ESTAMPAS DE PASION 24-III-2018
La Pasión de Jesús, desde las insidias y acosos de los pontífices, letrados y fariseos del judaísmo entonces vigente -para quitárselo, como fuera, de en medio- al “consummatum est” del Gólgota en la tarde del Viernes, es un libro abierto, a la vista y a la mano de todos los que –ante la tragedia o el drama- no deciden o hacer muecas o mirar hacia otro lado.
Es cómodo inhibirse cuando saltan a los mismos pies injusticias clamorosas o se recrean esperpentos inimaginables. Es cómodo pero, aunque lo hagan muchos y hasta se jacten algunos de hacerlo, “no es cosa de hombres”. Pues eso –tan viejo como tan inequívoco- de que “nada de lo humano es ajeno a todos y cada uno de los hombres” –como dijera Terencio el Africano hace bastantes siglos- es pincelada de oro de un humanismo de la mejor especie.
Esos días “fuertes” de la Semana Santa parecen propicios, hasta en la playa y en bikini o entre la nieve sobre unos esquíes, para abrir este libro de la Pasión de Jesús –dramático siempre y a veces trágico en su recorrido- por cualquiera de sus páginas –tiene muchas- para mirar y ver; y, si se terciase, otear horizontes de drama, o tragedia quizás para algunos, con la condición humana al fondo, de la increíble pero veraz incursión y aventura de “lo divino” por los caminos del hombre.
Pudiera merecer la pena hacerlo para cura de escépticos y para no manipular la verdad de las cosas. La sombra de la cruz es alargada, más que la del ciprés, remedando a Delibes. Y, en estaciones tórridas de incertidumbres y vacío, al caminante sensato y pragmático ninguna sombra estorba; hasta cuando, a sus ojos, pudiera vislumbrarse pequeña. Porque lo poco puede ser mucho en época de carencia y sequías.
Yo también quiero, con estas Estampas, sacadas al paso de estos días de ese gran libro abierto de la Pasión de Jesús, dedicar un espacio a mirar y ver, oír y escuchar, otear –en lo que me sea posible o factible- horizontes de luz y alivios, al ir cayendo una tras otra, las hojas del calendario en la gran Semana cristiana.
Las brindo a mis amigos y en general, a todo el que, siendo humano y cristiano sobre todo, tenga ojos y sentidos para llenar el alma de acicates para mirar y ver, oír y escuchar, pero sobre todo pensar y reflexionar, siguiendo los pasos que yo voy a seguir.
Mis Estampas de Pasión son, por eso, reflexiones de uso personal, sin otros alardes que los de sorprender en ese libro abierto -clásico como el que más en la historia humana- alguna brizna de luz o esperanza para tiempos borrascosos como los de ahora. A mis amigos las dedico, porque ellos me conocen y saben que no voy de farol al esbozarlas.
SANTIAGO PANIZO ORALLO
Es cómodo inhibirse cuando saltan a los mismos pies injusticias clamorosas o se recrean esperpentos inimaginables. Es cómodo pero, aunque lo hagan muchos y hasta se jacten algunos de hacerlo, “no es cosa de hombres”. Pues eso –tan viejo como tan inequívoco- de que “nada de lo humano es ajeno a todos y cada uno de los hombres” –como dijera Terencio el Africano hace bastantes siglos- es pincelada de oro de un humanismo de la mejor especie.
Esos días “fuertes” de la Semana Santa parecen propicios, hasta en la playa y en bikini o entre la nieve sobre unos esquíes, para abrir este libro de la Pasión de Jesús –dramático siempre y a veces trágico en su recorrido- por cualquiera de sus páginas –tiene muchas- para mirar y ver; y, si se terciase, otear horizontes de drama, o tragedia quizás para algunos, con la condición humana al fondo, de la increíble pero veraz incursión y aventura de “lo divino” por los caminos del hombre.
Pudiera merecer la pena hacerlo para cura de escépticos y para no manipular la verdad de las cosas. La sombra de la cruz es alargada, más que la del ciprés, remedando a Delibes. Y, en estaciones tórridas de incertidumbres y vacío, al caminante sensato y pragmático ninguna sombra estorba; hasta cuando, a sus ojos, pudiera vislumbrarse pequeña. Porque lo poco puede ser mucho en época de carencia y sequías.
Yo también quiero, con estas Estampas, sacadas al paso de estos días de ese gran libro abierto de la Pasión de Jesús, dedicar un espacio a mirar y ver, oír y escuchar, otear –en lo que me sea posible o factible- horizontes de luz y alivios, al ir cayendo una tras otra, las hojas del calendario en la gran Semana cristiana.
Las brindo a mis amigos y en general, a todo el que, siendo humano y cristiano sobre todo, tenga ojos y sentidos para llenar el alma de acicates para mirar y ver, oír y escuchar, pero sobre todo pensar y reflexionar, siguiendo los pasos que yo voy a seguir.
Mis Estampas de Pasión son, por eso, reflexiones de uso personal, sin otros alardes que los de sorprender en ese libro abierto -clásico como el que más en la historia humana- alguna brizna de luz o esperanza para tiempos borrascosos como los de ahora. A mis amigos las dedico, porque ellos me conocen y saben que no voy de farol al esbozarlas.
SANTIAGO PANIZO ORALLO