha y egocéntrica no cabe esperar un diálogo cultural solidario y menos aún disposición para recibir la crítica del propio sistema .
Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
(Es mi tesis doctoral)
1.2. Fundamentación de la teología en la cultura y la sociedad
La validez a la teología no le viene exclusivamente de los datos de la tradición judeocristiana, Biblia, Concilios, Magisterio etc. Apodícticamente no se puede decir que el fundamento le venga exclusivamente de su conexión con la tradición, porque toda teología ha de tener alguna relación con la sociedad. De donde se concluye que la validez a la teología política le viene dada también de su inserción en el momento cultural histórico.
Así es como se explica la sucesión de teologías diversas a lo largo de la historia. Es esta base cultural precisamente la que proporciona fundamento a los rasgos peculiares de cada teología. De modo que la sincronización de la teología con la sociedad de su época es necesaria. Concretamente el ser una teología políticamente mediada no le viene a la teología política de los datos de la tradición cristiana, sino de la sociedad y la cultura actuales. Lo mismo sucedió con la teología escolástica fundamentada en la cultura medieval y el aristotelismo en boga.
Ciertamente la teología política deberá estar fundamentada también en la tradición cristiana, por lo que habrá que ver si en esta tradición cabe una mediación política de la teología. Pero el que esa posibilidad se haga realidad no depende de la tradición en sí misma, sino de los determinantes culturales. Lo cual no quiere decir que no haya elementos políticos en la teología bíblica, aunque a ella le sirve de mediación la mitología judaica.
Con lo que se pone de manifiesto la influencia cultural en la teología y llegamos a la conclusión de que su mediación política obedece más a razones culturales que bíblicas. En tal sentido es muy interesante la reflexión de Schreiter sobre la inculturación del evangelio en cualquier situación humana, a la vez que trasciende toda cultura, es decir, no se lo puede apropiar ni lo puede delimitar una sola cultura humana .
Del mismo modo, Metz reconoce que la teología no puede ya determinar la unidad y peculiaridad de su objeto de manera puramente teológica y que para eso ha de remitirse al canon de la conciencia eclesial práctica. Rahner admite asimismo que la "historia de la Iglesia y de la teología es esencialmente una reacción de ambas a la situación histórica del mundo" . Hugo Assmann, a su vez, ve necesario que la teología tome como punto de partida el análisis de la realidad social a través de las ciencias humanas.
El purismo teológico se quiebra al contacto con la propia Biblia, por lo que hasta la exégesis necesita recurrir a las ciencias humanas en su interrogación al texto bíblico. En caso contrario no puede percibir los desafíos contenidos en la Biblia ni consigue que el texto bíblico diga algo al hombre de hoy. La reflexión teológica ha de seguir este camino, previa renuncia a la pretensión de independencia teológica pura .
La manera dialéctica con que la teología política actual contempla las realidades humanas y se contempla a sí misma, hace que se plantee la fundamentación teológica de manera distinta a como se lo plantea la teología tradicional. Para ésta las creencias dependen exclusivamente del mensaje bíblico y eclesial sin vinculación alguna a la cultura: la fe trasciende la cultura, aunque se sirva de ella para su expresión. Es evidente que en una concepción dialéctica del pensamiento no es posible una fundamentación teológica independiente del contexto social donde se desarrolla la vida del hombre.
La teología política en virtud de sus premisas dialécticas no puede compartir la idea tradicional purista, porque la verdadera fundamentación de la teología hace referencia siempre a una situación social, puesto que lo importante para ella es que el mensaje cristiano sea significativo para sus contemporáneos. Esto es precisamente lo que le ha permitido pasar por diferentes culturas sin perderse.
En este sentido sí es permitido hablar de trascendencia de la fe cristiana con relación a las culturas, porque no significa independencia teológica respecto a la cultura. Significa únicamente la perseverancia histórica de una dimensión teologal en el hombre, que se ha manifestado de distintas maneras según la base social.
Y el hecho de comprobar que la fe ha sido posible en situaciones y culturas muy diferentes, infunde optimismo para mirar al futuro con esperanza, suponiendo que esa misma fe tenga igual capacidad de adaptación para permanecer dentro de otras culturas . Por consiguiente, la teología política se propone, mediante el movimiento social real, reconducir el cristianismo a su verdad histórica, que le ha sido confiscada por la burguesía, como vamos a ver a continuación.
II. La religión política burguesa
La religión recupera ciertamente relevancia pública en la sociedad burguesa norteamericana, pero es evidente que está al servicio del sistema imperante. Por consiguiente, en una religión burguesa donde se sienten protegidos y confirmados en su situación de privilegio los que gozan de una situación social relevante, se ve muy difícil el futuro mesiánico del cristianismo. En ella lo que se busca es asegurar el futuro preconcebido por ellos mismos, reconvirtiendo así el mesianismo cristiano en mesianismo burgués.
Esto es lo que está sucediendo en la religión política burgués capitalista de la sociedad norteamericana en la que nos vamos a detener ahora, sabiendo de antemano que esta visión de la religión no reconduce el cristianismo a su autenticidad histórica. Esta es la conclusión de José Ma. Mardones en su estudio sobre la nueva teología económica allí surgida recientemente .
Digamos de antemano que la división de clases que crea y fomenta el capitalismo, que esta teología se empeña en defender, es opuesta a las tesis de toda la tradición judeocristiana y, por tanto, de la teología católica. Sin embargo, el promotor de esta nueva teología, M. Novak, es católico.
A) La religión al servicio del sistema
Para la religión norteamericana, al contrario de lo que proclama la tesis de la secularización, la crisis que padece la sociedad en su múltiple vertiente económica, política, cultural etc., es una crisis espiritual y no saldremos de ella sin una fuerte revitalización religiosa de la misma sociedad. Para conseguirlo, los neoconservadores reivindican la función pública de la religión, lo cual significa un correctivo a la tendencia creciente a su privatización provocada por la secularización. Desde este punto de vista vamos a examinar los problemas de la sociedad americana y el puesto que ésta asigna a la religión.
El punto del que parte es el siguiente: Con la religión el individuo tiene capacidad de renuncia para sobreponerse a la contigencia de la vida y mantenrse solidario en los valores propios de la colectividad. A la sola ingeniería social se la considera incapaz de crear una comunidad ética y legítima sin el concurso de la tradición judeocristiana .
Pero lo que pretende la religión neoconservadora en realidad es aprovechar los valores de la tradición cristiana, para recuperar la moral cultural que estabilice y favorezca a la sociedad democrático capitalista americana. Se utiliza, pues, la religión, una nueva teología económica según su mentor Michael Novak, como legitimación del capitalismo democrático. Dicha teología económica se propone:
Primero, contrarrestar la legitimación que el socialismo obtiene de la nueva teología política y de la liberación. En segundo lugar, conseguir credibilidad y apoyo para el neoliberalismo capitalista. En su empeño Novak ve visiones al atribuir raices cristianas al capitalismo:
-en la afinidad entre capitalismo, democracia y tradición judeocristiana. Esta tradición la considera tan elástica como para ver en ella capacidad de favorecer la "ética de la producción" y lamenta que la Iglesia católica no haya descubierto este potencial creativo del capitalismo democrático.
-En contra del prejuicio existente, el capitalismo no es individualista. Al contrario, su carácter social tiene mucha afinidad con el reino de Dios y la preocupación solidaria cristiana, puesto que su objetivo no es el enriquecimiento del individuo, sino de las naciones, de todas sin excepción. La creación de sindicatos, pensiones, administración colectiva, reparto de beneficios, que es lo típico y originario del socialismo, Novak lo considera fruto de la ética humanizadora del capitalismo.
-Otras afinidades entre capitalismo y tradición judeocristiana las encuentra Novak en el mercado como promotor de libertad: el hombre se ejercita en actos libres creadores de conciencia personal y comunitaria. En la vigilancia permanente frente a la concepción de la libertad encuentra también afinidad con la concepción judeo cristiana del pecado. La concepción abierta de la historia humana propia del capitalismo es asimismo afín a la concepción abierta y entregada a la responsabilidad libre del hombre.
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B) Socialismo versus capitalismo
No cabe duda que las supuestas afinidades que Novak ve entre capitalismo y cristianismo convienen mejor al socialismo. Lo mismo hay que decir de los logros sociales que atribuye exclusivamente al capitalismo. Mardones echa en falta en su reflexión la mención de movimientos obreros, sindicatos, partidos políticos de izquierda etc, para concluir que el teólogo católico norteamericano, Michael Novak, ha trasladado de un plumazo al capitalismo las virtudes características del socialismo.
Se trata de una guerra ideológica por parte de los neoliberales, que no quieren reconocer el papel que el socialismo democrático ha desempeñado históricamente en la humanización del capitalismo y que la solución a los graves problemas que tiene hoy la humanidad pasa por la vía solidaria e igualitaria abierta por el socialismo .
El hombre es todo él social y la vida privada, como distinta de la pública, no es más que un pretexto para el egoísmo. En contra de la tesis de Novak está el socialismo como "teología social democrática o como la secularización política de la comunidad religiosa", de que hablaba ya en su día Ortega y Gasset.
Para nuestro mayor filósofo, en efecto, el único estado moralmente aceptable hoy en el mundo es el estado socialista y con su vena profética de intelectual e invocando el entusiasmo de la espiritualidad franciscana, dice: hay que ejercitar la virtud laica y moderna del socialismo. Parece como si en este momento tuviera en su mente la queja que el santo de Padua dirige al Papa: "Los labios de los ministros de Cristo son con demasiada frecuencia cómplices con la codicia de los avaros".
Con este franciscano, precursor de leonardo Boff y H. Chaigne, simpatiza Ortega a través de El Santo, la obra simbólica del modernismo italiano de Antonio Fogazzaro.
Extraña la escasa crítica que Novak hace al mercado no controlado y a la concentración del poder, que son los verdaderos causantes del aumento de la pobreza y la violencia en el mundo actual. Sin embargo, hay críticos que reconocen a los neoconservadores el mérito de plantear cuestiones que no han planteado la teología política ni la de la liberación. Por ejemplo, cómo hacer efectiva la opción por los pobres propia de la teología de la liberación, puesto que no basta con optar, es necesario poner en acción un sistema económico que ayude a los pobres a salir de la situación en que se encuentran.
No basta la mera retórica, sino que hay que acompañarla de un análisis económico y político: cómo incrementar la producción y distribuirla mejor de manera compatible con el crecimiento de instituciones libres etc. No obstante, la teología burguesa norteamericana es opuesta a la igualdad entre los hombres propugnada en la tradición cristiana, que cita en su favor. Ciertamente por esta vía no se reconduce el cristianismo a su veracidad historica, aunque Estados Unidos se esfuerce en tener una teología propia, que Vázquez Montalbán bautizó como teología de la globalización.
1. Réplica a la religión neoconservadora
Es frecuente constatar que las comunidades humanas que disfrutan de bienestar económico, social y político, atribuyen virtudes sociales y políticas a aquello de lo que disfrutan. Atribución que se reivindica a pesar de la evidencia en sentido contrario. Esta apreciación del profesor de economía de Harvard, John Galbraith, se corresponde perfectamente con el ethos de la religión neoconservadora:
"Las creencias de los privilegiados se ponen al servicio de la causa de la satisfacción continua y se acomodan de modo similar a las ideas económicas y políticas del momento". Este ethos se ve favorecido hoy día en los países donde impera el capitalismo, porque son muchos los que se sienten motivados por él y se ven protegidos por una cobertura democrática, particularmente en los Estados Unidos .
Una crítica semejante hace Metz al catolicismo de Alemania occidental, que considera una religión burguesa con alta plausibilidad y prestigio ante la opinión pública mundial, pero sin futuro mesiánico. El teólogo culpa a la teología y a la Iglesia ilustradas de no contradecir esta religión, puesto que el futuro mesiánico de la tradición juedocristiana no confirma este futuro burgués, sino que lo interrumpe: "Los primeros serán los últimos y los últimos los primeros" .
El evangelio, nos previene contra la avidez del dinero (Mt 6, 24) por el peligro de convertirlo en valor supremo. Por consiguiente, la forma como las religiones burguesa y neoconservadora entienden la tradición judeocristiana no responde a su verdadera esencia. Tal como aparece en el NT Jesús decide voluntariamente identificarse con los pobres en un gesto de oposición al hombre a quien todo le parece poco y tiende a acaparar y convertir la posesión en privilegio a costa de los demás. De esta manera el mismo ser-hombre termina dividido en categorías, castas, clases.
Tanto la teología política como la de la liberación, que han captado y traducido muy bien a nuestro tiempo la tradición judeocristiana, denuncian este desmedido afán de posesión. Las dos entran en confrontación con la sociedad capitalista, pero no se oponen a entrar en diálogo con la religión que la sustenta.
Concretamente desde la periferia del mundo, la mayoría de la población mundial empobrecida, se considera una idolatría la interpretación que la religión neoconservadora nortamericana hace del sistema capitalista como "cumplimiento de las promesas", "el Mesías ya ha venido", "no hay que esperar nada más y mejor", "la esperanza se ha realizado" etc. No cabe duda que quien mira desde el interior del sistema capitalista está ciego para ver el inmenso cinturón de pobreza que le rodea.
Por eso, de quienes miran la situación del mundo de esta forma estrecha y egocéntrica no cabe esperar un diálogo cultural solidario y menos aún disposición para recibir la crítica del propio sistema .
Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
(Es mi tesis doctoral)