(ET 4) H. de Lubac. Jesús no era Buda, Buda es un vacío

Vuelvo al tema del diálogo de las religiones, presentando hoy la figura de Henri de Lubac, que ha sido con Y. Congar uno de los teólogos católicos más significativos del siglo XX. Lubac ha comparado a Cristo y Buda, destacando las diferencias. Fue el único gran teólogo católico que estudió a fondo el budismo, para marcar al fin la diferencia y superioridad cristiana. Posiblemente, su postura (que es casi la postura oficial de la jerarquía católica de la actualidad) puede y debe ser superada.

Pero es fundamental conocerla y así la presentamos, recogiendo algunos párrafos de su obra sobre el budismo, que acaba de ser traducido al castellano: Budismo y Cristianismo, Sígueme, Salamanca 2006. Se ha dicho que al final del siglo XXI sólo quedarán sobre el mundo dos grandes figuras religiosas: Cristo y Buda. No es fácil saberlo. Pero es evidente que el Cristo y el Buda, el Mesías y el Iluminado, deberán dialogar a través de sus seguidores. Un momento importante en ese diálogo, desde el punto de vista cristiano, lo ofrece la obra de Lubac. A su juicio, Cristo es muy distinto de Buda, el cristianismo es “superior” al budismo. Pienso que su postura no es la definitiva, pero es bueno conocerla y así lo hago aquí en tres momentos: vida y obra de Lubac, comparación de budismo y cristianismo, preguntas abiertas. Quiero destacar desde ahora que quizá no es bueno comparar dos "sistemas" religiosos desde una perspectiva teológica, a partir de uno de ellos, como hace Lubac; quizá es mejor dejar que las mismas religiones dialoguen desde dentro, que se preguten y respondan, que busquen caminos compartidos...El tema que sigue está tomado de mi Enquiridion Trinitatis, Salamanca 2005 (págs. 575-581).

1. Vida y obra de H. de Lubac

H. de Lubac (1896-1991) fue ante todo historiador y estuvo por un tiempo “vetado” como Congar por la jerarquía. Pero insistió en la “diferencia cristiana” y fue rehabilitado, llegando a ser cardenal..

Lubac fue profesor de la Facultad de Teología de Lyon (1929-1961), condenado o vetado primero por el Vaticano, pero luego rehabilitado, de manera que actuó como experto en el Vaticano II (1962-1965) y fue miembro del primer grupo de la Comisión teológica internacional (1969-1974) y Cardenal Diácono de la Iglesia Romana (1983). Creó y dirigió, en 1942, con Jean Daniélou, la colección de Sources chrétiennes, realizando a través de ella uno de los mayores servicios a la historia de la teología (como podrá ver quien tenga en cuenta la procedencia de gran parte de los textos patrísticos citados en este Enquiridion). Fue director de la revista Recherches de science religieuse (Estrasburgo) y mantuvo un contacto muy intenso con los diversos movimientos culturales y espirituales del momento, sobre todo a mediados del siglo XX.
Como he dicho, durante un tiempo, en los años cincuenta, tuvo que abandonar sus actividades de tipo oficial, tras la publicación de una obra conflictiva y profética sobre el sentido de lo sobrenatural (Surnaturel, Études historiques, Théologie 8, Aubier-Montaigne, Paris 1946; relectura y reinterpretación en El misterio de lo sobrenatural, Encuentro, Madrid 1991), que algunos habían incluido dentro de la así llamada “Nouvelle Théologie” o Teología Nueva, a la que acusaron de romper la unidad escolástica de la doctrina cristiana y de introducir un pensamiento relativista, poco ontológico y preciso, dentro de la teología.
Al negar la separación sistemática que se venía estableciendo entre naturaleza y gracia, Lubac y los nuevos teólogos tenderían a rechazar el carácter absoluto del cristianismo, confundiendo en realidad las diversas religiones, introduciéndolas, una vez más, en una especie de proceso espiritual unitario de la humanidad. Pero Lubac no negaba la identidad cristiana sino que, para mantenerla, quería situarla dentro del la gran historia de diálogo del hombre con Dios que es la humanidad real y concreta, de la que formamos parte. Esto le sitúa ante el tema de las religiones, que él todavía plantea en línea de distinción y separación frente al cristianismo

Entre las obras de H. DE LUBAC, cf.: Catholicisme, les aspects sociaux du dogme, Unam sanctam, Cerf, Paris 1938, trad. esp. Catolicismo. Aspectos sociales del Dogma, Encuentro, Madrid 1988. Corpus mysticum. L'Eucharistie et l'Eglise au Moyen Age, étude historique, Théologie 3, Aubier-Montaigne, Paris 1944. Le Drame de l'humanisme athée, Spes, Paris 1944. Versión cast. El drama del humanismo ateo, Guadarrama, Madrid 1956 (2ª ed. Epesa, Madrid 1967). La rencontre du bouddhisme et de l'Occident, Aubier-Montaigne, Paris 1952. Amida, Aspects du bouddhisme, II, Seuil, Paris 1955. Méditation sur l'Eglise, Théologie 27, Aubier-Montaigne, Paris 1953, trad. esp. Meditación sobre la iglesia, Encuentro, Madrid 1988. Histoire et Esprit, L'intelligence de l'Ecriture d'après Origène, coll. "Théologie n° 16", Aubier-Montaigne, Paris 1950. Exégèse médiévale, Les quatre sens de l'Ecriture, Ière partie, Livres I-II, Théologie 41, Aubier-Montaigne, Paris 1959; IIième partie, Livre I, Théologie 42, 1961 y IIème partie, Livre II, Théologie 59, Paris 1964. La postérité spirituelle de Joachim de Flore, I-II, Lethielleux, Paris-Namur 1979 y 1981; trad. esp. La posteridad espiritual de Joaquín de Fiore I-II, Encuentro, Madrid 1999. Sobre H. de Lubac, cf. URS VON BALTHASAr y G. CHANTRAINE. Le Cardinal Henri de Lubac, l'homme et son oeuvre, Lethielleux, Paris 1983. AAVV Henri de Lubac et le mystère de l'Eglise, Actes du colloque du 12 octobre 1996 à l'Institut de France, "Études lubaciennes 1, Cerf, Paris 1999; JEAN-PIERRE WAGNER, Henri de Lubac, coll. "Initiations aux théologiens", Cerf, Paris 2001 (con bibliografía completa). N. CIOLA, Paradosso e mistero in Henry de Lubac Libreria Pont. Univ. Lateranense, Roma 1980; N. ETEROVIC, Cristianesimo e religioni secondo Henri de Lubac, Città Nuova, Roma 1981.


2. Textos sobre Budismo y Cristianismo

Los textos que ahora presentamos destacan la diferencia entre el Dios cristiano (afirmación personal, revelada en el Logos-Cristo) y el vacío budista, según H. de Lubac. Es evidente que no todos los teólogos actuales aceptan su interpretación negativa del budismo. No es necesario leer y entender todos los textos para seguir el argumento de este post, pues algunos de esos textos son complejos y necesitan un estudio histórico y teológico más hondo. Pero los he dejado así, tomándolos de mi traducción de Budismo y Cristianismo, Sígueme, Salamanca 2006.

(Amor frente al vacío). Si el Cristo ha venido para encender aquí abajo el incendio del amor, el Buda ha venido solamente para apagar “el fuego del odio, de la sed (de vivir) y de la ignorancia” (Mahavagga). Si para los cristianos el punto culminante del mundo y de la historia es el Calvario, el centro del universo budista es el árbol de Bodh-Gaya [cuerpo de apariencia de Buda]. El árbol de Buda y el árbol de la cruz, estos dos pilares cósmicos están hechos de una esencia diferente. A la finura de las especulaciones cristianas sobre el amor… responde el budismo del Gran Vehículo, con una sutileza todavía más refinada, con el refinamiento de las especulaciones del Vacío y de la Vacuidad del Vacío «donde podrá verse todo aquello que aparezca... Sea cual fuere la cosa que se muestre allí, no hay que creer en ella, hay que dejarla escapar. Esta es la regla que sea ha dado para llegar hasta la Bodhi (iluminación)... La apariencia, que no enmascara el Vacío, el Vacío que no suprime la apariencia... (Mahamudra Sutra, texto tibetano del siglo XVIII).

(No hay un Dios que ama). Los pensadores cristianos no han carecido, todos ellos, de audacia al rechazar las apariencias, ni al establecer de un modo metódico una “teología negativa”. Los más clásicos y los más autorizados han sido, al contrario, con frecuencia, los más audaces. A pesar de ello, en el cristianismo ha triunfado siempre la afirmación. Si no ha sucedido lo mismo en el budismo es porque allí falta el único fundamento: Dios, Amor creador. Toda la insuficiencia – toda la falsedad – de la religión budista proviene en principio de esto. El fracaso de esta inmensa aventura, el hundimiento de esta “barca” gigante, donde se ha embarcado la mitad de la humanidad, con el fin alcanzar la Liberación, tiene esta causa: más allá de las divinidades de la mitología o del animismo vulgar, Buda no ha sabido descubrir el Rostro del Dios de Caridad.

(Las corrupciones del budismo: Falta el Dios personal). Quizá más que ningún otro hombre, Buda se ha dado cuenta del problema del destino humano. Más que ningún otro, él ha llevado a buen término una pars purificans, por la cual los mismos cristianos le pueden estar agradecidos. Él ha evitado las vías engañosas, siempre tentadoras, de la superstición, de la ascesis mecánica, de la gnosis. Él ha descubierto que, más allá de la muerte a lo sensible, es necesario el despojamiento espiritual. Indudablemente, Buda no ha conseguido llegar a su meta. Sin la “plenitud” de la caridad, nadie podrá realizar jamás el “vacío” del despojamiento. Sin el sí, que sólo puede ser una respuesta, no puede pronunciarse de un modo definitivo el indispensable no. “Nadie puede salir de sí mismo sólo por sí mismo” (es decir, sin la ayuda de Otro, de Dios). Por eso, si la doctrina de Buda, a pesar de sus acentos de profunda humanidad, resulta de un rigor inhumano y si, como la historia lo ha mostrado de un modo abundante, ella ha estado fatalmente sujeta a las más graves corrupciones, eso parece lógico y casi inevitable... mientras no se haga presente la Idea personal, la Palabra divina – Jesucristo – de la cual nosotros vivimos actualmente.
(Páginas finales de la «La caridad budista», en Budismo y Cristianismo, Sígueme, Salamanca 2006. Texto original en Aspects du Boudhisme, Seuil, Paris, 1950)


(Buda no tiene ontología). El Darma permanece inefable en sí mismo, esto no se debe sólo a nuestra imperfección actual. Esto proviene del hecho de que el Darma es vaciedad en sí mismo. “Los bodisatvas que no aceptan esta vaciedad, se separan del Gran Vehículo en cuanto tal”. En verdad, “el Buda no ha enseñado nunca el Darma, ni a los bodisatvas, ni a los devas, ni a los hombres”. El Budal nunca ha salido de su reposo. Más aún, nunca ha resonado ninguna Palabra esencial: la Vacuidad del Darma no ha podido hacerse nunca objeto de ninguna afirmación ontológica.

(En el budismo no hay un Dios que hable). Incluso allí donde la cercanía resulta mayor, sigue habiendo un contraste absoluto. Buda no ha hablado nunca realmente –porque el Darma es vacío, lo mismo que el universo es vacío… Párale cristianismo Dios pronuncia desde toda la eternidad una Palabra en la cual se expresa a sí mismo, de un modo total: Semel locutus es Deus...

(Afirmación cristiana, negación budista). Sólo del lado cristiano triunfa la afirmación. Lo mismo al principio que al final de todo, no hay un Darma vacío, sino una Palabra sustancial. In principio erat Verbim [en el principio existía la Palabra]. Y a partir de esta única Palabra, decimos que la revelación de Dios a los hombres es real y que la encarnación entre los hombres es real. Et Verbum caro factum est [y el Verbo se ha hecho carne]…. En el cristianismo no puede darse nunca una sentencia como aquella de Candrakirti: “La vaciedad es el asilo contra todas las creencias, pero no se puede creer ni siquiera en esa vaciedad”. No podría imaginarse un equivalente cristiano para la doctrina sostenida por algunas sectas, de lógica audaz, según la cual, para obtener al fin la liberación, haría falta rechazar toda la enseñanza de Buda. “Cuando un hombre ha alcanzado la otra ribera, con la ayuda de una balsa ¿para qué necesita ya la embarcación? ¿La toma sobre sus hombres? O, más bien, ¿no la abandona después de haberla utilizado?.
(«Las diversas apariencias de Cristo y de Buda, en Budismo y Cristianismo, Sígueme, Salamanca 2006. Texto original en Aspects du Boudhisme, Seuil, Paris, 1950).

3. Preguntas abiertas

En la casa de mi madre he visto desde casi siempre un Buda al lado del Cristo. El Cristo estaba allí, el Buda lo trajo Mikel, mi hermano, de algún viaje de trabajo por la India o Indochina. Mi madre puso alguna objeción. Mikel le respondió: "déjales justos, no se reñirán, son buena gente y tienen que hablar". Como es evidente, no se riñeron. Quizá mi hermano era capaz de hacer y seguir un camino más allá del trazado por H. de Lubac. De ese camino tendremos que hablar en los días que siguen… trazando otras posibilidades del diálogo religioso. Las preguntas son:
1.¿Que aportan las diferencias que establece Lubac? ¿Se puede comparar a Buda y Cristo como él hace?
2.¿Se puede hablar de superioridad de una religión sobre otra?
3.¿Es el budismo al fin una negación, un puro docetismo¿ Hay algo positivo más allá de esa negación?
4. Cómo se integran negación y afirmación en el Cristianismo?
5. ¿Cómo se diferencian un Cristo y un Iluminado/Buda?

Si el tema importa, puedo presentar mañana o pasado una semblanza más amplia de H. de Lubac, que sigue siendo una referencia teológica fundamental para la Iglesia Católica y así me gustaría destacarlo.
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