Emocionante oración de Francisco ante el monumento de plaza España El Papa rompe a llorar al recordar la "martilleada Ucrania" durante su ofrenda a la Inmaculada
Francisco, apoyado en su bastón, comenzó a llorar. Desconsoladamente. Con la sensación de no haber podido presentar ante la imagen de la Virgen de la Inmaculada la consecución de la paz en el país. Uno de los momentos más impactantes de este pontificado, que nos hizo ver a un Papa frágil, que sufre con los que sufren, que llora con los que lloran
"Virgen Inmaculada, me hubiera gustado hoy traerle el agradecimiento del pueblo ucraniano", arrancó el Papa.... y no pudo seguir. Quiso decir "por la paz que desde hace tiempo pedimos al Señor". El santo pueblo de Dios le acompañó, con el silencio, con el aplauso, con el corazón puesto en Kiev, en Leópolis, en Zaporiya...
Era la primera vez que el Papa acudía, con público, a visitar al monumento a la Inmaculada, situado frente a la embajada española, desde que arrancara la pandemia. Durante dos años, lo hizo en solitario, asumiendo el dolor de un mundo en crisis. Ahora, acompañado, el pueblo -como si fuera su bastón- le sostuvo
Era la primera vez que el Papa acudía, con público, a visitar al monumento a la Inmaculada, situado frente a la embajada española, desde que arrancara la pandemia. Durante dos años, lo hizo en solitario, asumiendo el dolor de un mundo en crisis. Ahora, acompañado, el pueblo -como si fuera su bastón- le sostuvo
Y el Papa se quebró. Rompió a llorar. En el momento en el que se refería a la "martilleada Ucrania", Francisco, apoyado en su bastón, comenzó a llorar. Desconsoladamente. Con la sensación de no haber podido presentar ante la imagen de la Virgen de la Inmaculada la consecución de la paz en el país. Uno de los momentos más impactantes de este pontificado, que nos hizo ver a un Papa frágil, que sufre con los que sufren, que llora con los que lloran.
"Virgen Inmaculada, me hubiera gustado hoy traerle el agradecimiento del pueblo ucraniano", arrancó el Papa.... y no pudo seguir. Quiso decir "por la paz que desde hace tiempo pedimos al Señor". El santo pueblo de Dios le acompañó, con el silencio, con el aplauso, con el corazón puesto en Kiev, en Leópolis, en Zaporiya...
"En cambio, todavía tengo que presentarte la súplica de los niños, de los ancianos, de los padres y las madres, de los jóvenes de esa tierra martilleada", pudo proseguir, al cabo de un minuto, el Pontífice. Con un mensaje de esperanza. "En realidad todos sabemos que estás con ellos y con todos los que sufren, como estabas al lado de la cruz de tu hijo".
Era la primera vez que el Papa acudía, con público, a visitar al monumento a la Inmaculada, situado frente a la embajada española, desde que arrancara la pandemia. Durante dos años, lo hizo en solitario, asumiendo el dolor de un mundo en crisis. Ahora, acompañado, el pueblo -como si fuera su bastón- le sostuvo.
Oración del Santo Padre
Nuestra Madre Inmaculada,
Hoy el pueblo romano se aprieta a tu alrededor.
Las flores que se deposita en tus pies
De muchas realidades de la ciudad
Expresan el amor y la devoción por ti,
Que nos vigila a todos.
Y tú también ves y te das la bien
Esas flores invisibles que son tantas invocaciones, tantas súplicas silenciosas, a veces asfixiadas, ocultas pero no para ti, que eres Madre.
Después de dos años en los que he venido
Para rendir homenaje a ti mismo en el día,
Hoy vuelvo a ti junto con la gente
De esta Iglesia y de esta Ciudad.
Y te traigo los agradecimientos y súplicas de todos tus hijos, cercanos y lejanos.
Tú, desde el Cielo en el que Dios te ha acogido,
Ves las cosas de la tierra mucho mejor que nosotros; pero como Madre escuchas nuestras invocaciones para presentarlas a tu Hijo,
A su Corazón lleno de misericordia.
En primer lugar, te traigo el amor filial
De innumerables hombres y mujeres, no sólo cristianos, que nutren por ti el mayor reconocimiento
Por tu belleza toda gracia y humildad:
Porque en medio de tantas nubes oscuras
Eres un signo de esperanza y consuelo.
Te traigo las sonrisas de los niños,
Que aprenden tu nombre ante tu imagen, en brazos de las madres y abuelas,
Y empiezan a conocer
Que también tienen una madre en el cielo.
Y cuando, en la vida, sucede que esas sonrisas
Dan paso a las lágrimas,
Lo importante que es haberte conocido,
¡Ha tenido tu maternidad como regalo!
Te traigo la gratitud de los ancianos y de los ancianos: un agradecimiento que hace uno con sus vidas,
Tejido de recuerdos, de alegrías y dolores,
De logros que ellos saben bien
De haber alcanzado con tu ayuda, sosteniendo su mano en la tuya.
Te traigo las preocupaciones de las familias,
De los padres y madres que a menudo tienen dificultades para cuadrar los presupuestos de la casa,
Y se enfrentan día a día
Pequeños y grandes retos para seguir adelante.
En particular, confío en las parejas jóvenes, porque mirándote a ti y a San José se enfrentan a la vida con valentía confiando en la Providencia de Dios.
Te traigo los sueños y las ansiedades de los jóvenes,
Abiertos al futuro pero frenados por una cultura rica en cosas y pobre en valores,
Saturada de información y deficiente en la educación, persuasiva en la ilusión y despiadida en la ilusión. Te recomiendo especialmente a los chicos
Que más se han visto afectados por la pandemia,
Para que poco a poco se recuperen
A sacudir y desplegar sus alas
Y recuperen el gusto de volar alto.
Virgen Inmaculada, me hubiera gustado hoy
Traerle el agradecimiento del pueblo ucraniano
Por la paz que desde hace tiempo pedimos al Señor. En cambio, todavía tengo que presentarte la súplica
De los niños, de los ancianos,
De los padres y las madres, de los jóvenes
De esa tierra martillada.
Pero en realidad todos sabemos
Que estás con ellos y con todos los que sufren,
Así como estabas al lado de la cruz de tu Hijo.
¡Gracias, Madre nuestra!
Mirando a ti, que eres sin pecado, podemos seguir creyendo y esperando que el amor gane sobre el odio,
Sobre la mentira gane la verdad, sobre la ofensa gane el perdón,
Sobre la guerra gane la paz. ¡Así sea!
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