Comer juntos (simposio). La verdad del evangelio

Presenté ayer este tema, desde la perspectiva de la multiplicación de los panes de Mc 6, donde Jesús dijo  seguidores que se sentaran en el campo en grupos de comida (symposia-symposia)

Este tema ha sido elaborado  no sólo por Jesús, sino también por Pablo quien afirma que la verdad del evangelio es la comida compartida, como indicaré hoy

El pan compartido

La verdad del evangelio  no es sólo dar de comer al hambriento (Mt 25,31-46), ni comer  todos, pero cada uno por su lado, sino   reunirse, vincularse en amor por la comida.

Fue la primera gran disputa eucarística (eclesial), quizá la más grande de la Iglesia,  la disputa de Pablo y Pedro en Antioquía,  después del llamado Concilio de Jerusalén, según Gal 2 y Hch 15.

Esta es sigue siendo  disputa, en pleno siglo XXI. Tenemos eucaristía, pero cada uno por su parte, sin comunidad de mesa, de diálogo, sin comunión real de judíos y griegos, señores y siervos, de varones y mujeres... (como quiere Gal 3 28), traduciendo el  “Dios es Uno” (shema, Dt 5, 6-8) en “Cristo es uno”. Tenemos eucaristía, pero sin crear comunión de vida y mesa, sin  crear iglesia..

A Pedro le bastaba que comieran todos pero sin juntarse para formar una comunidad de mesa, cada uno en su casa, los judíos por un lado, los gentiles en otros, rezando unos por otros.

Pero Pablo le contestó diciendo que eso no era eucaristía, pues la verdad del evangelio es comer juntos (Gal 2, 14). Ésta es quizá la discusión mayor  (y no resuelta) de la Iglesia  

La Eucaristía no es "comer", sino comer juntos, hacerse comunión comiendo(Gal 2, 14)

 ‒ Así le corrige Pablo a Pedro cuando dio por terminado el grupo de los Doce Jueces de Jerusalén y vino  Antioquía y, dejándose llevar por algunos integristas, terminó creando dos comunidades, una para judeo‒cristianos y otra para pagano‒cristianos.  

Pablo le reprende diciéndole delante de todos que la “verdad del Evangelio” (Alêtheia tou evangeliou) es la Eucaristía: Comer juntos, crear una comunidad en torno a la comida, en Cristo, que es uno y el mismo para todos.

   Esta experiencia y tarea de “comer juntos” (synesthien)  constituye para Pablo la esencia irrenunciable del mensaje mesiánico de Jesús. Sin comida compartida no se puede hablar de libertad cristiana, ni de verdad del evangelio (cf. Gal 2,5.14).

(a) Dogma petrino. Dar de comer a los pobres, tal como  lo establece el artículo final  del Concilio de Jerusalén, cuando los "padres sinodales" (Santiago, Cefas y Juan) le dan la mano a Pablo y le dicen "pero no te olvides de los pobres (cf. Mt 25, 31‒46).

(b) Dogma paulino:  No sólo comer, sino comer juntos. No se trata simplemente de dar a los pobres, para que coman luego separados unos de otros, sino de “comer con los pobres”, compartir el pan, en conversación, en reconocimiento mutuo. No se trata pues de que los pobres coman en su gueto, separados…  En ese sentido, la palabra clave del cristianismo es synesthiein, comer juntos.

 Los judeo‒cristianos tienen que superar sus pretensiones de verdad separada, sus normas y tabúes de limpieza, sentarse con gentiles a los que juzgaban pecadores…

Los cristianos de la gentilidad tienen que ceder también, acogiendo su mesa,  a los judíos. Comiendo juntos aprenderán a ser  hermanos, uno y otro, en un mismo “cuerpo”, judíos y griegos, libres y siervos, varones y mujeres, todos iguales en comunión, en Cristo.

Una comunidad se establece “comiendo juntos”. Una comunidad cristiana se funda y ratifica en el hecho de que creyentes en Jesús pueden comer y comen juntos, en ciertos momentos, para recodar a Jesús, celebrar su memoria y vincularse en amor unos con otros.

Cada familia cristiana tiene su casa. Pero hay además una casa común “una casa  ayuntamiento”, una casa consistorio”, donde se reúnen todos para compartir la palabra y la comida. Los textos de Nuevo Testamento no resuelven el tema en forma legal, sino que lo dejan abierto, conforme a lugares y tendencias. Se puede hablar de dos modelos:

La eucaristía es la formación comunitaria del Cuerpo de Cristo, definida por “synesthiein”, es decir, comer juntos, no sólo en el sentido de compartir los mismos alimentos (en plano económico‒gastronómico), sino de hacer los unos alimento de y para los otros.  Comer juntos es compartir la vida, expresada en los “símbolos” (especies sacramentales) del pan y del vino que, en aquel contexto de Jesús y de la primera iglesia era los signos especiales y más importantes de la comunicación personal

El Evangelio y su verdad. La justificación por la fe y su vivencia ...

  Toda  comida compartida es “sacramento” (es presencia de Jesús, como alimento, como comunión de vida…); pero dentro de ella hay un momento especial para recordar juntos a Jesús y para amarse unos a otros ante el pan y vino compartido. No se trata sólo de tomar el pan y vino de Jesús, sino de hacerlo dentro de una comida fraterna.

Las tres unidades de Cristo

Gal 2:No hay dos comidas… una para judíos y otra para paganos… sino una comida para todos. La iglesia es eucaristía,… Una única eucaristía, un único Cristo, un pan para todos….

Gal 3, 28: No hay dos humanidades, sino una única en Cristo.

No hay judío y griego  (unidad de comunión, por encima de tradiciones ; ciertamente, hay culturas distintas, lenguas razas, pueblo; pero la unión en Cristo está por encima de esas diferencias.

No hay esclavo y libre(unidad de diálogo humano:  en Cristo esclavos y libres se hacen personas…. Les vincula la palabra, la dignidad

No hay hombre y mujer (la diferencia de género y sexo tiene su importancia, pero en un plano derivado… que no penetra hasta la esencia del ser humano; lo que vincula en verdad, en unidad, a hombres y mujeres es la palabra, es decir, la comunicación radical. En ese plan, en Cristo, no hay imposición de unos sobres otro….

Porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3, 28). Esta unidad en Cristo Jesús deriva de la unidad radical de Dios, tal como se define en el Shema: Yahvé tu Dios es uno… amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón…. De la unidad en Dios pasamos a la unidad de los hombres en Cristo.

Anejo. El evangelio es comer juntos

              La primera gran disputa y ruptura de la iglesia ha surgido en torno a la comida. Al principio, los cristianos de tipo judío han mantenido las normas alimenticias del judaísmo, aunque quizá de un modo más liberal, insistiendo en el pan compartido más que en las normas de pureza.

Pero en el momento en que los helenistas han ofrecido el evangelio de Jesús a los gentiles, creando así comunidades de cristianos liberados de las normas de pureza judías, ha surgido el problema. ¿Pueden los paganos hacerse cristianos, seguidores de Jesús, Mesías de Israel, sin estar circuncidados?

Más aún ¿pueden comer los cristianos de origen judío con otros cristianos, de origen gentil, que no respetan las normas alimenticias del judaísmo? ¿Pueden celebrar la misma eucaristía o están condenados a juntarse en grupos diferentes, sin que la fe en Cristo y la comunión mesiánica implique comer junto el pan y el vino?

            (1) La respuesta del concilio. El llamado concilio de Jerusalén ha establecido una norma básica, permitiendo que los cristianos de origen gentil tengan que cumplir sólo unas normas generales, vinculadas a Noe (Gen 9, 1-7), limitándose a abstenerse «de la contaminación de los ídolos, de la fornicación, de la carne ahogada [no bien sangrada] y de la sangre» (cf. Hech 15, 20. 29).

Esa norma puede aplicarse de un modo general, pero no resuelve el tema concreto de las comidas compartidas: ciertamente, los cristiano-paganos no están obligados más que a eso, de manera que ellos no tendrán dificultades en comer con judíos; pero los judeo-cristianos ¿podrán soportar que a su lado haya personas que coman alimentos que para ellos son impuros, según la ley de Lev 17 y Dt 14? Más aún ¿podrán comer unos y otros de la misma mesa, aunque no coman la misma carne? Está además en el fondo el tema de los → idolocitos (carne ofrecida a los ídolos).

PARA CELEBRAR FIESTA DEL PAN, FIESTA DEL VINO

            (2) Testimonio de Pablo Desde aquí se ha de entender el testimonio vibrante de Pablo, en la carta a los Gálatas, que empieza hablando de la comunión eclesial, de la fe compartida, de la unión de los cristianos de origen judío y gentil, en la comunidad primera de Antioquía. Luego sigue:

«Pero cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía con los gentiles; pero una vez que aquellos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su hipocresía, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la hipocresía de ellos Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del evangelio, dije a Cefas en presencia de todos...» (Gal 2, 11-20).

            Precisamente aquí, en el lugar donde se plantea la separación de comunidades en torno a la mesa o la comida unitaria se está decidiendo la verdad del evangelio (hê alêtheia tou euangeliou: Gal 5.14). Esa verdad, que constituye el primer dogma cristiano, no se identifica con una declaración teórica sobre Dios o sobre Cristo, sino en el don y tarea de comer juntos, superando así la oposición que la ley de pureza ha marcado entre judíos y gentiles, ricos y pobres, hombres y mujeres (para utilizar la terminología de Gal 3, 28).

El judaísmo había sancionado unas barreras alimenticias de tipo sacral y social, económico y de género (varones y mujeres). Jesús ha comenzado rompiendo esas barreras, pero luego, parte de su iglesia no ha sabido aplicar los principios de Jesús (reinterpretados, por ejemplo, en Mc 7, 1-23), levantando nuevas murallas humanas entre cristianos de origen judío y gentil (ricos y pobres, varones y mujeres, libres y esclavos...).  Pablo se enfrenta con el tema y responde de forma radical y emocionada, defendiendo la verdad del evangelio, que se concretiza en la mesa común para todos los creyentes (para todos los hombres).

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