Relato de la tarde que pase hace 21 siglos con Jesús de Nazaret.
| Alfonso Jesús Olaz
Relato de la tarde que pase hace 21 siglos con Jesús de Nazaret.
Y es una reflexión de lo que creo que pasó aquella tarde en Galilea
respecto a la semilla que plantó el sembrador en nuestras vidas.
Hace poco tiempo que he regresado de Jerusalén por motivos de trabajo
y he tenido la suerte de poder ver una fotocopia, claro, no el original 'de un supuesto documento auténtico'
Aparentemente de un testigo de la época de Jesús que acaban de descubrir y que habla del grano de mostaza' y aquí os lo dejo:
Esto que comento todavía no se ha aprobado por la Iglesia y según me cuentan a nivel popular entre los cristianos de Tierra santa,
hay supuestos documentos que hablan de Jesús y cada cierto tiempo salen a la luz, para los estudiosos del tema.
Esto relata aproximadamente este supuesto testigo de Jesús de Nazaret. Y aquí os lo dejo:
Jesús, en aquella tarde tan calurosa, nos explicaste a los miles de personas que estábamos cerca de ti,
la parábola de un hombre que echa semilla a la tierra
y luego se hace poco a poco grande y los pájaros pueden descansar en tus ramas.
Maestro, tuve la suerte de volver a escucharte por tercera vez y esta vez casi te toco,
tú no solías avisar de tus predicaciones, pero esta vez por una viuda de la aldea me enteré
de que Jesús en esa tarde, volvería a predicar cerca de mi casa.
Se habían reunido unas dos mil personas de toda la comarca: los niños jugaban y cantaban esperando al maestro, hombres como yo, que estábamos cansados porque se nos terminó el trabajo y queríamos confiar en que tú obrarías un gran milagro.
para que pudiéramos sobrevivir en esta tierra saqueada por los romanos y sus cómplices
y también por los poderosos del templo.
Entre la multitud estábamos muchos con nuestras mujeres
y la verdad que gracias a ellas nos manteníamos en pie.
Habían venido todo este gentío de toda la comarca para ver a Jesús; muchos ciegos y paralíticos
y toda clase de enfermos.
Serian las 17.00 h y ahí apareciste tú, protegido por unos seguidores tuyos
para que la multitud no te aplastase.
Me comentaron que tu grupo de incondicionales era de doce,
los que siempre estaban contigo las 24 h.
Muchos viejos, con el rostro y los ojos muy cansados, volvían a recobrar la alegría en su rostro
y en su corazón cuándo sabían que te iban a ver, la verdad que parecían niños.
Jesús, creo a que muchos de los que estuvimos aquella tarde contigo y por lo que hablé con algunos después,
algo se nos quedó muy fijo y poderoso en nuestros corazones.
Yo estaba a seis pasos del Maestro por lo que le vi muy bien y le escuche también.
Me llamo la atención la paz que trasmitía a todo lo que le rodeaba y su alegría y confianza que transmitía.
Era ciertamente un Judío muy muy singular.
El Maestro a pesar de nuestra dura situación de necesidad económica y de todas las calamidades en las que vivíamos la gran mayoría de la población,
él nos animaba a que nos dejáramos transformar por su espíritu
para que fuésemos testigos y hombres inconformistas con la injusticia,
y que pudiéramos dar el amor verdadero y la esperanza a todos los hermanos-
empezando por nuestras familias, incluso a nuestros vecinos que no pudiéramos soportar,
también a los sinvergüenzas de los sacerdotes del templo y sus cómplices
y también al pueblo romano que nos había ocupado y explotado desde hace años.
Tu mensaje era para Todos, a pesar de la clase social que perteneciera, a él eso no le importa en absoluto.
Cuando terminaste con tu predicación obraste algunos milagros.
¡imaginaros la escena de lo que paso después!
¡Gracias a Dios y cantos por los milagros que realizaste!
Después de escribir esto en mi casa, en la vieja Europa,
quiero entender que los Cristianos no debemos tener miedo de ser testigos de Jesús,
porque Jesús está muy vivo y permanece en nuestra morada interior,
y en el hermano necesitado, esto es el regalo que nos ha dado.
Seguramente en muy pocos años seremos grupos pequeños de amigos
y testigos de Jesús, no pasa nada, seguiremos dejándonos hacer por Jesús para lo que él quiera.