Misa sobre el Mundo. Teilhard de Chardin
Oración
Ahora, Jesús, que te has convertido verdadera y
físicamente, oculto tras las potencias del Mundo, en todo
para mí, en todo a mi alrededor, en todo en mí, aunaré en
una misma aspiración la embriaguez de lo que poseo y la
sed de lo que nos falta y repetiré con tu servidor las palabras inflamadas en las que se reconocerá cada vez con
más exactitud, estoy firmemente persuadido de ello, el Cristianismo de mañana.
Señor, introdúceme en lo más profundo de las entrañas de
tu Corazón y una vez que me tengas ya ahí, abrásame, purifícame, inflame, sublímame hasta la más completa satisfacción de tus gustos hasta la más completa
aniquilación de mí mismo".
Señor, sí, al fin he encontrado a alguien a quien pueda
dar este nombre, de corazón, en virtud del doble misterio
de la Consagración y de la Comunión universales, Mientras
no he sabido o no me he atrevido a ver en Tí, Jesús, más
que al hombre de hace dos mil años, al moralista sublime,
al Hermano, al Amigo, mi amor ha permanecido tímido y
reprimido. Amigos, hermanos, sabios,¿es que no los
tenemos a nuestro alrededor muy grandes, muy exquisitos, más
cercanos? Y, además, ¿puede el hombre entregarse
plenamente a una naturaleza únicamente humana?
Desde siempre, el Mundo, por encima de todo Elemento del
Mundo se había apoderado de mi corazón, y jamás me hubiera doblegado sinceramente ante nadie. Por eso, durante mucho tiempo, a pesar de creer, he andado errante sin saber lo
que amaba. Pero hoy, merced a la manifestación de los
poderes sobrehumanos que te confirió la Resurrección, transparece para mí, Señor, a través de todas las
potencias de la Tierra, ahora te reconozco, como mi
Soberano y me entrego a tí.
¡Extrañas actividades de tu Espíritu, Dios mío,
cuando hace dos siglos comenzó a sentir en tu Iglesia la atracción precisa de tu Corazón, pudo parecer que lo que seducía las almas era descubrir en Ti un elemento más determinado, más circunscrito que tu misma Humanidad. Más he aquí que ahora, por un cambio súbito, resulta evidente que, mediante la "revelación" de tu Corazón, has querido, Jesus,
proporcionar a a nuestro amor el medio de sustraerse a lo
que había de excesivamente estrecho, preciso y limitado,
en la imagen que nos habíamos formado de Tí.
En el centro de tu pecho no descubro más que un horno, y cuanto más contemplo este foco ardiente más me parece
que los contornos de tu Corazón se funden en su
totalidad,que se van agrandando, más allá de toda medida, hasta el extremo de que ya no distingo en Tí otros
rasgos más que la figura de un Mundo inflamado.
Cristo glorioso; influencia secretamente difundida en
el seno de la Materia y Centro deslumbrador en el que
se centran las innumerables fibras de lo Múltiple;
Potencia implacable como el mundo y cálida como la vida;
Tú en quien la frente es de nieve, los ojos de fuego,
y los pies son más celleantes que el oro en fusión;
Tú, cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú, que eres
el primero y el último, el vivo, el muerto y el
resucitado; Tú, que concentras en tu unidad exuberante
todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas;
todos los estados; a Tí era a quien llamaba mi ser con
un ansia tan amplia como el Universo; ¡Tú eres
realmente mi Señor y mi Dios!
Ver: Teilhard de Chardin
La Misa sobre el Mundo
y otros escritos.