"Las cosas tendrán finalmente un sentido de bondad y plenitud, victorioso, más allá de cómo terminen" Soledad y vacío liminal

Resurrección
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“Limen” es umbral en latín y hace referencia al espacio liminal, esto es, a ese tiempo necesario y determinante donde todo sucede

"Este tiempo de espera también lo es de entrega, un tiempo de duelo inevitable y necesario"

"Finalmente, a cada momento, siempre, aunque ahora pueda costar entenderlo y comprenderlo, todo tendrá un sentido que posibilitará una vida resucitada"

Tras cualquier muerte cercana lo primero que experimentamos es el dolor de la pérdida, la ruptura de una relación que ya no podrá darse como la vivíamos. En esta fractura también se diluye el lazo, un cierto tipo de apego dependiente, pero lo que jamás sucumbe ni se pierde es el amor experimentado y compartido.

“Limen” es umbral en latín y hace referencia al espacio liminal, esto es, a ese tiempo necesario y determinante donde todo sucede. Es un tiempo de espera, difícil en muchos casos, pues cuesta aceptar que la vida tiene su ritmo y que no suele coincidir con el nuestro. La semilla necesita su tiempo, sus condiciones ideales bajo tierra para germinar; lo mismo que sucede mientras se hace un pastel en el horno… el movimiento se va realizando y la transformación se termina llevando a cabo.

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Resurrección
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Este tiempo de espera también lo es de entrega, un tiempo de duelo inevitable y necesario. Lo que ha acontecido debe de ser contenido, sufrido y contemplado mientras el sepulcro se convierte por un tiempo en vientre, en útero donde se gesta un nuevo nacimiento, la sorprendente y fecunda transformación.

Este proceso tuvo en Jesús una novedad: lo transitó conscientemente. Para nosotros no es objeto de veneración sino de imitación, de seguimiento. Uno tiene que recorrer, que transitar este proceso alguna vez en la Vida en alguna de sus dimensiones para advertir y tener la experiencia, para que deje de ser un mero rito bonito o cierta creencia extraña y ajena a la propia vida.

Ahora mismo todo esto pueden ser sólo palabras que apunten en una dirección pero cuando este ciclo sucede uno comprende que realmente le sucedió a Jesús. No hay que perder la esperanza en esta espera porque uno se contente diciéndose “que todo va a salir bien”. Ese no es el sentido de la esperanza bíblica.  Ésta apunta a una certeza: las cosas tendrán finalmente un sentido de bondad y plenitud, victorioso, más allá de cómo terminen. Esto es lo que podemos aprender de Jesús, quien a través de su Pascua nos da la fuerza, la ilusión y las ganas de vivir nuestra propia vida hacia delante desde el lugar en el que estamos. 

Finalmente, a cada momento, siempre, aunque ahora pueda costar entenderlo y comprenderlo, todo tendrá un sentido que posibilitará una vida resucitada.

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