Misa de Francisco en Edmonton: "No se trata de custodiar cenizas, sino de reavivar el fuego que ellos encendieron" "Somos hijos de una historia que hay que custodiar, artesanos de una historia que hay que construir"

Francisco, a su llegada al estadio de Edmonton
Francisco, a su llegada al estadio de Edmonton Kyle Jantzen (Twitter)

"Nuestras raíces, el amor que nos esperaba y que recibimos cuando vinimos al mundo, los ambientes familiares en los que crecimos, forman parte de una historia única que nos ha precedido y nos ha generado"

Los abuelos "nos amaron sin reservas y sin esperar nada de nosotros; nos tomaron de la mano cuando teníamos miedo, nos tranquilizaron en la oscuridad de la noche, nos alentaron cuando a plena luz del día tuvimos que decidir sobre nuestra vida"

"¿Somos hijos y nietos que sabemos custodiar la riqueza que hemos recibido? ¿Recordamos las buenas enseñanzas que hemos heredado? ¿Hablamos con nuestros mayores, nos tomamos el tiempo para escucharlos?"

"¿Qué queremos dejar en herencia a nuestra posteridad? ¿Una fe viva o al “agua de rosas”, una sociedad basada en el beneficio individual o en la fraternidad, un mundo en paz o en guerra, una creación devastada o un hogar todavía acogedor?"

"La pregunta es: ¿estoy generando vida? ¿Estoy difundiendo en la historia un amor nuevo y renovado que antes no existía? ¿Anuncio el Evangelio allí donde vivo, sirvo a alguien gratuitamente, como hicieron conmigo los que me precedieron? ¿Qué estoy haciendo por mi Iglesia, por mi ciudad y por mi sociedad? Es fácil criticar, pero el Señor no quiere que seamos sólo críticos con el sistema, no quiere que seamos cerrados y “de los que retroceden”, sino artesanos de una historia nueva, tejedores de esperanza, constructores de
futuro, artífices de paz"

Santa Ana, la abuela del niño Jesús, es la patrona de Canadá. Hoy, día en que la Iglesia celebra el día de los abuelos (por ella y por San Joaquín), el Papa quiso reivindicar la memoria de nuestros mayores. Y lo hizo en la primera misa de su "peregrinaje penitencial" a Canadá, junto al lago de Santa Ana, donde esta noche llevará a cabo una liturgia con bendiciones.

Durante su homilía, Francisco subrayó dos aspectos: la memoria del pasado y la construcción del futuro. Con una idea clara, que desborda todo este pontificado: "Somos hijos de una historia que hay que custodiar, artesanos de una historia que hay que construir".

En primer lugar, la custodia del pasado, de la memoria, porque "no somos individuos aislados, no somos islas, nadie viene al mundo desconectado de los demás". "Nuestras raíces, el amor que nos esperaba y que recibimos cuando vinimos al mundo, los ambientes familiares en los que crecimos, forman parte de una historia única que nos ha precedido y nos ha generado", recalcó el Papa. "No la elegimos, sino que la recibimos como un regalo; y es un regalo que estamos llamados a custodiar".

Esta herencia, "más allá de las proezas o de la autoridad de unos, de la inteligencia o de la creatividad de otros en el canto o en la poesía", tiene su centro "en la justicia, en ser fieles a Dios, a su voluntad". Por eso, añadió Bergoglio, "para aceptar de verdad lo que somos y cuánto valemos, tenemos que hacernos cargo de aquellos de quienes descendemos, aquellos que no pensaron sólo en sí mismos, sino que nos transmitieron el tesoro de la vida". Nuestros mayores.

Y es que, incidió, "estamos aquí gracias a nuestros padres, pero también gracias a nuestros abuelos, que nos hicieron experimentar que somos bienvenidos en el mundo". Unos abuelos que "nos amaron sin reservas y sin esperar nada de nosotros; nos tomaron de la mano cuando teníamos miedo, nos tranquilizaron en la oscuridad de la noche, nos alentaron cuando a plena luz del día tuvimos que decidir sobre nuestra vida".

Acción de gracias por los abuelos

Buena parte de la homilía fue una acción de gracias a "nuestros abuelos", de los que "recibimos una caricia de parte de la historia que nos precedió; aprendimos que la bondad, la ternura y la sabiduría son raíces firmes de la humanidad". "Muchos de nosotros hemos respirado en la casa de los abuelos la fragancia del Evangelio, la fuerza de una fe que tiene sabor de hogar", reflexionó el Papa. "Gracias a ellos descubrimos una fe familiar, doméstica; sí, porque la fe se comunica esencialmente así, se comunica “en lengua materna”, se comunica a través del afecto y el estímulo, el cuidado y la cercanía".

"Precisamente de nuestros abuelos aprendimos que el amor jamás es una imposición, nunca despoja al otro de su libertad interior"

"Somos hijos porque somos nietos"

"Esta es nuestra historia que hay que custodiar, la historia de la que somos herederos; somos hijos porque somos nietos", señaló, con potencia, Francisco. "Precisamente de nuestros abuelos aprendimos que el amor jamás es una imposición, nunca despoja al otro de su libertad interior", que "nunca lo asfixió ni lo retuvo".

"Tratemos de aprender esto como individuos y como Iglesia: no oprimir nunca la conciencia de los demás, no encadenar jamás la libertad de los que tenemos cerca y, sobre todo, no dejar nunca de amar y respetar a las personas que nos precedieron y nos han sido confiadas, tesoros preciosos que custodian una historia más grande que ellos mismos" recalcó, en una nueva referencia a las atrocidades cometidas, supuestamente, en nombre del Evangelio, contra las poblaciones indígenas.

Las manos que nos acariciaron

Custodiar la historia supone ,además, "no perder el recuerdo" de los antepasados, "acordarnos siempre de aquellas manos que nos acariciaron y nos tuvieron en sus brazos". "Porque es en esta fuente donde encontramos consuelo en los momentos de desánimo, luz en el discernimiento, valor para afrontar los desafíos de la vida", señaló el Papa, quien reclamó, ante las decisiones que tenemos que tomar hoy, "preguntarnos qué harían los mayores más sabios que hemos conocido si estuvieran en nuestro lugar, qué nos aconsejan o nos aconsejarían nuestros abuelos y bisabuelos".

"¿Somos hijos y nietos que sabemos custodiar la riqueza que hemos recibido? ¿Recordamos las buenas enseñanzas que hemos heredado? ¿Hablamos con nuestros mayores, nos tomamos el tiempo para escucharlos? En nuestras casas, cada vez más equipadas, modernas y funcionales, ¿sabemos cómo habilitar un espacio digno para conservar sus recuerdos, un lugar especial, un pequeño santuario familiar que, a través de imágenes y objetos amados, nos permita también elevar nuestros pensamientos y oraciones a quienes nos precedieron? ¿Hemos conservado la Biblia y el rosario de nuestros antepasados?", cuestionó el Papa.

Homilía del Papa Francisco
Homilía del Papa Francisco

Somos hijos y nietos, seremos padres y abuelos

El segundo aspecto, el de la construcción del futuro. "El misterio de la vida humana es éste: todos somos hijos de alguien, fuimos generados y formados por alguien, pero cuando nos hacemos adultos estamos también llamados a generar, a ser padres, madres y abuelos de alguien más. Así pues, viendo a la persona en que nos hemos convertido, ¿qué queremos de nosotros mismos?".

"Los abuelos de los que procedemos, los mayores que soñaron, esperaron y se sacrificaron por nosotros, nos plantean una pregunta fundamental: ¿qué tipo de sociedad quieren construir?", insistió Bergoglio, quien preguntó "¿qué queremos dejar en herencia a nuestra posteridad? ¿Una fe viva o al “agua de rosas”, una sociedad basada en el beneficio individual o en la fraternidad, un mundo en paz o en guerra, una creación devastada o un hogar todavía acogedor?".

Homilía del Papa en Edmonton
Homilía del Papa en Edmonton

"Nuestros predecesores nos transmitieron una pasión, una fuerza y un anhelo, un fuego que nos corresponde reavivar; no se trata de custodiar cenizas, sino de reavivar el fuego que ellos encendieron", concluyó Francisco. "Nuestros abuelos y nuestros mayores deseaban ver un mundo más justo, más fraternal y más solidario, y lucharon por darnos un futuro. Ahora, nos toca a nosotros no decepcionarlos. Respaldados por ellos, que son nuestras raíces, nos corresponde a nosotros dar fruto".

Un futuro en el que no se descarte a los mayores porque funcionalmente “no son necesarios”; un futuro que no juzgue el valor de las personas sólo por lo que producen; un futuro que no sea indiferente hacia quienes, ya adelante con la edad, necesitan más tiempo, escucha y atención

"La pregunta es: ¿estoy generando vida? ¿Estoy difundiendo en la historia un amor nuevo y renovado que antes no existía? ¿Anuncio el Evangelio allí donde vivo, sirvo a alguien gratuitamente, como hicieron conmigo los que me precedieron? ¿Qué estoy haciendo por mi Iglesia, por mi ciudad y por mi sociedad? Es fácil criticar, pero el Señor no quiere que seamos sólo críticos con el sistema, no quiere que seamos cerrados y “de los que retroceden”, sino artesanos de una historia nueva, tejedores de esperanza, constructores de futuro, artífices de paz"

"Que Joaquín y Ana intercedan por nosotros", finalizó. "Que nos ayuden a custodiar la historia que nos ha generado y a construir una historia generadora. Que nos recuerden la importancia espiritual de honrar a nuestros abuelos y mayores, de sacar provecho de su presencia para construir un futuro mejor. Un futuro en el que no se descarte a los mayores porque funcionalmente “no son necesarios”; un futuro que no juzgue el valor de las personas sólo por lo que producen; un futuro que no sea indiferente hacia quienes, ya adelante con la edad, necesitan más tiempo, escucha y atención; un futuro en el que no se repita la historia de violencia y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas indígenas. Es un futuro posible si, con la ayuda de Dios, no rompemos el vínculo con los que nos han precedido y alimentamos el diálogo con los que vendrán después de nosotros: jóvenes y mayores, abuelos y nietos, juntos. Vayamos adelante juntos, soñemos juntos". Amén.

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