BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ

BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ

La auténtica paz debe ir unida necesariamente a la solidaridad y a la preocupación por el bien de los demás, en especial de las grandes masas de pobres que se hallan dispersos por el planeta. ¡Y cómo bien decía Antoine de Saint-Exupery: “Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor”.
La paz no es solamente ausencia de guerra, sino que la verdadera paz se cimenta en la justicia y en la solidaridad. Desde este planteamiento ético, la desigualdad socio-económica entre las distintas partes del planeta y la división entre países desarrollados y países en vías de desarrollo son un atentado contra la misma existencia de la paz. ¡Cómo resuena las palabras de Cristo en esta época tan sellada de violencia: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9)!

Alber Einstein decía: “Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz”. La aspiración para conseguir la paz entre los pueblos ha sido uno de los ideales y utopías del hombre. Sin embargo, esta misma aspiración contrasta con la realidad mundial y con la misma memoria histórica de la existencia humana en nuestro diminuto planeta.

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