#Sentipensares 2025 Carta al Papa Francisco en su lecho de enfermo
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| Carmiña Navia Velasco
Querido Hermano Francisco:
Tu salud se ha quebrado y lo avanzado de tus años no ayuda a que esperemos una recuperación pronta… Nuestros sentimientos están doloridos porque tu corazón ha llegado hasta el nuestro, llenándolo de amor y de esperanza. La iglesia se ha acercado más al Evangelio de Jesús bajo tu liderazgo.
Tu palabra ha animado al mundo en que vivimos a ser más compasivo, menos duro al juzgar. Nos has llamado a acoger al hermano y la hermana. Cada uno en su condición y diversidad, cada uno y cada una en su situación única. Has predicado una iglesia madre, capaz de perdonar y ampliar los brazos para que en ella estemos todos y todas sin distinciones y con bastantes menos jerarquías. Por eso insistes en la sinodalidad.
Desde tu lugar de privilegio has llamado a los gobiernos y sobre todo a los creyentes a la misericordia y la solidaridad. Has hablado una vez y otra vez por quienes voz no tienen; por quienes padecen las miserias de una sociedad excluyente, arbitraria e injusta. En tu oración, en tu predicación y tu palabra están presentes: Los pobres y excluidos, los migrantes -esa llaga que inunda nuestros días- (migrantes somos todos: Mi padre era un arameo errante…), las mujeres víctimas de violencias, los niños y las niñas vulnerables, las grandes poblaciones que padecen las guerras consecuencias de ambición y soberbia. Los enfermos y enfermas, los presos y expulsados de sus ámbitos. Preocupación sincera y muy aguda has mostrado por el nicho natural que nos alberga al que los humanos hemos irrespetado y expoliado. Nos has llamado al respeto y a la comunión con la tierra.
Tu corazón es grande y en él cabemos todos los que buscamos un mañana mejor para este mundo y para cada uno de sus habitantes. Nuestras sociedades necesitan tus palabras, la iglesia necesita de tu guía… pero tu salud se ha quebrado, por eso tantos y tantas seguidores del Maestro Jesús dolemos de tu estado.
Estamos en las puertas de un año de esperanza, convocado por ti. Es necesario bucear en tus palabras, en tu autobiografía para seguir el norte de esa convocatoria.
«Para hablar de esperanza con quien está desesperado, se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto el nuestro… Esperar significa e implica un corazón humilde, pobre. Solo un pobre sabe esperar. Quien está lleno de sí y de sus bienes, no sabe poner la confianza en ningún otro sino en sí mismo». Una esperanza arraigada en la compasión, en la identificación con quien es vulnerable… a eso nos has invitado en este años jubilar que has convocado. Ese tiene que ser el norte, ojalá no lo pierdan.
Finalmente, hermano Francisco, quiero decirte algo que es público porque le he dicho muchas veces, siempre esperé de ti más decisión y arrojo a la hora de reparar las injusticias milenarias de la iglesia con nosotras las mujeres. Has hecho algún esfuerzo: en lo civil, incluido el gobierno del Vaticano, has nombrado alguna mujer… pero te faltó valentía para superar la marginación de nosotras en la iglesia, nuestra condición intolerable de “minoría de edad” … Si no ha llegado esto contigo, veo cuasi-imposible que llegue con quien será tu sucesor, venga de donde venga. Y esta realidad a mí, me coloca en las puertas de la iglesia y me impide seguir más allá de los límites.
Desde una ciudad lejana, invoco para ti, la bendición de la Divinidad. Pido por tu salud y fortaleza. Un saludo respetuoso y sororo.