Bergoglio se ha convertido en un 'primus inter pares' de los líderes mundiales El 2020 de Francisco: de la nueva Constitución a los desafíos globales
El pontífice publicará el año próximo uno de los documentos más importantes de su pontificado : la nueva carta magna que institucionalizará sus cambios en la Curia
Al mismo tiempo, el fracaso de la COP25 lo deja como líder de referencia para los temas ambientales mientras prepara la exhortación sobre la Amazonía
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
En apenas dos meses y medio, se cumplirán (¡ya!) siete años de la elección de Jorge Mario Bergoglio como el Papa 266 de la Iglesia. Un nuevo aniversario de un pontificado que por intensidad y originalidad da la sensación de haber superado ya la década.
Pero, como cada año, los desafíos aparecen renovados y cada vez más complejos para un Francisco que aparece cada vez más con la impresión de estar eligiendo minuciosamente los frentes en los que se propone iniciar procesos de cambios, ya con una comprensión total de hasta qué punto la estructura que lo rodea a diario es al mismo tiempo una ayuda (las menos de las veces) o una carga (las más) para esa esperada y necesaria reforma que quiere dejar como legado.
Dos textos fundamentales
Y en ese marco el primer semestre de 2020 debería traer dos escritos que, cada uno en su nivel, van a ser claves en la institucionalización de los procesos de reforma, primer paso para esa deseada “irreversibilidad” de los cambios impulsados que Bergoglio imaginaba como horizonte de su magisterio.
El más importante será la nueva Constitución Apostólica, la esperada “Prediquen el Evangelio” por la que ha reunido ya 32 veces a sus cardenales asesores, primero en el formato C8, luego C9 y finalmente C6. La paradoja del nuevo texto, que más que incorporar grandes reformas ajustará a derecho canónico una larga lista de decretos y motus proprios ya emitidos por el Papa, es que su demora es síntoma de su necesidad: planeada originalmente para inicios de 2019, ha encontrado resistencias en la Curia que han postergado su aprobación final, basada en la sinodalidad que busca imprimirle Francisco a la Iglesia del futuro.
Entre las novedades más grandes (más allá de los cambios de nomenclaturas), estará la de poner de relieve el carácter Evangelizador de la misión de la Iglesia y de la Curia. De importancia será también la incorporación de toda la nueva legislación en materia de lucha a la pederastía promulgada por Bergoglio, incluida la reciente abolición del secreto pontificio, y un fuerte empoderamiento de la figura del Secretario de Estado, que pasará a parecerse más a un Primer Ministro de los regímenes occidentales.
El segundo texto que tendrá importancia es la exhortación apostólica tras el Sínodo de la Amazonía de octubre pasado. El reciente fracaso de la diplomacia internacional en la COP25 de Madrid volvió a dejar al pontífice como el primus inter pares de los líderes mundiales en la batalla contra el calentamiento global. Y, en ese marco, las palabras sobre la conservación de la Casa Común de la personalidad más respetada del mundo (según el último sondeo global de Gallup) serán un hecho ya no solo evangélico, sino político, de magnitud planetaria.
China, elecciones USA, Brasil y Argentina, cuatro pruebas
El plano internacional, en tanto, traerá cuatro pruebas importantes para el Papa. La primera será la nueva tanda de ordenaciones episcopales que se esperan desde China, luego del acuerdo provisorio de septiembre de 2018, y considerando que en los primeros 15 meses desde su firma solo fueron ordenados dos obispos.
¿Cómo seguirá esa relación? Por fuera del acuerdo, el vínculo ha tenido pasos de avance y retroceso permanentes: el Vaticano pudo, por ejemplo, estar presente con un stand en la Expo Beijing de Horticultura de este año, pero nunca llegó la autorización de Beijing para imprimir y repartir copias de Laudato si’ a los asistentes. El Museo Vaticano pudo exponer, sí, sus obras en la Ciudad Prohibida de Beijing, pero nunca se logró la originalmente planteada exposición de obras chinas dentro de los Muros. En ese marco, las futuras designaciones, y el avance de otros temas burocráticos (como el acuerdo sobre cuántas diócesis debería haber en el gigante asiático) tendrán en 2020 una prueba de fuego.
El continente americano, para el que Bergoglio pidió “esperanza” en Navidad, también traerá frentes que observar con atención. El de mayor relevancia se dará la segunda semana de noviembre, con las elecciones en Estados Unidos. Si bien muchos altos cargos del Vaticano reconocen que había a decir verdad pocos matices entre demócratas y republicanos en 2016, el primer mandato de Donald Trump, y especialmente su resistencia a temas tan caros a Roma como la inmigración y el ambiente, pueden dar un giro en esa dirección. ¿Cómo se parará el Vaticano entrada la carrera electoral? ¿Qué rol tendrá la Iglesia del país, liderada por el hijo de hispanos José Horacio Gómez?
Desde el sur de la región habrá otras pruebas claves para Bergoglio. Por un lado, el país con más católicos del mundo, Brasil, y su indescifrable presidente Jair Bolsonaro. El amante de la ametralladoras no ha dejado campo semántico sin polarizar con el Papa. Desde la Amazonía a la industria armamentista, pasando por la embajada en Jerusalén y la integración latinoamericana. ¿Habrá finalmente encuentro cara a cara? Popr ahora, lo más parecido a un acercamiento fue la presencia de la Primera Dama de Brasil, el viernes 13 de diciembre, en un evento de Scholas Occurrentes al que fue Francisco, y se saludaron con cordialidad. ¿Alcanzará para llegar a un Bolsonaro que también estará más que pendiente de lo que pase en noviembre en Estados Unidos?
También su Argentina natal marcará en cierto punto un desafío para Bergoglio. Tras los cuatro años de Mauricio Macri en el gobierno, la llegada de Alberto Fernández ya marcó en su primera quincena en la Casa Rosada un giro de 180 grados respecto del Papa. De la relación “profesional” que buscaba Macri, a las recurrentes alusiones al “querido papa Francisco” que ya ha soltado Fernández. Francisco recibió cálidamente a la Primera Dama apenas tres días después de asumida y renovó a fines de noviembre su manifestación pública de sus “ganas” de visitar su país.
La clave del nuevo vínculo, estiman algunos conocedores de la relación, será ver hasta qué punto las dos partes logran“encapsular” el tema del aborto, sobre el que Fernández prometió ya a su electorado un proyecto de ley, para que el resto de la agenda pueda desarrollarse con la menor cantidad de sobresaltos posibles. Y, también, habrá que seguir cómo seguirán jugando los medios de comunicación, especialmente argentinos pero no solo, en su presentación a menudo maliciosa de Bergoglio.