7.1.2025. Curso de Lucas . Discurso de Nazaret, familia disputada: ¿Hijo de María, Mc 6). ¿Hijo de José, Lc 4?
Terminada Navidad, queda pendiente el tema de la familia de Jesús: Nazareno por pueblo, nazireo o nazoreo por estirpe, hijo de María (mujer muy discutida, Marcos); hijo de José (nacionalista “militar” judío, Lucas).
Tema con más preguntas que respuestas. Tema al que responde Jesús con su vida, tema al que responden sus adversarios condenándole a muerte y queriéndole linchar desde el principio en Nazaret. Ningún profeta es bien recibido en su tierra, en su familia y parentela. ¿Jesús recibido hoy en su iglesia?
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| Xabier Pikaza
NO ES ESTE EL HIJO DE MARÍA? (Mc 6, 1-6a).
(a Jesús en la sinagoga de Nazaret)1 Y salió de allí y llegó a su patria, acompañado de sus discípulos. 2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga
(b. Admiración y escándalo) y muchos, escuchándole, se admiraban y decían: ¿De dónde le vienen tales cosas? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por él? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él.
(c. Falta de fe)4 Y Jesús les dijo: Un profeta sólo es despreciado en su patria, entre sus parientes y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo curó a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. 6 Y se admiraba de su falta de fe74.
Jesús viene a Nazaret de forma ostentosa (rodeado de discípulos) para exponer el camino y condiciones de la nueva familia mesiánica.
Por un lado está Jesús con sus discípulos (6, 1). Vienen de fuera, con nueva identidad social, nueva forma de comunicación y relaciones personales. Es evidente que son un reto en Nazaret; su estilo de vida aparece como subversión social, va contra la estructura y orden de la tradición inmemorial del pueblo.-
Al otro lado están los nazarenos, con la familia de Jesús (6, 2-3). Ellos representan la identidad patriarcal de la aldea israelita, garantizada por la autoridad religiosa del judaísmo. Su disputa con Jesús ha de entenderse a nivel de problemática social.
- Admiración y escándalo (6, 2b-3).Jesús empieza a enseñar en la sinagoga (6, 2), proclamando mensaje y práctica de reino. Es claro que ha venido a crear un tipo nuevo de familia y que lo ha hecho con palabras de sabiduría que remiten al origen de la historia de su pueblo. El mismo texto ofrece la novedad de su enseñanza y las razones del escándalo de los nazaretanos:
-- Pregunta por el origen: ¿De dónde (pothen) le vienen tales cosas (tauta)? (6, 2). Parece que la procedencia determina el valor de lo que dice y es una persona. Los escribas de 3, 22 creían conocer su origen más profundo, al llamarle endemoniado (=hijo del diablo). Los paisanos conocen a un nivel la procedencia de Jesús; son de su tierra y piensan que así pueden (deberían) conocerle, controlarle. Pues bien, Jesús ha roto esos esquemas. Tiene gestos, pretensiones que provienen de otra parte. Por eso preguntan: ¿pothen, de dónde?
-- Pregunta por el conocimiento: ¿Qué esta sabiduría (tis hê sophia) de Jesús, capaz de hacer milagros (dynameis: 6, 2)? Quieren seguridad. Reconocen que es buena la sabiduría y más cuando realiza curaciones, como indica el libro de la Sabiduría. Pero necesitan controlarla, descubriendo su sentido y situándola a la luz de la Ley israelita, conforme a las escuelas rabínicas del tiempo. Aceptan el poder sanador del conocimiento de Jesús, pero ignoran su origen y sentido. Reconocen que hace cosas que parecen buenas, pero desconfían del valor profundo y las ventajas duraderas de su acción. Pudiera ser un mago destructor. Por eso dudan.
-- Pregunta por la familia:¿No es este el artesano, el hijo de...? (6, 3). Tanto el origen como el sentido de la obra de Jesús han de entenderse a la luz de la familia en que ha nacido y crecido. Sus paisanos se interesan por las relaciones sociales que definen sus vidas en la aldea. Desde ese fondo quieren definir y controlar el movimiento de Jesús76.
Nos hallamos probablemente ante un pasaje que transmite recuerdos históricos de Jesús. Pero Marcos no lo ha utilizado por afán de erudición histórica o social sino para expresar la identidad del evangelio. En este diálogo culmina la segunda sección de esta primera parte de Marcos. Volvemos a la perspectiva de 3, 20-35. Allí se enfrentaban a Jesús escribas de Jerusalén y familiares. Aquí preguntan sus paisanos, escandalizados:
-- Cuestión de identidad: ¿No es este el tektôn, operario?(6, 3). Quieren definirle por su profesión de carpintero y/o albañil. Algunos han pensado que este nombre serviría para resaltar su ciencia, pues los carpinteros poseían fama de eruditos77. Ciertamente, los rabinos judíos posteriores han sido artesanos (en contra de la opinión de Eclo 38, 24-34): el estudio de la Ley va acompañado para ellos de un trabajo productivo que permita sostener la vida. Pero la pregunta tiene aquí un matiz peyorativo: los nazaretanos llaman a Jesús operario precisamente para descalificarle, destacando su carencia de estudios y poniendo en duda el valor de su sabiduría: carece de formación para enseñar, es sólo un obrero manual que debía haber permanecido en ese contexto de conocimiento técnico y trabajos materiales. En su pretendida condición de sabio y/o terapeuta Jesús resulta peligroso: ha dejado su labor, ha roto con su origen y su forma de trabajo.
-- Cuestión de madre:¿No es este el hijo de María? (6, 3; cf. 3, 31-35). Falta el padre porque probablemente ha muerto (y por razones teológicas, vistas en Mc 3, 31-35). Como representante de la tradición emerge aquí María: ella ofrece a Jesús su propio nombre (metronímico), un sentido en el mundo, un lugar en la familia. Pero Jesús ha roto ese origen, ha negado esa de familia y viene a presentarse como "extraño": actúa de forma irregular. No se dice aquí nada en contra o a favor de María, ni en la línea positiva de Mt 1-2, Lc 1-2, Jn 2, 1-12; 19, 25-27 (resaltando su aportación mesiánica) ni en la negativa de cierto judaísmo (que la acusará de madre irregular). Nuestro texto afirma algo anterior, mucho más sencillo: la sabiduría y obras de Jesús desbordan el nivel donde su madre ha podido situarle78.
-- Cuestión de hermanos y hermanas (6, 3). Marcos 3, 35 situaba el tema en ámbito eclesial. Aquí aparece a nivel de pueblo y familia. Es significativo que Marcos cite los dos grupos (hermanos, hermanas), aunque destaque el de hermanos a quienes presenta por su nombre (Santiago y José, Judas y Simón), suponiendo que han sido importantes en la vida posterior de la iglesia. Parece claro que en principio no asumieron el camino de Jesús o lo hicieron tras pascua de una forma insuficiente, sin superar la tradición social del judaísmo, sin entrar en la casa universal de la iglesia (como vimos comentando 3, 31-35). Por eso Marcos los sigue presentando vinculados a los nazaretanos, es decir, como judíos. Pero aquí hay quizá un avance.
Los nazarenos quieren encerrar a Jesús en su patria, dentro de los límites ya conocidos del trabajo (operario) y hogar (madre, hermanos/as). Su familia le había ofrecido un espacio en el mundo (en Nazaret, en Israel). Jesús lo ha roto, ha quebrado (superado) ese tipo de familia. De manera comprensible, situados ante el enigma de Jesús, sus paisanos se sienten escandalizados; no le entienden, rechazan lo que ignoran o, quizá mejor, aquello que juzgan peligroso en su conducta. La seguridad de su vida nacional, la solidez de su modelo de familia y profesión en Israel, les impiden aceptarle.
A partir de aquí se entiende la ausencia paterna. Jesús no se apoya en un padre (Marcos sólo cita a su madre y hermanos/as): no admite la autoridad de los escribas que instauran y definen un tipo de legalidad israelita, ni la autoridad de los "presbíteros" o ancianos del pueblo (cf. 7, 5). Por eso, la pregunta (¿de dónde le vienen tales cosas?: 6, 2) puede encerrar una ironía: Jesús sería hijo ilegítimo, no tendría padre verdadero (es un hijo de María ¿de soltera?).El evangelista sabe en cambio, en ironía más alta, (desde 1, 9-11), que su Padre verdadero es Dios, como supone el "pasivo divino" (se le ha dado = Dios le ha dado). Es evidente que el lector de Marcos debe responde: responder: (Dios mismo le ha dado sus poderes, es su Padre!. Por eso, la ausencia de padre en el mundo está evocando una presencia paterna superior.
- Falta de fe (6, 4-6). Ellos, los nazarenos, no quieren cambiar su modelo social; por eso rechazan al pretendido profeta de su pueblo.
Como creador de humanidad se presenta aquí Jesús, pero la gente de Nazaret no le acepte, queriendo encerrarle otra vez en la familia vieja de su pueblo. Jesús responde recordando a los profetas que, conforme a una larga tradición israelita (en línea Dtr), han sido rechazados por su patria, parentela y casa (6, 4)79.
-- Patria (en patridi). Como profeta ha venido Jesús y su patria, el grupo de gentes que comparten su origen, le desprecia. Forman y tienen una misma "patria" los que apelan a un padre común, manteniendo y cultivando su herencia o tradiciones sobre el mundo. Jesús ha superado ese nivel: ha roto la urdimbre de nexos fundantes que definen al pueblo israelita, tal como aparece en Nazaret. Es comprensible que sus paisanos le desprecien.
-- Parientes (en syngeneusin). Por etimología, parentela (de parens, pario: dar a luz) y patria (de pater: padre) son términos cercanos. Pariente en griego es syngenês: alguien del mismo genos, con origen común. Son parentela aquellos que poseen una proveniencia "genética" en sentido extenso. Allí donde el genos define al ser humano, allí donde los vínculos de carne (cultura, nación, pueblo) se convierten en ley y determinan desde arriba la existencia de los individuos no se puede aceptar la profecía, no queda lugar para el mesianismo. Es lógico que Jesús rompa ese nivel de parentesco.
-- Casa (oikia) es la unidad familiar más pequeña de aquellos que conviven, unidos por vínculos de origen y consanguineidad (padres, hijos, hermanos, primos) o trabajo servil, como indica el mismo nombre castellano de familia (de famulus, siervo). Marcos nos había puesto ya en contacto con la nueva "casa de Jesús", formada por aquellos que cumplen con él la voluntad de Dios (cf. 3, 20-35). Ahora le acusan aquellos que desprecian su antigua casa, integrada por los parientes primeros (cercanos) de Jesús.
Frente a la vieja patria, parentela y casa, que ha tenido que dejar porque le expulsan de ella, ha venido a establecer Jesús la nueva casa o comunidadde creyentes, iniciada con sus discípulos. Esta es la casa que hallamos en 3, 20, es la comunidad formada por el grupo de aquellos que son-con-él (3, 14) o se sientan en su corro (3, 32.34). El mismo Jesús expulsado (no recibido) en su patria, parentela y casa de Nazaret ofrece a sus discípulos y amigos, a todos los que quieran seguirle en el camino, la nueva comunidad mesiánica.
Jesús crea una iglesia de personas que acogen su palabra y creen en su reino. Fuera queda la sinagoga judía, como lugar donde Jesús ha venido a ofrecer su palabra y no le han creído, no han aceptado su sabiduría. Lógicamente, no ha podido hacer allí ningún gesto de poder, ningún milagro (6, 5). Él no es un mago que actúa desde fuera de los hombres. Sólo puede curar donde hay fe, sólo puede cambiar a los demás si es que le aceptan.
Vemos así al Jesús expulsado (no recibido) en su patria, parentela y casa de Nazaret, al Jesús no creído, que se admira de la apistia, falta de fe, de las gentes de su pueblo. No puede actuar si no le creen: necesita la fe de aquellos que le acogen, que reciben su palabra, dejando que la fuerza de la libertad de Dios transforme su vida. A los humanos sólo se les puede cambiar en humanidad, con fe. Jesús no ha conectado en fe con los nazarenos, ha sido rechazado en su patria. Así, rechazado, fracasado, sin milagros, tiene que irse de su pueblo y sinagoga (6, 5-6). Ya no volverá a Nazaret, no entrará más en la sinagoga de los judíos.
Este es el éxodo nazareno y sinagogal de Jesús: tiene que salir del entorno de su vida antigua (patria, parentela y casa de este mundo) para crear la nueva familia o comunión de los humanos, a partir de su palabra o siembra (cf. 4, 14). Tiene que dejar la sinagoga, sin haberla transformado. Acaba de curar a la hija del Archisinagogo (5, 21-43), ha dejado abierta la puerta de la salvación para el judaísmo. Pero a la sinagoga en sí no ha podido cambiarla: allá queda, en Nazaret, en medio de Galilea, como institución al servicio de los intereses familiares, nacionales, de los "buenos" israelitas. Este mismo Jesús expulsado (hombre sin patria, parientes, ni casa, israelita sin sinagoga), rechazado por los hombres de su pueblo, será raíz y fundamento de la nueva familia de los hombres liberados80.
Jesús ha sacudido la conciencia nacional del judaísmo, ha quebrado los valores que sustentan su estructura familiar, hiriendo la fibra más sensible de sus gentes, no por lo que dice en teoría, sino por lo que implica su nuevo programa de familia. Ha fracasado en su aldea: no ha sido capaz de convencer a su familia, pero ese mismo fracaso es principio de nuevo mesianismo.
Esta escena marca un corte en la narrativa de Marcos y debe interpretarse como final de la sección dedicada a la casa mesiánica. (3, 7-6, 6a). También la anterior (1, 1-3, 6) terminaba en un rechazo: unidos en un mismo intento de seguridad nacional, fariseos y herodianos habían decidido matar a Jesús por quebrantar el sábado (3, 1-6). Ahora le rechazan sus paisanos, asumiendo de esa forma el juicio anterior de los escribas (3, 22-30; cf. 2, 1-12).
Jesús sale de su patria (Nazaret) y de la sinagoga de su pueblo. Extenderá hacia muchos su mensaje (cf. 6, 6b-8, 26); pero la sombra del rechazo final y de la muerte ha empezado a planearr sobre su vida, anticipando así el juicio y condena de Jerusalén (Marcos 14-15). Éste viernes santo nazareno de Jesús… El viernes santo de nuestra iglesia en el año 2025.
Tema de madre. ¿no es éste el hijo de maría?6, 3b
Como nuevo Abrahán, mesías de un Israel universal, camina Jesús. Pero no actúa como padre genealógido del pueblo: no lleva una esposa y concubinas, no toma consigo unos criados y unos asnos (como Abrahán en Gen 12 ss). Él engendra nuevo pueblo a través de su palabra. Con aquellos que comparten su visión humana y que le escuchan ha iniciado su travesía, el camino de la iglesia o comunión abierta a todos los humanos.
Se ha roto la simbiosis de Jesús con sus paisanos. Ellos no le aceptan: no asumen su proyecto, no le siguen ni secundan; prefieren quedar en lo que eran, con el tipo de familia que tenían (6, 5-6). Por su parte, Jesús no pudo realizar allí ningún prodigio (oudemian dynamin). Sobre el rechazo de Jesús en Nazaret y la exigencia de la fe para los milagros.
Jane Schaberg, exegeta y teóloga norteamericana, de tradición católica (partiendo de la presentación de Jesús como “el hijo de María”) ha insistido en el origen “irregular” de Jesús, tanto en su tesis doctoral, The Father, the Son and the Holy Spirit. The Triadic Phrase in Matthew 28:19b, Chico CA 1982), como en otro libro, ya citado (The Illegitimacy), donde estudia extensamente el tema, llegando a la conclusión de que ese pasaje y el conjunto del Nuevo Testamento supone que Jesús ha tenido una concepción y nacimiento “irregular” (en la línea de las mujeres de la genealogía de Mt 1, 2-17).
Ese nacimiento irregular no implicaría un “reproche” contra María (y contra Jesús), como suponen los nazarenos de Mc 6, sino más bien una alabanza: Dios ha penetrado de Se ha roto la simbiosis de Jesús con sus paisanos. Ellos no le aceptan: no asumen su proyecto, no le siguen ni secundan; prefieren quedar en lo que eran, con el tipo de familia que tenían (6, 5-6). Por su parte, Jesús no pudo realizar allí ningún prodigio (oudemian dynamin). Sobre el rechazo de Jesús en Nazaret y la exigencia de la fe para los milagros: Barton, Discipleship 67-9; Marshall, Faith 188-195.
Ese nacimiento irregular no implicaría un “reproche” contra María (y contra Jesús), como suponen los nazarenos de Mc 6, sino más bien una alabanza: Dios ha penetrado de manera sorprendente en la historia de los hombres y mujeres a través de la acción especial de una mujer, la madre de Jesús. Reflexioné sobre el sentido y consecuencias de ese posible nacimiento irregular de Jesús, según Marcos, en Los Orígenes de Jesús, Sígueme, Salamanca 1977, siguiendo una hipótesis desarrollada hace algún tiempo por E. Stauffer, Jesus: Gestalt und Geschichte, Francke, Bern 1957; cf. también, Cristo y los Césares, Escerlicer, Madrid 1965.
TEMA DE PADRE. 2. LIBERAR A LOS OPRIMIDOS (LC 4, 16-30).
- Texto base, anuncio profético (Lc 4, 18-19)[1].
Lucas retoma y reinterpreta el tema del discurso de Jesús en Nazaret, pero desde la perspectiva de José… y de la liberación de los oprimidos, no sólo de los judíos, sino de los de todo el mundo. Lucas universaliza unas palabras que el Tercer Isaías aplicaba a los oprimidos de Israel. Parecen preguntarle ¿quién eres?, como había hecho en el texto anterior Juan Bautista, y el responde «¡Dios me ha enviado... para "enviar" en libertad a los oprimidos. Es como si el mundo fuera una cárcel y él hubiera venido a romperla:
[a. Principio] Entró en la sinagoga, tomó el libro... y encontró el pasaje donde está escrito El Espíritu del Señor esta sobre mi;
[b. Ampliación] – por eso me ha ungido 1. para evangelizar a los pobres; – por eso me ha enviado
- para ofrecer la libertad a los presos
- y la vista a los ciegos;
- para enviar en libertad a los oprimidos
- y proclamar el año de gracia del Señor.
[c. Conclusión] Enrolló el volumen... y dijo: Hoy... se ha cumplido esta Escritura (Lc 4, 16-21).
Jesús se presenta como Ungido de Dios (=Mesías), con palabras de Is 61, 1-3, pero introduciendo en ellas una novedad muy significativa: ha venido para "enviar en libertad a los oprimidos" (cf. Is 58, 6), completando y precisando de esa forma el tema de 61, 1-3. Es mensajero de Dios y mesías que libera a los hombres oprimidos. El mundo se había vuelto cárcel; los hombres se habían dividido en opresores y oprimidos, todos cautivados bajo la violencia de la historia. Jesús ha recibido el Espíritu y/o la unción de Dios para liberarles.El texto puede dividirse así:
(a) Principio:«El Espíritu del Señor está sobre mi» (Lc 4, 18 a). No está poseído por Satán, espíritu impuro (como decían los escribas de Mc 3, 22 al acusarle), sino que está lleno del Espíritu Santo, como dice el texto paralelo de Mt 12, 28: «Si expulso a los demonios con (la fuerza de) el Espíritu de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros». Este es para Lucas el punto de partida de la obra mesiánica. Jesús ha recibido el Espíritu de Santidad (cf. Mc 1, 10) y puede presentarse como "ungido”: le llena Dios y le libera para ser liberador; le llena con su Espíritu, de forma que pueda actuar como mesías.
(b) Ampliación. «Por eso me ha ungido..., por eso me ha enviado»(Lc 4, 18-19). El Espíritu suscita y consagra a Jesús, para que proclame y realice su acción liberadora. En ese fondo se entienden las dos mitades del pasaje: – Dios le ha ungido para evangelizar a los pobres; – le ha enviado para proclamar la libertad etc. Todo el texto tiene un sentido mesiánico. Se ha venido diciendo, de forma errada, que la Biblia israelita promete y ofrece sólo bienes materiales, mientras que Jesús concede a los cristianos los bienes interiores del Espíritu. En contra de eso, aquí vemos que Jesús ofrece libertad real y completa
Jesús es Cristo, Ungido de Dios; pero no porque concede al mundo unos bienes puramente interiores, sino porque declara cumplidas, en su vida y persona, las promesas de la antigua profecía que se expresan en la liberación de los oprimidos y, en especial, de los encarcelados. La redención de Jesús no es materialista ni espiritualista, sino humana en sentido integral. Él ha cumplido de esa forma la esperanza de los pobres, encarcelados, ciegos, oprimidos y tristes.
Así estaban los hombres, proscritos en el mundo, como en cárcel, oprimidos por el hambre y la falta de libertad, sin ojos para ver, sin fiesta para celebrar y Jesús ha venido a ofrecerles los dones del Reino[2]. De esa forma es evangelio para los marginados. Ciertamente, en un primer momento, aquellos a quienes ayudaba eran ante todo israelitas oprimidos, pero el texto ira mostrando que esa ayuda y evangelio de libertad se abre a todos los oprimidos y necesitados de la tierra. Esta es la buena nueva del “jubileo” final que Jesús proclama ofreciendo a los hombres la buena noticia de la vida, tal como lo muestran los cinco momentos del texto, el primero vinculado a la unción, los otros al envío:
- Me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres. Jesús aparece como Ungido por excelencia (=Mesías, Cristo): Dios le ha regalado su Espíritu para que exprese su don y presencia en el mundo, evangelizando a los pobres o necesitados, hambrientos de pan o carentes de otros bienes importantes. Evangelizar significa ofrecer vida, camino de esperanza. Esta es la afirmación general, el punto de partida del jubileo de Jesús. Los cuatro momentos posteriores expresan y expanden su sentido.
- Me ha enviado para proclamar la libertad a los prisioneros (=cautivos, presos), es decir, a los hombres y mujeres a quienes la violencia de la historia ha esclavizado, encerrándoles en cárcel o destierro, como víctimas de violencia. Prisioneros son los derrotados, aquellos que han caído bajo el poderío de los fuertes. Prisioneros de una violencia universal son todos y en especial los últimos del mundo, vencidos y esclavos, expulsados y encadenados de la historia, víctimas de la guerra, encarcelados por la justicia.
- (Me ha enviado) para proclamar (=ofrecer) la vista a los ciegos... Ciegos son, sin duda, los pobres y presos, aquellos a quienes la violencia del sistema ha reprimido, confinándoles en su impotencia. Así van por el mundo, incapaces de ver, encerrados en la cárcel de su oscuridad. Sólo libera de verdad a los demás quien les enseña a descubrir las cosas y entenderlas, de manera que se valgan y piensen por sí mismos. Por eso, en el centro de este texto (Lc 4, 18-19) hallamos la experiencia de Jesús que ofrece a los ciegos un tipo de visión más alta, que les permite conocerse y expresarse como humanos.
- (Me ha enviado) para "enviar" en libertad a los oprimidos. Lo que antes era anuncio (proclamar la libertad a los encarcelados) aparece ahora como gesto ya realizado: Jesús ha venido para "enviar en libertad". Leído el texto de manera literal, deberíamos suponer que Jesús quiere romper los muros de las cárceles, abriendo de par en par sus puertas. Dios le ha enviado para lograr que los oprimidos puedan marchar en libertad, iniciando el acto final de transformación, que precede a la concordia universal. Pues bien, debemos añadir que no lo ha hecho (externamente) de una vez y para siempre, sino que lo está haciendo a través de quienes asumen su gesto. Lo que él ha comenzado continúa, su libertad opera a través de los creyentes. Que los hombres y mujeres puedan caminar en libertad, esta es la obra del mesías.
- (Me ha enviado) para proclamar el año de gracia (=aceptable) del Señor. Así culmina la unción de Jesús y se completan los momentos anteriores de su obra. La plenitud humana (apertura de los ojos, libertad de la vida) se expresa como fiesta jubilar: año de gracia, tiempo de gozo que, conforme a la tradición de Israel, se vuelve celebración de fraternidad, perdón de las deudas, liberación de los esclavos, reparto de las tierras. Este era el año en que se abrían las cárceles y todos comenzaban de nuevo, repartiéndose los bienes de la tierra (cf. Lev 25). Este es el tiempo de Jesús, pascua de la historia, jubileo al que ya no seguirán más jubileos, pues la fraternidad se ha establecido para siempre.
Jesús puede afirmar que todo se ha cumplido en el hoy del tiempo mesiánico iniciado por su vida y su mensaje (Lc 4, 21). Así se cumple y cobra fuerza la libertad mesiánica, como anuncio profético (que recoge la esperanza israelita de Isaías 58 y 61) y como palabra performativa (que realiza aquello que proclama). Esta no es una palabra aislada, un mensaje teórico de tipo espiritualista, sino la voz creadora de Jesús que incluye en su "yo" liberador y jubilar a todos sus discípulos mesiánicos. Esa palabra introduce a los cristianos en la mejor tradición jubilar del judaísmo, haciéndoles portadores de un mensaje y camino de liberación, que se expresa por ellos, pero les desborda, haciéndoles testigos y promotores de un mensaje universal de libertad[3].
- Controversia y crisis profética (Lc 4, 28-29).
Los cinco momentos anteriores del programa mesiánico de liberación se encuentran implicados, de un modo circular o quiástico, desde el primero (anuncio de evangelio) hasta el quinto (la fiesta o jubileo del Señor). Difícilmente se podrían haber condensado de manera más honda y hermosa los momentos de esta acción liberadora, que supera las fronteras nacionales, ofreciendo amor y curación a judíos y extranjeros, como sigue suponiendo Jesús, cuando interpreta proféticamente sus palabras, desde la tradición del mensaje y milagros de Elías y Eliseo, que ofrecieron su ayuda a enfermos extranjeros. Pues bien, en vez de alegrarse por ello y de tomar como modelo la acción liberadora de Jesús, sus paisanos de Nazaret le expulsan y quieren asesinarle, conforme a una ley de linchamiento colectivo (cf. Lc 4, 20-29). No pueden aceptar que Dios cure (trasforme) por igual a nacionales y extraños: no quieren libertad para todos, ni evangelio para aquellos que no lo merecen (encarcelados y extraños)[4].
Leído así, el conjunto del pasaje (Lc 4, 16-30) cobra una inquietante y esperanzada actualidad. También a nosotros nos turba y extraña ese universalismo: queremos libertad, pero sólo para algunos, para los buenos paisanos de mi pueblo o mi grupo; queremos prosperidad, pero sólo para los que pertenecen al sistema occidental o americano (por poner unos ejemplos posibles). Así añadimos que las cárceles siguen siendo necesarias para los de fuera: los de otros grupos sociales, raciales, culturales... Pues bien, en contra de eso, este pasaje afirma que, para ser verdadera, la libertad ha de ser universal, abriendo estructuras de comunicación en igualdad para todos. Desde aquí ha de entenderse la continuación del pasaje.
Todos daban testimonio sobre él
y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían: –¿No es este el hijo de José? (Lc 4, 22)
Los nazarenos parecen admirarse por las palabras de gracia que Jesús ha proclamado, pero pronto descubrimos que esa admiración esconde una condena. Ciertamente, quieren palabras de gracia (logoi tês kharitos), pero sólo para ellos, no para los de fuera. Es fácil amar a los demás y perdonar, siempre que ello no ponga en riesgo nuestros privilegios. Pues bien, los nazarenos descubren que las palabras de gracia de Jesús (gracia que él ofrece a todos) se vuelven amenazadoras para ellos, pues les hacen perder sus privilegios, que ahora todos son privilegiados. Por eso preguntan con admiración: «¿No es ese el hijo de José?».
- 1. Saben que es hijo de José (en plano legal, nacional). Por eso, su pregunta no es para que respondamos «sí» y de esa manera ratifiquemos el origen familiar de Jesús, sino para le distingamos de José, que a los ojos de los nazarenos tenía que haber sido un luchador nacional, un partidario de la separación entre los buenos israelitas y los malos extranjeros.
2.Por eso, la pregunta puede sonar de esta manera: «¿Cómo siendo hijo de José puede comportarse de esta forma?». Jesús aporta una novedad que le separa de los buenos ciudadanos, que quieren la gracia de Dios para ellos y la justicia o venganza para los de fuera. En este contexto se sitúa el refrán de Jesús que les responde diciendo, «un profeta no es bien recibido en su tierra» (Lc 4, 24), porque el profeta, si lo es de verdad, debe proclamar la gracia de Dios sobre todos (rompiendo así los límites estrechos de su tierra). Los gerasenos expulsaban a Jesús de su territorio (Mc 5, 1-20) y los escribas de Jerusalén le condenaban como endemoniado (Mc 3, 22-30). En esa línea se sitúa estos nazarenos, cuando advierten que Jesús, su paisano, ha universalizado el texto de Isaías, suprimiendo sus palabras finales de juicio, que suelen dirigirse contra los extranjeros:
-Isaías 61, 2situaba el jubileo en un contexto judicial de tipo israelita, proclamando así una “doble suerte”: un Año de Gracia de Yahvé, el Señor, para los fieles, un Día de Venganza de nuestro Dios, para los infieles. La profecía puede inscribirse así y se inscribe dentro de la experiencia nacional, ratificando la singularidad y elección del pueblo de la alianza, conforme a una visión de las dos "suertes" que el libro de Ester ha desplegado de un modo impresionante (triunfo para los judíos, destrucción para los enemigos). Desde esta perspectiva de la doble sanción (Año de Gracia, Día de Venganza), que puede aplicarse a gran parte de la teología "legalista", marcada por un tipo de talión (para los buenos el cielo, para los malos el infierno), este pasaje sigue dividiendo a los hombres, pues Dios les deja en manos de su propio juicio, marcado por la lucha entre lo buenos y los malos.
-En contra de eso, Lucas 4, 19 universaliza la parte positiva del mensaje de Isaías, indicando que Jesús ha proclamado las palabras de esperanza (Año de Gracia liberadora), prescindiendo del aspecto judicial, esto es, del Día de venganza de Dios. Eso significa que cesan los antiguos privilegios de los nazarenos ("buenos" judíos); las normas de la ley sacral se acaban y pierde su importancia la elección israelita que conducía al triunfo final de unos y a la derrota de otros. Estas palabras de Jesús se inscriben dentro de la lógica del Sermón de la Montaña que supera la oposición entre amigos (a quienes debe amarse) y enemigos (a quienes se combate o rechaza)[5].
Conforme a su lógica de elección y ventaja propia, los nazarenos rechazan el mensaje de Jesús. Suponen que la acogida y “gracia” que ofrece a los pobres (encarcelados) es buena, siempre que no ponga en peligro el privilegio de aquellos que siempre se han sentido buenos, esto es, de ellos, los nazarenos. La gratuidad es positiva, pero a condición de que siga ratificando el privilegio de quienes son dignos de ella, al servicio del propio sistema. Pues bien, Jesús ha roto ese esquema, ofreciendo perdón sin venganza, una libertad que desborda el nivel del buen sistema (de los nazarenos). Lógicamente, los partidarios (privilegiados) del sistema, representados aquí por los buenos nazarenos le condenan y quieren matarle porque rompe su seguridad, ofreciendo la curación y libertad a todos los (incluidos los enemigos seculares de Israel: fenicios y sirios).
Los colectivos religiosos, igual que los estados "legales", necesitan defender su identidad y para ello tienen que expulsar a los extraños o encerrarlos en la cárcel. Lógicamente, junto al “año de gracia” (para ellos), necesitan un "día de venganza" (para los enemigos). Así ha sido y así será. Los defensores de un tipo de iglesia o nación impositiva, los partidarios de unas minorías rectoras empeñadas e defender su identidad, tendrán que seguir apelando a la venganza o cárcel del sistema. Desde ese fondo se entiende la conclusión del texto. Los nazarenos se llenan de rabia y pretenden matar a Jesús, despeñándole del alto de una roca:
Jesús les dijo: «En verdad os digo: ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Muchas viudas había en Israel en los días de Elías...
y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo,
pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio». Y todos en la sinagoga se llenaron de ira cuando oyeron estas cosas, y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el que estaba edificada su ciudad para despeñarle. Pero Jesús, pasando por en medio de ellos, se fue (Lc 4, 28-29).
Para defender su actitud, Jesús apela a dos venerables de Israel (Elías y Eliseo), que eligieron y ayudaron precisamente a los paganos. Siguiendo en esa línea, Jesús ha ofrecido salvación universal a los antes oprimidos y expulsados, de manera que ha tenido que renunciar por gracia de Dios a la “venganza” del Señor. Es normal que los nazarenos (representantes de los buenos israelitas) se sientan defraudados, pues pierden sus ventajas anteriores, viniendo a ser como los otros. Quieren defender su propiedad; por eso se enfurecen e intentan lincharle.
Jesús se funda en la tradición de los milagros proféticos que Elías y Eliseo realizaron con enfermos extranjeros, desbordando las fronteras de Israel (cf. 1 Rey 17, 1.7-9; 18, 1; 2 Rey 5, 1-14). De esa forma, las mismas escrituras sagradas le permiten superar el egoísmo grupal de sus oyentes.
Los nazarenos, representantes de la buena ley nacional, apoyados por el orden de su estado (de su religión), rechazan esa interpretación universalista de Isaías y deciden matar a Jesús, a través de un juicio popular que se expresa a través de una violencia unánime, que se ha manifestado muchas veces a lo largo de la historia: el mismo pueblo, sin necesidad de magistrados superiores o jueces, de soldados o verdugos, toma de su mano la justicia, para lapidar a Jesús, de una forma unánime, pero Jesús logra liberarse y pasar de largo. J. P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico I-IV, Verbo Divino, Estella 1998-2005, ha mostrado y sigue mostrando de forma impresionante las conexiones de la historia de Jesús y la tradición profética de Elías-Eliseo,
Esta escena de linchamiento inicial (iniciático) nos sitúa en el centro del evangelio de Lucas (y de todo el Nuevo Testamento). No es un gesto casual. Los nazarenos no quieren matar a Jesús por asesino o violador, por adúltero o idólatra (como manda la ley israelita), sino por algo más profundo: porque pone en riesgo la distinción y seguridad legal del pueblo, ofreciendo el evangelio a los de fuera (a los antes rechazados), sin distinguir a nacionales y extranjeros, silenciando así la “venganza” de Dios contra estos últimos.
Normalmente, el orden de una sociedad se funda en la violencia y expulsión de los disidentes, de manera que así se distingan los buenos de los malos. Pues bien, al desenmascarar ese sistema de expulsión violenta, Jesús supera y destruye aquella distinción, viniendo a presentarse como peligroso para los que quieren conservar sus privilegios. Por eso, sus mismos paisanos intentan matarle y lo hacen precisamente porque son «buenos»: porque defienden la institución nacional, fundada en la distinción de legales e ilegales (de los que pueden vivir en libertad y de los encarcelados). Quien asume y pone en marcha un proyecto mesiánico de liberación de los encarcelados acaba siendo peligroso para un sistema social que se justifica su pretendida bondad (y su lógica de imposición) expulsando a los distintos (encarcelando a quienes lo "merecen")
- Ampliación temática: Evangelio de Dios, un mundo sin opresiones.
El hombre no ha sido hecho para que le apresen, ni para ser esclavo de otros (de Satán o de un Estado, de una ley o del dinero), sino para realizarse en libertad. Esto es lo que Jesús ha proclamado, esta su aportación, que aquí recuperamos desde la perspectiva de las cárceles. Según ley, las cárceles son necesarias; pero Jesús desborda ese nivel de ley, abriendo a través de los milagros un camino que las hace innecesarias. En esa línea, recreando en sentido universal el mensaje de Is 58 y 61, podemos afirmar que la religión verdadera y creadora es el amor a los necesitados (cf. Sant 1, 27; Mt 25, 31-36), un amor que le capacitó para mover la gran montaña (cf. Mc 11, 23) de la imposición que desemboca en el sistema carcelario, liberando a los creyentes para nuevas formas de existencia compartida, sin expulsión ni victimismo.
Los milagros son signo de gracia. Jesús no ha querido manipular a Dios o utilizarle a su provecho, sino que ha dejado que Dios sea divino, Padre que todo lo dispone con amor para los hombres. Por eso, el milagro supremo que él ofrece, la libertad que regala es misterio de gracia. Al mismo tiempo, esos milagros son gestos de comunión interhumana. Jesús no ha querido "comprar" a los otros con favores, no les ha obligado a responderle. Por compasión actúa, como portador de amor fuerte viene a revelarse, abriendo un camino de libertad universal, para que todos puedan comportarse como humanos. Sólo así, allí donde la gracia trasforma a los hombres, se puede superar el sistema carcelario.La ley no conoce milagros: ella es orden, talión que a cada uno le asegura en lo que tiene; por eso necesita cárceles y cepos para castigar y/o atar a los pretendidos culpables. Por el contrario, la gracia es siempre milagro y así rompe la barrera de la justicia legalista, capacitando a cada uno para regalar lo que tiene a los demás, como he destacado en Antropología Bíblica, Sígueme, Salamanca 1993, 255-338.
La misma actitud universal de Jesús, que quiere liberar a los encarcelados, le pone en riesgo de muerte, como indica la escena del linchamiento y como sigue mostrando el evangelio. No quiso provocar grandes signos externos, como otros profetas del tiempo (Teudas y un Egipcio), que prometieron detener las aguas del Jordán y/o cortar en dos el Monte de los Olivos. Su señal fue la entrega generosa de su vida, al servicio de la libertad de los demás. Por eso subió a Jerusalén como rey desarmado, entró en el templo y mostró que el tiempo de las sacralidades exteriores había terminado. Algunos de sus seguidores pudieron pensar que acabaría imponiendo su proyecto con magia sobrehumana. No lo hizo, sino que vivió y actuó como un hombre normal y así le vemos orando en soledad y angustia en el Huerto de los Olivos, agonizando y llamando a Dios desde la cruz, mientras le increpaban los buscadores de milagros exteriores: «Ay del que destruía el templo y lo edificaba en tres días. ¡Que se salve a sí mismo bajando de la cruz! ¡Es el Cristo, el rey de Israel! ¡Que baje ahora de la cruz para que veamos y creamos!» (Mc 15, 29.32). Pero Jesús no bajó, pues sus milagros habían sido y son distintos: son signo de una vida más alta que se expande en fe, por amor, no por la fuerza. Jesús no cura a los enfermos desde fuera, no resuelve por magia sus problemas, sino que les lleva al lugar donde ellos mismos (inocentes o culpables ante el mundo) puedan ponerse con su vida (enfermedad y violencia) en manos del Dios de la gracia y de la vida.
Pues bien, la misma fe sanadora se vuelve principio de comunión social. Ciertamente, dice a los enfermos «si crees puedes curarte o tú fe te ha salvado», pero esa fe no les encierra en sí mismos, sino que les hace capaces de compartir la vida con los otros. Jesús ha venido a solucionar la historia con juicio y cárcel, sino con un amor más fuerte, con un perdón más poderoso que todos los sistemas de opresión del mundo. El milagro se vuelve así fuente de amor. Un hombre inmortal no podría amar plenamente, ni dar su vida por los demás (como sucede en algunas versiones del mito superman). Jesús, en cambio, ha vivido el amor en forma plena y arriesgada, como podemos ver al compararle con el Sócrates platónico.
Desarrollo. Sermón de la llanura (Lc 6, 20-38)
1.Bienavnturanzas (6, 1-26) Libro, Sal Terrae 2021
- Amor al enemigo (6, 27-36). Libro Antropolgía Bíblica 2025
3.No juzgar
NOTAS
74 Relato biográfico, paradigma eclesial. Ofrece elementos de carácter genealógico y disputa de familia, en contexto de controversia social. Los nazarenos le rechazan, negando sus pretensiones mesiánicas. Así se vuelve apátrida, hombre sin apoyo de su gente. Ha tenido que romper sus raíces familiares y sociales, pero crea su grupo de discípulos, formando con ellos una comunidad mesiánica.
76 Para una visión general de la temática cf. B. J. Malina, El mundo del NT, EVD, Estella 1995; B. J. Malina, y R. Rohrbauch, Social-Science Commentary on the Synoptic Gospels, Fortress, Minneapolis 1992.
77 Cf. G. Vermes, Jesus el judío, Muchnik, Barcelona 1977, 25-26
78 La presentación metronímica de Jesús como hijo de María ha suscitado cuestiones de tipo social y teológico.
79 Tradición y textos han sido recogidos y estudiados con gran precisión exegética en O. H. Steck, Israel und das gewaltsame Geschick der Propheten (WMANT 23), Neukirchen 1967. Referencia a Abrahán como fundador de nueva familia, dejando tierra y parentela, en Barton, Discipleship 32, 42, 54.
[1] Sigue siendo ejemplar A. Trocmé, Jésus-Christ et la Révolution non Violente, Labor et Fides, Genève 1961. Para situar el texto en Lc, cf.: J. A. Fitzmyer, El evangelio según san Lucas, I-3. Cristiandad, Madrid 1986/7; F. Bovon, El evangelio según san Lucas. I. (Lc 1-9). 2. (Lc 9-14), BEB 85/6, Sígueme, Salamanca 1995 y 2002.
[2] Cierto judaísmo decía (y sigue diciendo) que la libertad completa es imposible en este mundo, porque no ha llegado "la hora", el hoy mesiánico de Dios: seguimos en tiempo de esperanza y resistencia, dominados por fuerzas opresoras; cuando llegue el Mesías cesarán las opresiones; se romperán las cárceles, andarán los cojos, verán los ciegos, habrá abundancia para todos los pobres de la tierra. Jesús, en cambio,proclama que el tiempo de libertad y plenitud ha llegado (cf. Lc 4, 21): se ha cumplido la Escritura, ha sonado el tiempo de la vida. Esta es la paradoja y novedad del evangelio: externamente hablando, sigue habiendo cojos y ciegos, encarcelados y oprimidos; pues bien, precisamente aquí, en este mundo de opresión, ha proclamado Jesús la libertad de Dios, la fiesta del gran jubileo.
[3]Muchas veces, la iglesia ha tendido a convertirse en una institución espiritualista, al servicio de unos bienes interiores y futuros de la humanidad que ella recibe de un modo pasivo. En contra de eso, este pregón de Jesús sólo se comprende y actualiza donde la iglesia se vuelve portadora (testimonio) de la libertad mesiánica del jubileo israelita.
[4] Esta palabra anterior de Jesús se abre y cumple por la iglesia. Entre el espiritualismo de aquellos que sólo la aplican en sentido interno (libertad del alma) y el materialismo de quienes suponen que sólo se podrá cumplir cuando llegue externamente el reino, se eleva el realismo mesiánico de aquellos cristianos que la toman como fuente de vida y programa de liberación universal. Como señal más visible de aquellos pobres y presos, ciegos y oprimidos del tiempo de Jesús de quienes trata el texto siguen sufriendo en nuestro tiempo los encarcelados.
[5] Jesús descubre esta la lógica de oposición en el mismo mensaje de fondo de Isaías donde Dios garantizaba su gracia a los buenos expulsados (ciegos, cautivos, oprimidos) pero anunciaba, al mismo tiempo, su venganza o desquite contra los adversarios. Así ofrece sólo un año de "gracia universal". Lógicamente, los "buenos" nazarenos se sienten discriminados. J. Klausner, Jesús de Nazaret. Su vida, su época, sus enseñanzas, Paidós, Barcelona 1991, ha mostrado de manera impresionante la novedad de esta lógica de Jesús desde (y en contra) del mismo judaísmo anterior.