"Jesús no nos ahorra las contrariedades, pero sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas" Francisco admite que existe "una única solución, pacífica" para frenar las guerras: "Negociar"
"Recemos por la paz: Palestina, Gaza, norte del Congo… oremos por la paz. La paz en la martirizada Ucrania que sufre tanto, que llegue la paz"
Tras la tempestad, los discípulos son "más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio"
"No los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro"
"Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos"
"No los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro"
"Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos"
En un Angelus que rumores (no confirmados) de consistorio a la vista, y con algo de viento que movía sus folios, el Papa Francisco glosó la imagen del Evangelio de este domingo, la de la tempestad con Jesús y sus discípulos en la barca, con una llamada a la confianza en la fuerza de la fe, y una pregunta para tiempos de tribulación: "¿Me dejo arrollar por la agitación?".
Tal y como recordó Bergoglio, la noche anterior "Jesús mismo había dicho a los discípulos que subieran a la barca y cruzaran el lago". "Tenían experiencia, eran pescadores y ése era su ambiente de vida; pero una tormenta podía ponerles en dificultades. Parece que Jesús quiere ponerlos a prueba", explicó el Papa.
Sin embargo, "no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilo, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro". ¿Por qué hace así?
"Para fortalecer la fe de los discípulos y hacerlos más valientes", respondió el Papa, explicando cómo después de este episodio, los compañeros del Maestro son "más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio".
"No nos ahorra las contrariedades, pero sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas"
"Habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos", recordó Francisco. Algo similar, apuntó, "hace Jesús con nosotros, particularmente en la Eucaristía". "Nos reúne en torno a Sí, nos da su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a ponernos en camino, a transmitir a todos lo que hemos oído y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida cotidiana, incluso cuando es difícil".
"No nos ahorra las contrariedades, pero sin abandonarnos nunca, nos ayuda a afrontarlas. Así también nosotros, superándolas con su ayuda, aprendemos cada vez más a abrazarnos a Él, a confiar en su poder, que va mucho más allá de nuestras capacidades, a superar incertidumbres y hesitaciones, cerrazones y prejuicios, con valentía y grandeza de corazón, para decir a todos que el Reino de los Cielos está presente, está aquí, y que con Jesús a nuestro lado podemos hacerlo crecer juntos más allá de todas las barreras," glosó el Papa.
Al final de su reflexión, y antes del rezo, Francisco preguntó: "En tiempos de prueba, ¿soy capaz de hacer memoria de los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor? Cuando llega alguna tormenta, ¿me dejo arrollar por la agitación, o me aferro a Él para encontrar la calma y la paz en la oración, en el silencio, en la escucha de la Palabra, en la adoración y en el compartir fraterno de la fe?".
Al término del rezo de la oración mariana, el Papa saludó a todos los presentes, y volvió a clamar "seguir rezando por la paz, especialmente por Ucrnaia, Paletina, Israel. Miro la bandera de Israel, la vi en balcones de casas"
"Recemos por la paz: Palestina, Gaza, norte del Congo… oremos por la paz. La paz en la martirizada Ucrania que sufre tanto, que llegue la paz", improvisó el Pontífice, quien añadió que "el Espíritu Santo ilumine las mentes de los gobernantes e infunda en ellos sabiduría y sentido de responsabilidad, para evitar toda acción o palabras que alimenten los desencuentros, y apuntar hacia una única solución, pacífica, que hay que negociar".
Finalmente, el Papa también recordó al padre Manuel Blanco, quien fuera su confesor y que falleció esta semana.