Gallardón pretende engañar a los Católicos
El Ministro de Justicia ha dimitido, y mucha gente dice que lo ha hecho por coherencia porque su proyecto de reforma del aborto no cuenta con el apoyo del Gobierno de la Nación del que forma parte. Ya casi nadie se acuerda de que la Comunidad de Madrid que dirigieron Alberto Ruíz Gallardón y Esperanza Aguirre ha estado financiando abortos durante años en la región. Esto no se nos debe olvidar, pues han sido directos responsables de hacer todo lo contrario de lo que ahora predican.
Gallardón adopta una retirada táctica, porque no hay retirada definitiva para quien ya desde su época de alumno del colegio de los jesuitas desea ser presidente del Gobierno. Lo que me enoja de todo este asunto es que de nuevo se quiera engañar al electorado católico español. Las dimisiones por actos de coherencia en la política española son contadísimas (sólo recuerdo el caso de Jaime Mayor Oreja), para deducir esta noble conducta, en católicos que no están dispuestos a hacerse cómplices por acción u omisión de la corrupción política y de la dilapidación patrimonial y moral de los españoles, obligados a mantener el bienestar del Estado y no a ver garantizado con sus impuestos, el Estado del bienestar.
Gallardón prepara la alternativa a Rajoy, para cuando el PP supuestamente pierda las elecciones y estalle la crisis dentro del Partido, en el que, por cierto, siempre me arrepentiré haber militado. Su mayor baza será la de erigirse como defensor de una Reforma del Aborto, que seguiría siendo insatisfactoria, porque nunca fue diseñada para proteger la natalidad sino para atenuar el aborto libre y subvencionado hasta ahora vigente. Y pretende hacerlo además, erigiéndose como líder dentro del PP de los sectores católicos, si es que aún le quedan, ante la segura crisis que avecina al Partido.
Gallardón y su homónima Esperanza Aguirre son muy astutos, pero no tanto como quienes juzgan por los actos y no por las palabras. Sus vidas particulares sonrojarían a más de uno, y la gestión pública que han llevado a cabo tiene mucho que objetar. No se puede confundir lo que se parece con lo que se es. A los católicos se nos ha machacado desde el Concilio Vaticano II con la integridad debida de Fe y Vida. Debemos perfectamente identificar al que predica sin dar trigo, y no podemos, sino que debemos rechazarle. Se puede estar de acuerdo con lo que un político dice, pero se puede estar totalmente en desacuerdo con lo que ese político hace.Es cuestión de madurar en nuestro juicio político para no dejarnos engañar.
Cuando la unidad del Estado español es severamente amenazada, cuando asistimos a una profunda crisis de autoridad y legitimidad de las instituciones políticas, podemos decir que nos hemos despojado de la ingenuidad de creer que el pueblo español delega su soberanía en políticos honorables.
Los católicos españoles aspiramos hoy en España a vernos realmente representados en las instituciones políticas, como ya lo estamos en la sociedad civil. Es el momento de la acción política. Sin aspirar a gobernar y sólo aspirando a ser dignamente representados, por políticos que a lo largo de su vida hayan mantenido una auténtica coherencia entre Fe y Vida particular. Es el momento de desenmascarar a estos creyentes, que en lo único que han creído es en servirse de los demás para su beneficio particular.
Si los católicos españoles tenemos que mantener una Defensa del No Nacido eficaz, empecemos a defender la política de natalidad como política que debe mantener el Estado y el Pueblo español para garantizar la supervivencia de la solidaridad inter-generacional que financia la Seguridad Social. Hablemos del ABORTO y de la SEGURIDAD SOCIAL. Digamos que esta nefasta política y reivindicatoria anti-natalidad tiene ya horribles consecuencias socio-económicas. Si los españoles sólo pensamos en nuestro presente no tendremos futuro. Hay que romper con el inmediatismo.
Lo que es paradójico es que mientras unos defienden el mal llamado derecho al aborto, haya muchos y muchas más que se angustien ante el hijo/a que no llega, el hijo/a que no se adopta, y la familia estable que no se forma. BASTA YA DE FALSAS REALIDADES. Pongamos las cosas en su sitio.
SON REALIDADES SILENCIADAS. Que el embarazo de una mujer constituye un motivo común de despido. Que padres y madres sean represaliados o impedidos a la hora de acogerse a un permiso de paternidad/maternidad. Que padres se angustien económicamente porque no existen ayudas de guardería ni guarderías públicas, y a los que no les salen las cuentas cuando quieren tener niños. Que se haya metido tanto miedo a las personas, que se trague con lo intragable. Que se consiga un trabajo que sirve para ir tirando y no para formar una familia. Que se esté quedando gente valiosa en la cuneta cuando debería seguir aportando a la sociedad. Que se nos trate como esclavos o como memos en vez de cómo personas dignas, libres y responsables.
Nosotros no Podemos, nosotros Debemos formar parte destacada de la conciencia viva de este país. El valor del compromiso social de los católicos y el certero diagnóstico de las patologías sociales, nos hace creíbles. Es el momento de que denunciemos a quien predica sin dar trigo, y es el momento de pasar el micrófono a quien lo da, porque no Podemos, sino que Debemos anticiparnos a lo que ha de venir y está viniendo.
La revolución cristiana viene desde dentro de la persona, donde se halla el espíritu humano en el que Dios, su creador, mora, y no desde arriba -el Estado- o desde abajo –el Mercado- . Ni más Estado ni más Mercado. Personas dignas y libres, responsables, formadas en valores espirituales y con juicio crítico, comprometidas con el bien ajeno, que es el bien común. Personas constructivas, es lo que necesita España.
Nada se puede esperar de quien pretende cambiar las cosas destruyendo, sin auto-crítica, sin respetar a quien piensa distinto y sin asumir la propia responsabilidad en las causas que han originado la actual situación (sistémicas y personales). Nada de quien de forma deshonesta es incapaz de abordar como causa de los males de nuestra sociedad, la pérdida de principios morales y del sentido de la autoridad, que no hay que confundir con el autoritarismo, diciendo a la gente aquello que quiere escuchar pero no aquello que necesita escuchar.
El relativismo moral ha conseguido difuminar la frontera entre lo bueno y lo malo, y para ello, tanto el Mercado como el Estado, han erosionado a la verdadera formadora de las conciencias, que no es la Iglesia, sino la Familia.
Todos sabemos por qué hemos llegado a esta situación. Todos hemos aprendido las auténticas reglas del juego, sucio como ha sido siempre, pero ahora con mejor formación e información.
Los católicos españoles hemos madurado lo suficiente para crear una conciencia autónoma de comunidad política que se concrete en un partido cristiano que garantice nuestra representación en el Poder Legislativo. Es necesario conciliar y reconciliar, desprecio el término consensuar, las posturas moderadamente socialistas, liberales y tradicionalistas de los católicos españoles políticamente activos. Este es el momento que juzgará propicio la Historia en un futuro, para que la Doctrina Social de la Iglesia sea conocida entre los españoles, y el momento en el que el cristianismo sin clericalismos, deba ser despertado en la conciencia moral del pueblo español. ES HORA DE FORMAR UN MOVIMIENTO POLITICO CRISTIANO EN ESPAÑA, con lo que ya hay y con lo que está por venir.
Gallardón adopta una retirada táctica, porque no hay retirada definitiva para quien ya desde su época de alumno del colegio de los jesuitas desea ser presidente del Gobierno. Lo que me enoja de todo este asunto es que de nuevo se quiera engañar al electorado católico español. Las dimisiones por actos de coherencia en la política española son contadísimas (sólo recuerdo el caso de Jaime Mayor Oreja), para deducir esta noble conducta, en católicos que no están dispuestos a hacerse cómplices por acción u omisión de la corrupción política y de la dilapidación patrimonial y moral de los españoles, obligados a mantener el bienestar del Estado y no a ver garantizado con sus impuestos, el Estado del bienestar.
Gallardón prepara la alternativa a Rajoy, para cuando el PP supuestamente pierda las elecciones y estalle la crisis dentro del Partido, en el que, por cierto, siempre me arrepentiré haber militado. Su mayor baza será la de erigirse como defensor de una Reforma del Aborto, que seguiría siendo insatisfactoria, porque nunca fue diseñada para proteger la natalidad sino para atenuar el aborto libre y subvencionado hasta ahora vigente. Y pretende hacerlo además, erigiéndose como líder dentro del PP de los sectores católicos, si es que aún le quedan, ante la segura crisis que avecina al Partido.
Gallardón y su homónima Esperanza Aguirre son muy astutos, pero no tanto como quienes juzgan por los actos y no por las palabras. Sus vidas particulares sonrojarían a más de uno, y la gestión pública que han llevado a cabo tiene mucho que objetar. No se puede confundir lo que se parece con lo que se es. A los católicos se nos ha machacado desde el Concilio Vaticano II con la integridad debida de Fe y Vida. Debemos perfectamente identificar al que predica sin dar trigo, y no podemos, sino que debemos rechazarle. Se puede estar de acuerdo con lo que un político dice, pero se puede estar totalmente en desacuerdo con lo que ese político hace.Es cuestión de madurar en nuestro juicio político para no dejarnos engañar.
Cuando la unidad del Estado español es severamente amenazada, cuando asistimos a una profunda crisis de autoridad y legitimidad de las instituciones políticas, podemos decir que nos hemos despojado de la ingenuidad de creer que el pueblo español delega su soberanía en políticos honorables.
Los católicos españoles aspiramos hoy en España a vernos realmente representados en las instituciones políticas, como ya lo estamos en la sociedad civil. Es el momento de la acción política. Sin aspirar a gobernar y sólo aspirando a ser dignamente representados, por políticos que a lo largo de su vida hayan mantenido una auténtica coherencia entre Fe y Vida particular. Es el momento de desenmascarar a estos creyentes, que en lo único que han creído es en servirse de los demás para su beneficio particular.
Si los católicos españoles tenemos que mantener una Defensa del No Nacido eficaz, empecemos a defender la política de natalidad como política que debe mantener el Estado y el Pueblo español para garantizar la supervivencia de la solidaridad inter-generacional que financia la Seguridad Social. Hablemos del ABORTO y de la SEGURIDAD SOCIAL. Digamos que esta nefasta política y reivindicatoria anti-natalidad tiene ya horribles consecuencias socio-económicas. Si los españoles sólo pensamos en nuestro presente no tendremos futuro. Hay que romper con el inmediatismo.
Lo que es paradójico es que mientras unos defienden el mal llamado derecho al aborto, haya muchos y muchas más que se angustien ante el hijo/a que no llega, el hijo/a que no se adopta, y la familia estable que no se forma. BASTA YA DE FALSAS REALIDADES. Pongamos las cosas en su sitio.
SON REALIDADES SILENCIADAS. Que el embarazo de una mujer constituye un motivo común de despido. Que padres y madres sean represaliados o impedidos a la hora de acogerse a un permiso de paternidad/maternidad. Que padres se angustien económicamente porque no existen ayudas de guardería ni guarderías públicas, y a los que no les salen las cuentas cuando quieren tener niños. Que se haya metido tanto miedo a las personas, que se trague con lo intragable. Que se consiga un trabajo que sirve para ir tirando y no para formar una familia. Que se esté quedando gente valiosa en la cuneta cuando debería seguir aportando a la sociedad. Que se nos trate como esclavos o como memos en vez de cómo personas dignas, libres y responsables.
Nosotros no Podemos, nosotros Debemos formar parte destacada de la conciencia viva de este país. El valor del compromiso social de los católicos y el certero diagnóstico de las patologías sociales, nos hace creíbles. Es el momento de que denunciemos a quien predica sin dar trigo, y es el momento de pasar el micrófono a quien lo da, porque no Podemos, sino que Debemos anticiparnos a lo que ha de venir y está viniendo.
La revolución cristiana viene desde dentro de la persona, donde se halla el espíritu humano en el que Dios, su creador, mora, y no desde arriba -el Estado- o desde abajo –el Mercado- . Ni más Estado ni más Mercado. Personas dignas y libres, responsables, formadas en valores espirituales y con juicio crítico, comprometidas con el bien ajeno, que es el bien común. Personas constructivas, es lo que necesita España.
Nada se puede esperar de quien pretende cambiar las cosas destruyendo, sin auto-crítica, sin respetar a quien piensa distinto y sin asumir la propia responsabilidad en las causas que han originado la actual situación (sistémicas y personales). Nada de quien de forma deshonesta es incapaz de abordar como causa de los males de nuestra sociedad, la pérdida de principios morales y del sentido de la autoridad, que no hay que confundir con el autoritarismo, diciendo a la gente aquello que quiere escuchar pero no aquello que necesita escuchar.
El relativismo moral ha conseguido difuminar la frontera entre lo bueno y lo malo, y para ello, tanto el Mercado como el Estado, han erosionado a la verdadera formadora de las conciencias, que no es la Iglesia, sino la Familia.
Todos sabemos por qué hemos llegado a esta situación. Todos hemos aprendido las auténticas reglas del juego, sucio como ha sido siempre, pero ahora con mejor formación e información.
Los católicos españoles hemos madurado lo suficiente para crear una conciencia autónoma de comunidad política que se concrete en un partido cristiano que garantice nuestra representación en el Poder Legislativo. Es necesario conciliar y reconciliar, desprecio el término consensuar, las posturas moderadamente socialistas, liberales y tradicionalistas de los católicos españoles políticamente activos. Este es el momento que juzgará propicio la Historia en un futuro, para que la Doctrina Social de la Iglesia sea conocida entre los españoles, y el momento en el que el cristianismo sin clericalismos, deba ser despertado en la conciencia moral del pueblo español. ES HORA DE FORMAR UN MOVIMIENTO POLITICO CRISTIANO EN ESPAÑA, con lo que ya hay y con lo que está por venir.