La cigüeña sobre el campanario
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Recuerdos a Marx de parte de Jesús
(Cont., viene del día5)
Marx no ve en el capitalismo capacidad para salvar al hombre y a la sociedad: "A pesar de su tacañería la producción capitalista es por lo demás, terriblemente pródiga del capital humano; exactamente lo más que, por otra parte, por el método de reparto de sus productos mediante el comercio y por los procedimientos de la competición, dilapida inmensos medios materiales, perdiendo por un lado para la sociedad, lo que gana por el otro para el capitalismo individual"( Capital III, 1864-1865)
Como los Padres de la Iglesia del siglo IV (Basilio, Ambrosio, Juan Crisóstomo), Marx proclama que la tierra es de todos, y el sistema de propiedad privada de la misma un absurdo.
"En una organización de la sociedad superior a la nuestra, el derecho de propiedad de ciertos individuos sobre el globo terráqueo resultará tan absurdo como el derecho de propiedad de un ser humano sobre otro. Una entera sociedad, una nación, incluso el conjunto de todas las sociedades existentes en una época dada no podrían ser propietarias de la tierra.
Son únicamente sus poseedores, sus usufructuarios, que deben, al modo de buenos padres de familia, legarla en un estado mejorado a las generaciones futuras(El Capital III,1864-1965).
Para desentrañar la explotación del obrero que el sistema capitalista constitutivamente acarrea, Marx partíó de la teoría del valor del economista inglés David Ricardo (1772-1823). Tal vez se enrrolla un poco en sus disquisiciones. Quizá no todo es tan claro y cierto en la teoría ricardiana.
Pero los economistas neo-liberales se sacaron luego de la manga una teoría, llamada marginalista, que tiene tantos bemoles, por lo menos, como la del valor-trabajo.
Lo que no puede negarse es el hecho fundamental de que el valor de cambio es un producto social (no un dato natural ni menos metafísico) y de que el capitalista se queda con una parte del valor que produce el obrero gracias al monopolio de los medios de producción.
---Ver:JM. Rebajas teológicas de otoño
Desclée de Breuwer 1980
La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Recuerdos a Marx de parte de Jesús
(Cont., viene del día5)
Marx no ve en el capitalismo capacidad para salvar al hombre y a la sociedad: "A pesar de su tacañería la producción capitalista es por lo demás, terriblemente pródiga del capital humano; exactamente lo más que, por otra parte, por el método de reparto de sus productos mediante el comercio y por los procedimientos de la competición, dilapida inmensos medios materiales, perdiendo por un lado para la sociedad, lo que gana por el otro para el capitalismo individual"( Capital III, 1864-1865)
Como los Padres de la Iglesia del siglo IV (Basilio, Ambrosio, Juan Crisóstomo), Marx proclama que la tierra es de todos, y el sistema de propiedad privada de la misma un absurdo.
"En una organización de la sociedad superior a la nuestra, el derecho de propiedad de ciertos individuos sobre el globo terráqueo resultará tan absurdo como el derecho de propiedad de un ser humano sobre otro. Una entera sociedad, una nación, incluso el conjunto de todas las sociedades existentes en una época dada no podrían ser propietarias de la tierra.
Son únicamente sus poseedores, sus usufructuarios, que deben, al modo de buenos padres de familia, legarla en un estado mejorado a las generaciones futuras(El Capital III,1864-1965).
Para desentrañar la explotación del obrero que el sistema capitalista constitutivamente acarrea, Marx partíó de la teoría del valor del economista inglés David Ricardo (1772-1823). Tal vez se enrrolla un poco en sus disquisiciones. Quizá no todo es tan claro y cierto en la teoría ricardiana.
Pero los economistas neo-liberales se sacaron luego de la manga una teoría, llamada marginalista, que tiene tantos bemoles, por lo menos, como la del valor-trabajo.
Lo que no puede negarse es el hecho fundamental de que el valor de cambio es un producto social (no un dato natural ni menos metafísico) y de que el capitalista se queda con una parte del valor que produce el obrero gracias al monopolio de los medios de producción.
---Ver:JM. Rebajas teológicas de otoño
Desclée de Breuwer 1980