Dios hoy
Teología de la Ciencia
Ya en el dominio o terreno del juego de los científicos
encontramos el pólemos, el juego, la hostility, el juego a
ganar entre los Einstein y los Newton entre los que rechazan teorías como si fuesen goles que nos quieren meter los adversarios. ¿Qué teorías son verdaderas y cuáles falsas?¿Qué parte de verdad contiene una teoría determinada? Yo no puedo echar una partida con Hawking sobre la esencia y existencia de los "agujeros negros",el gran trofeo científico de caza que exhibe en su escudo.
Pero me sorprende encontrarme con párrafos como éste: "He trabajado tanto sobre los agujeros negros que si no existiesen, habría sido todo una pérdida de tiempo intolerable".
Admite la posibilidad de que no existan, sin embargo, y
para consolarse hizo una apuesta con otro científico
jugándose la suscripción de cuatro años de Private Eye _una revista de humor_: si no existieran los agujeros negros), tendría el consuelo de haber ganado la apuesta.
¿También el científico juega apostando por una teoría -sean
los agujeros negros- como pudiese apostar por un caballo?
El mayor fraude en el conocimiento -ya lo advirtió Sócrates-
es afirmar que se conoce cuando sólo se cree; sostener que se
trata de un conocimiento infalible e irrefutable, cuando se trata de una opinión -sea opinión científica u otra-
convertir las opiniones de un ser humano -sea Darwin, Freud o Newton- en dogmas intocables no por lo que valgan en sí,
sino porque es "palabra de Darwin".
Si pasamos de los agujeros negros al tiempo, vemos a Stephen
Hawking metido en plena faena filosófica y teológica echando
un pulso a San Agustín, Aristóteles y Kant. A Aristóteles despacha en un párrafo limitándose a decir que "no le gustaba
la idea de la Creación porque olía demasiado a intervención divina". ¡Qué dirían Avicena, Averroes y Tomás de Aquino, los
tres grandes comentadores del Estagirita, de este resumen
filosófico!
A los demás filósofos -metiendo en el mismo saco a
Heráclito, Demócrito y Parménides- los llama "ancients", los ancianos antiguos o antepasados (en el campo de la filosofía) quienes -según la exégesis apresuaradísima de este nuevo filósofo del tiempo que parece disponer de poco tiempo- "afirmaron que hubo inundaciones periódicas y otros desatres que colocaron a la especie humana una y otra vez al principio
de la civilización".
A continuación dedica a Kant un cuarto de página calificando su obra como monumental pero muy oscura. Aunque admite que Kant dedicó mucho espacio y tiempo a la cuestión de si el Universo tuvo un comienzo, no le parecen sus observaciones dignas de ser examinadas con algún detenimiento. A continuación, se embarca en un viaje cintífico-filosófico-teológico en el que se arma un verdadero lío entre la materia y la antimateria, los gluones y los mesones, el big bang y el big crunch, Dios, los agujeros negros y el tiempo.
Su investigación o su imaginación le abren toda una serie de posibilidades de Alicia en el País de Stephen Hauwking: "La gente en la fase de contracción vivirían sus vidas al revés:
morirían antes de nacer y se irían haciendo más jóvenes a medida que el Universo se contrajera"; "la gente podría viajar
al pasado y matar a su padre y a su madre antes de haber sido
concebidos". Hawking nos presenta los agujeros negros como el
infierno de Dante en los que puede un pobre y desgraciado astronauta caer al bajar al pasado.
Ver: José Antonio Jáuregui, Dios hoy
Ediciones NOBEL