"Que Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a Irak" "Trabajen juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie"
Francisco se va feliz de Irak. Un viaje peligroso, por la pandemia, por las amenazas terroristas, por quince meses sin contacto con el público. Porque la vida ya no será igual tras el coronavirus. Pero en Irak saben bien de sufrimiento, y también de esperanza
"Nuestros mártires resplandecen juntos, estrellas en el mismo cielo. Desde allí arriba nos piden caminar juntos, sin vacilar, hacia la plenitud de la unidad"
"Salam, salam, salam. Shukrán! [Gracias] Que Dios los bendiga a todos. Que Dios bendiga a Irak. Allah ma’akum! [Que Dios esté con ustedes]". Las últimas palabras del Papa en Irak fueron un clamor por la esperanza, por la convivencia. Con una petición clara: "Trabajen juntos en unidad por un futuro de paz y prosperidad que no discrimine ni deje atrás a nadie".
Francisco se va feliz de Irak. Un viaje peligroso, por la pandemia, por las amenazas terroristas, por quince meses sin contacto con el público. Porque la vida ya no será igual tras el coronavirus. Pero en Irak saben bien de sufrimiento, y también de esperanza. Y así lo quiso demostrar antes de dejar el altar del estadio de Erbil, ante diez mil almas que lo aclamaban como el hombre que vino a decirles que la paz, el perdón y la reconciliación son posibles.
"Se acerca el momento de regresar a Roma. Pero Irak permanecerá siempre conmigo, en mi corazón", clamó Bergoglio. "Les aseguro mi oración por este amado país. Rezo, de manera especial, para que los miembros de las distintas comunidades religiosas, junto con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, cooperen para estrechar lazos de fraternidad y solidaridad al servicio del bien común y de la paz".
Entre los saludos finales, a Su Santidad Mar Gewargis III, Catholicós-Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente, "que reside en esta ciudad y que nos honra con su presencia". Junto a él, el Papa quiso abrazar "a los cristianos de las distintas confesiones, muchos de los cuales aquí han derramado su sangre sobre el mismo suelo. Pero nuestros mártires resplandecen juntos, estrellas en el mismo cielo. Desde allí arriba nos piden caminar juntos, sin vacilar, hacia la plenitud de la unidad".
También, a todos los organizadores de este magnífico viaje, al pueblo iraquí y al pueblo kurdo. "Expreso mi profunda gratitud al Gobierno y a las autoridades civiles por su indispensable contribución; agradezco a todos los que, de diversas maneras, han colaborado en la organización del viaje, y a los numerosos voluntarios. Gracias a todos".
"En estos días vividos junto a ustedes, he escuchado voces de dolor y de angustia, pero también voces de esperanza y de consuelo", señaló, agradeciendo la labor de las iglesias locales, las ONG y demás instituciones, "que asisten a la gente de este país en la obra de reconstrucción y recuperación social". Que, juntos, han permitido hacer realidad el sueño de Francisco.
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