Marx y la Biblia



5. Fe y Dialéctica

Lo que Bultmann y Käsemann dicen de la fe: que se la falsifica por completo cuando se la convierte en una "concepción del mundo", en una cosmovisión o en una visión de la historia, eso mismo, notablemente lo mismo, denuncia H. Marcuse, J-P. Sartre y E. Bloch haberle sucedido a la dialéctica: se petrificó en "concepción del mundo" y automáticamente dejó de ser dialéctica

No es una coincidencia el entronque de estas dos críticas. Ambas brotan de haber captado la fe y la dialéctica con mucha mayor profundidad que los respectivos representantes oficiales de una y otra; "con mucha mayor profundidad" significa: con mucha mayor fidelidad al sentido original.

Esto hace sospechar que entre fe y pensamiento dialéctico hay un común denominador bastante más serio que cuanto despectivamente suelen suponer los científicos positivistas occidentales que piensan desacreditar al marxismo auténtico diciendo que no es ciencia sino fe.

Tanto la fe como el pensamiento dialéctico(de Hegel y Marx) acusan a la "sabiduría de este mundo" de superficialidad total, de ceguera inclusive, en el conocimiento de la realidad; los señores de este mundo les corresponden a ambas, no sólo dedicándole a cada una, a la fe y a la dialéctica, idéntico desprecio, sino haciendo que sea motivo de desprecio el hecho de que coincidan. Son demasiadas convergencias. Subyacente debe haber una afinidad profunda que no ha logrado salir enteramente a flote.

1. La Fe de la Biblia

La primera y decisiva afinidad está en que Marx piensa que la dialéctica producirá la justicia en el mundo, y la Biblia piensa que la fe producirá la justicia en el mundo. Justicia real, no ficticia, no meramente declaratoria como sostenían los protestantes antiguos.

Los luteranos modernos opinan hoy de muy diferente manera; véase por ejemplo, Bultmann, a propósito de Rom 5, 19: "Así como los hombres adamitas no son solamente "mirados como si" fuesen pecadores, sino que, al contrario, eran pecadores reales, así los miembros de la humanidad iniciada por Cristo son justos reales".

Y lo mismo A. Schlatter: "Con la idea de "apariencia", "ficción", "título", no tiene la imputación en Pablo la menor relación. ...El hombre es lo que el juicio de Dios dice de él. Otro tanto E.Jüngel: "Con ello queda superada en la intelección de la justicia la alternativa entre justicia imputativa y justicia eficaz". Nada digamos de Stuhlmacher que entiende la justicia de Dios no sólo como eficaz sino como realmente creadora.

En el fondo lo mismo sostiene H.D.Wenland en su comentario a 2 Cor 5, 7-21 al constatar que Pablo en sus cartas a los corintios expresa íntegramente su mensaje sin emplear el verbo "justificar". Lo mismo Heidliand en el artículo de Kittel sobre el verbo "imputar": "El hombre es hecho nueva criatura por deseo divino...La lista de exégetas protestantes modernos podría alargarse mucho más. Entre los interpretes católicos este punto, la realidad de la justicia que la Biblia anhela, no necesita demostración.

Después de lo que hemos visto aquí en el capítulo 4 y en todos los anteriores, no puede haber duda sobre si esa justicia real es justicia estricta en el sentido social de la palabra. Y eso no sólo en el antiguo tetamento y en los cuatro evangelistas, sino especialmente en Pablo. Lo que a muchos exégetas les producía duda era la referencia forense, la relación al juicio de Dios; pero tal referencia o dimensión de la justicia, lejos de minimizar a ésta, acentúa hasta el extremo el sentido social y de justicia estricta.

Especialmente en Pablo y en la carta a los romanos, de tal manera que liberar de la injusticia mantiene rigurosamente el mismo significado que en el Exodo, dándole a la liberación toda la amplitud definitiva que desde un principio ansiaba tener: liberar al hombre de toda la civilización humana que ha institucionalizado la injusticia.

El problema se plantea cuando Pablo, con la intransigencia ilimitada que le hemos visto en la sección última del capítulo precedente, afirma que esa justicia llega y se realiza en el mundo por medio de la fe y brota de la fe...

Basándose en esa eficacia directa de la fe para producir justicia, es como Pablo se esfuerza, mediante la interpretación del evangelio, por suscitar en los gentiles la fe de la que brota la justicia (Rom 1, 16-17; es justicia "de fe en fe", y por tanto "justicia de Dios, pues la primera de estas fes, el primer eslabón de esta reacción en cadena, "entró en el mundo" introducida por Dios. (Gál 3, 23, 25)

Así se entiende que Pablo quiera mediante toda esa campaña suscitadora de justicia, "encelar" a los judíos (Rom 11, 14) y hacer que recapaciten ante el hecho multitudinario de "que los gentiles que no buscaban la justicia, han hallado la justicia, pero la justicia que brota de la fe; y en cambio, Israel, buscando ley de justicia, no llegó a la ley. ¿Por qué? Porque no la buscaba brotada de la fe sino de las obras (Rom 9, 30-32), porque trataba de realizar la justicia en el mundo por medio de la ley y no por medio de la fe.

Ver: José P. Miranda, Marx y la Biblia. Crítica a la filosofía de la opresión
Ediciones Sígueme 1975
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