Hebreo: un pueblo, una lengua, una Biblia
-- Se refiere a un pueblo (especialmente en el comienzo de la historia israelita).;
-- Se aplica a una lengua que se hablaba en la tierra de Canaán, antes de la "entrada" de los hebreos..., siendo después adoptada por los israelitas.
-- Se refiere finalmente a un libro, la Biblia Hebrea, escrito en esa lengua, y considerado canónico o sagrado por los judíos, y también por los musulmanes.
Trataré en lo que sigue de los tres sentidos de la palabra, vinculándolos entre sí, presentando algunas imágenes sobre cursos y estudios de hebreo bíblico.
Hebreo: Un pueblo.
Etimológicamente, hibrí o hebreo parece relacionarse con heber, que significa “el que (o lo que) está al otro lado” de una frontera; en ese sentido, los hebreos son en principio los “extranjeros”, aquellos que a la tierra desde fuera. Por extensión, ellos aparecen casi siempre como “siervos” o sometidos.
Conforme a la genealogía bíblica, Heber (padre/antepasado epónimo de los hebreos) era descendiente de Sem y antepasado de Abraham (cf. Gen 10, 21-24; 11, 14-17) y su nombre puede aplicarse a varios pueblos o grupos humanos, entres los que suelen citarse en especial los antepasados de los israelitas.

Es posible que la palabra esté relacionada con los habiru o apiru, emigrantes pobres, mercenarios inquietos y/o campesinos turbulentos que amenazan con romper el equilibrio feudal de Egipto y de las ciudades cananeas, entre el XV y el XII a. C. Aparecen citados en numerosas fuentes orientales, pero sobre todo en los textos egipcios de El-Amarna (siglo XIV a.C.), con el sentido de “gente de paso”, seminómadas pobres, que constituyen una amenaza en las fronteras orientales del país.
Podemos pensar que los “hebreos” del principio de Israel, formaban parte de esos “habiru” y que ellos salieron de Egipto entre el siglo XIII-XII a.C. Lógicamente, la palabra tuvo (y puede seguir teniendo) un sentido despectivo, aplicada a grupos de emigrantes, a menudo pobres, sin tierra fija.
Se suele supone que algunos grupos de aquelloa hebreos antiguos, de emigrantes pobres y a menudo peligrososw, salieron de Egipto entre el siglo XIII y XII a. de C. Muchos les han seguido presentando como un proletariado social y militar: grupos de personas dislocadas, que pueden venderse al mejor postor o que toman la justicia por su mano. Ellos debieron tener una experiencia especial de Dios (de lo sagrado) en el camino de de éxodo o salida de Egipto.
Los hebreos formaron según eso grupos de antepasados de Israel. Posteriormente, la Biblia no emplea, en general, esa palabra para hablar de los "israelitas", es decir, los componentes del pacto de tribus que forman el pueblo de Dios, asentado ya en Israel. De todas formas, esa palabra puede seguir empleándose para grupos de pobres o emigrantes del entorno de Israel.
Imágenes:
1. Gramática hebrea de Martín. M. de Cantalapiedra (1519-1579), de los hebraistas acusados a la inquisición, en la Univ. de Salamanca
2. Texto moderno de Hebreo
3-4. Dos profesores y cursos de hebreo en la actualidad
Hebreo, una lengua.
La palabra hebreo alude también a una lengua hablada en la tierra de Canaán en el primer milenio a.C. Forma parte del grupo semítico occidental, como el ugarítico y el arameo, y suele englobarse en el conjunto lingüístico “cananeo”, que tendría diversas variantes: fenicio, moabita, edomita, amonita, hebreo y púnico (que aún se hablaba en el norte de África en el siglo V d.C.).
Está emparentada con las lenguas semíticas orientales (como el acadio, ya extinguido) y con las semíticas meridionales (como el árabe y el etíope). No fue la lengua original de los hebreos (ni de los israelitas), sino que ellos la tomaron de la tierra a la que entraron (o en la que empezaron a formarse como pueblo) en torno al siglo XI-X a.C.
Por eso, en principio, no se llamaba “hebreo”, sino “lengua de Canaán” (cf. Is 19, 18); también se le puede llamar “judío” o lengua de Judea (como aparece en 2 Rey 18, 26. 28; Is 36, 11-13). Fue durante mucho tiempo la lengua usual de la tierra de Canaán (de los judíos y de sus vecinos) y no tenía carácter sagrado. En aquel momento apenas se distinguía de las demás formas o dialectos semíticos de la zona (moabita, amonita etc.).
Sólo con la fijación de la Escritura (Biblia*), el hebreo vino a tomar un carácter sagrado, especialmente cuando (a partir del siglo IV a.C.) una mayoría de la población del entorno (desde Mesopotamia hasta Palestina) empezó a comunicarse en arameo (sirio) convertido (con y frente al griego) en lengua franca del oriente (hasta la supremacía musulmana, por terminó imponiendo el árabe). En la actualidad sólo medio millón de cristianos hablan arameo o lo emplean en la liturgia (sobre todo en algunas zonas de Siria).
Pero el hebreo no sólo ha pervivido como lengua sagrada y cultural de los judíos (propia del estudio de la Biblia y de la liturgia) y como lengua “culta” de los investigadores de la Biblia, sino que ha vuelto a convertirse (de manera actualizada) en lengua viva de los habitantes del Estado de Israel. Los cristianos siguen editando y estudiando la Biblia (su Antiguo Testamento) en hebreo, pero ya no lo toman como lengua normativa, pues ellos realizan su liturgia en sus propias lenguas, a las que se ha traducido desde antiguo la Biblia (empezando por el arameo, el griego y el latín…). Por el contrario, para los judíos el hebreo sigue siendo lengua esencial de su Escritura y su liturgia.
En la actualidad, todas las lenguas semíticas occidentales han desaparecido de hecho, sustituidas por el árabe. Queda sólo medio millón de cristianos que hablan arameo o lo emplean en la liturgia (sobre todo en algunas zonas de Siria). Pero el hebreo no sólo ha pervivido, por la Biblia y por los estudios de la Biblia, que se han seguido haciendo a lo largo de los siglos, sino que ha vuelto a recuperarse, convirtiéndose en lengua viva del Estado de Israel. Los cristianos siguen editando y estudiando la Biblia (su Antiguo Testamento) en hebreo, pero ya no lo toman como lengua normativa, pues ellos realizan su liturgia en sus propias lenguas, a las que se ha traducido desde antiguo la Biblia (empezando por el arameo, el griego y el latín…). Los judíos, en cambio, siguen tomando el Hebreo de su Biblia como lengua sagrada y así lo estudian y utilizan en su culto.
Hebrea, una Biblia
Tras la destrucción de los reinos (Samaría: 721 a.C.; Jerusalén 576 a.C.), dos grupos “judíos” (deuteronomistas y sacerdotes, en comunión los “samaritanos”, del antiguo Israel), por impulso (y quizá mandato) de los persas fijaron por escrito sus recuerdos y sus normas de vida en un libro instituyente, que vino a llamarse Torah, Ley o norma de vida del pueblo, llamado Pentateuco por estar fijado en cinco rollos (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Un libro de identidad política, bajo los persas:
Había en Israel tradiciones y pequeños textos , con relatos patriarcales y recuerdos del éxodo, crónicas de reyes, códigos de leyes, oráculos proféticos, salmos, colecciones de sabiduría, pero no una Escritura canónica, como expresión de identidad nacional. En esa línea, para conceder autonomía a los judíos (tras el 539 a.C., y en especial a principios del siglo V) el poder persa les exige que presenten una ley o constitución nacional, que será el Pentateuco, la Torah judía, llamada en griego Biblia (el libro por excelencia).
Esta fijación escrita del primer “canon escrito”, en lengua hebrea, ha marcado la historia cultural y religiosa de occidente, pues en torno y a partir de primer Libro se fue escribiendo y codificando entre el V el II a.C. el conjunto de de libros de la Biblia Hebrea, que los cristianos suelen llamar Antiguo Testamento.
Los israelitas, que corrían el riesgo de quedar anegados en la marea de los imperios mundiales (egipcios y asirios, babilonios y persas), que habían amenazado por tres siglos su identidad decidieron mantenerla, es decir, recrearla (descubrirla y trazarla para el futuro), para identificarse y mantenerse como pueblo, a la luz de un Dios que les guía y se llama Yahvé, el que es.
Con ese fin, de forma sorprendente, empezaron escribiendo un Libro, de manera que su identidad y su aportación al mundo no fue un imperio como otros, sino la exploración del sentido y tarea de la vida humana, a partir de Yahvé, su Dios, fijándola en en un libro de “Ley”, al que seguirán libros histórico-proféticos (Nebiim) y otros escritos de diverso tipo (Ketubim).
Ese canon bíblico hebreo se fue componiendo y fijando en un largo proceso, que había empezado con el texto hebreo del Pentateuco (siglo V a.C.), al que siguieron los libros proféticos y los escritos (fijados entre el siglo IV y el II a.C.)


Dr. Frantz St.Iago Peretz i Bennazar, Ph.D. (Santiago)
Philosophy+74
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