"Se trata del Tiempo, no de un tiempo, para mirar nuestra vida desde el espejo de Dios" Una espera animada

Tiempo de adviento
Tiempo de adviento G. Becker

"El Adviento no es para contabilizar los días en los múltiples calendarios que han hecho de este tiempo una pantomima comercial"

"El agradecimiento es una de las claves que pueden ayudar para resituarnos en la lógica de la gracia. Ante lo que se nos da es posible responder de dos modos. El Adventus sólo reconoce uno: la gratitud que logra hacer del corazón un espacio amable que permita una auténtica Natividad"

Uno de los peligros de la repetición tiene que ver con caer en el desencanto, en la inercia del “otra vez lo mismo” que, involuntariamente, empaña la mirada dejándola incapacitada para advertir la novedad inherente a cada momento. Sucumbir a la tentación sutil de la rutina, aderezada con los mil estímulos luminosos y propagandísticos que constriñen estos días, es demasiado fácil si uno no vive realmente desde la centralidad de la fe que, como aguas subterráneas, mantienen las condiciones necesarias para que la Vida empape nuestra vida.

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El Adventus es tiempo de preparación, y eso se sabe, de entrenamiento, de disciplina, de una ascesis estimulante. Se trata esencialmente de una preparación interior y, también, de la exterioridad que nos pueda remitir hacia el sentido original y originante, no a la distracción que dispersa. Es un tiempo para la esperanza verdadera, la misma que se erige en la confianza que brota de la fe, que hace de la espera una posibilidad abierta con fundamento, con alma (ánima, animada); fe que es pórtico de encuentro, acogida que abraza toda la Realidad que queda bellamente contenida en un Niño. Se trata de una nueva, y siempre lo es, oportunidad para abandonar la toxicidad de unos hábitos que limitan y atan nuestra vida a las lógicas del mercado, que diluyen nuestros sueños en las pantallas que no sólo gastan nuestra visión, sino también nuestra vida.

El Adviento no es para contabilizar los días en los múltiples calendarios que han hecho de este tiempo una pantomima comercial, sino para advertir las sombras que dejan las innumerables insatisfacciones que pretendemos llenar con “más de lo mismo” desde la ceguera autoimpuesta que sólo calma porque acalla, que sólo tranquiliza porque adormece. Se trata del Tiempo, no de un tiempo, para mirar nuestra vida desde el espejo de Dios: Jesús. Mirarnos ahí para reconocer lo esencial, la llamada que nos invita una y otra vez a comenzar de nuevo, a nacer de nuevo (cf. Jn 3, 5). Una nueva vida que no sea clon de ninguna otra sino original y transformada.

Esperanza
Esperanza

Se nos ofrecen días, horas… momentos para advertir la tensión que posibilita nuestra vida y que concilia las contradicciones porque las trasciende, porque integra la espera y el nacimiento como un proceso de acercamiento al misterio que es Dios, el mismo que nos habita, que permite que lo esencial siga diciéndose necesariamente para que lo que tenga vida la tenga en abundancia (cf. Jn 10, 10).

Se trata de reconocer que cada instante es un regalo, don como condición de posibilidad para que podamos ahondar el camino, allanarlo

Se trata de reconocer que cada instante es un regalo, don como condición de posibilidad para que podamos ahondar el camino, allanarlo (cf. Is 57, 14), transformándonos, para que el encuentro pueda darse, para que el reconocimiento “del que viene” sea posible en lo más íntimo de uno mismo. Se trata de reconocer ese segundo adviento (de los tres a los que aludía San Bernardo) como el tiempo en el que estamos y que vivimos permanentemente.

El agradecimiento es una de las claves que pueden ayudar para resituarnos en la lógica de la gracia. Ante lo que se nos da es posible responder de dos modos. El Adventus sólo reconoce uno: la gratitud que logra hacer del corazón un espacio amable que permita una auténtica Natividad.

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