"Problemas universales en el sentido de que afectan a todos" Fratelli Tutti: «Un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social»

Papa e Imán
Papa e Imán

«Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis  preocupaciones» (Fratelli tutti, n. 5).

La Fratelli tutti «recoge y desarrolla grandes temas planteados en aquel documento [cf. Declaración de Abu Dabi] que firmamos juntos» (n. 5).

El objetivo de la Fratelli tutti se centra en afrontar el tema del amor fraterno desde perspectivas que no se agotan en la vocación cristiana; o dicho de otra manera: en puntos de vista que, sin ser estrictamente cristianos, son también constructores de amor fraterno y pueden, en consecuencia, cooperar a una dimensión más universal, matiz éste de veras interesante en tiempos de globalización.

Firma de la encíclica Fratelli tutti (3.10.2020)

Se me antoja el más adecuado título para calificar la encíclica Fratelli tutti, documento pontificio al que todo elogio, por grande que resulte, le vendrá pequeño. Al fin y al cabo en esto, como en tantas situaciones de la vida, la cosa va de gustos. Habrá, pues, quien tire por la encíclica Laudato si’ (24.05.2015), sobre el cuidado de la casa común, aunque tampoco falten -y puede que sean los más- quienes se decantan por la Fratelli tutti (3.10.2020), sobre la fraternidad y la amistad social. Ambas, en cualquier caso, primas hermanas ya que no gemelas, llevan a san Francisco de Asís, y en las dos cabe seguramente el papa Francisco todo entero.

Un buen hombre y a la vez hombre bueno, este papa Francisco, la verdad. Fraile jesuita de franciscanismo javeriano por los cuatro costados, sobre el cual, pese a todo, cabe la sospecha de que hubiera dejado a las puertas del Cónclave a san Francisco Javier para salir de la Sixtina vestido de blanco y con el Poverello de Asís, «santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría» (n.2). El mismo que le viene inspirando no ya únicamente  encíclicas, sino discursos también, y cartas, y audiencias papales y viajes apostólicos y querencia por los pobres.

No sería poco decir que el llamado Espíritu de Asís le viene del propio hijo de Pietro Bernardone.  Lo que pasa es que su espiritual repunte de los pobres habría que entenderlo aquí como la consecuencia de una verdadera configuración del Espíritu en su quehacer papal. 

Puesto a ser preciso, él mismo afirma en la Fratelli tutti que «Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis [sus]  preocupaciones» (n.5). Pero, a renglón seguido, procura matizar con datos de agradecer cuanto sigue:

«Durante los últimos años me he referido a ellas reiteradas veces y en diversos lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas intervenciones situándolas en un contexto más amplio de reflexión. Además, si en la redacción de Laudato si’ tuve una fuente de inspiración en mi hermano Bartolomé, el Patriarca ortodoxo que propuso con mucha fuerza el cuidado de la creación, en este caso me sentí especialmente estimulado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi para recordar que Dios “ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos” [Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi (4 febrero 2019): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (8 febrero 2019), p. 6]» (n.5).

Ya tenemos, pues, explícitamente desveladas la manera de plantear tales intervenciones - situándolas en un contexto más amplio de reflexión- y las fuentes inspiradoras de ambas encíclicas: mi hermano Bartolomé, Patriarca ortodoxo, es decir, el Patriarca Ecuménico, para Laudato si’. Y el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb -con quien firmó en Abu Dabi el hoy conocido como Documento de Abu Dabi-, para la Fratelli tutti, la cual, por cierto, «recoge y desarrolla grandes temas planteados en aquel documento que firmamos juntos» (n.5). Francisco no quiere dejar ni un cabo suelto en lo de la inspiración: «También acogí aquí, con mi propio lenguaje -añade insistente-, numerosas cartas y documentos con reflexiones que recibí de tantas personas y grupos de todo el mundo» (Ib.).

Precisa, por otra parte, lo que se sale de sus cálculos y a lo que aspira con Fratelli tutti. «Las siguientes páginas -dice- no pretenden resumir la doctrina sobre el amor fraterno, sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos» (n.6). Resumir la doctrina sobre el amor fraterno hubiera sido, sin duda, mucho resumir, o pretender no poco. Máxime teniendo en cuenta que la primera encíclica de Benedicto XVI, Deus caritas est (25.12.2005), que tanto gustó al público, trata el tema del amor cristiano con excepcional maestría. Francisco, en cualquier caso, sólo quiere «detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos» (n.6).

Pero no contento con lo hasta aquí adelantado, detalla todavía más cuando añade: «Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad» (n.6).

A los 50 años del encuentro entre Pablo VI y Atenágoras

Su objetivo se centra, por tanto, en afrontar el tema del amor fraterno desde perspectivas que no se agotan en la vocación cristiana; o dicho de otra manera: en puntos de vista que, sin ser estrictamente cristianos, son también constructores de amor fraterno y pueden, en consecuencia, cooperar a una dimensión más universal, matiz éste de veras interesante en tiempos de globalización.

Un ejemplo de lo cual nos lo brinda el tema que a continuación aborda, sobre todo en lo relativo a los estragos de la pandemia de la COVID-19, aunque el borrador de la encíclica llevaba ya un tiempo en boxes, pronto para su publicación en la primera oportunidad que hubiera. La pandemia, no obstante, contribuyó a perfilar el documento con nuevos matices.

«Asimismo, cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades. Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos. Si alguien cree que sólo se trataba de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas ya existentes, está negando la realidad» (n.7).

Se trata, pues, de problemas universales en el sentido de que afectan a todos, creyentes e incluso no creyentes. Y que si ponen al descubierto falsas seguridades, también pueden constituir un oportuno acicate para mejorar los sistemas y las reglas ya existentes. Es lo que deja entender en el fragmento siguiente con un deseo mundial de hermandad, o el hermoso secreto para hacer de nuestra vida una hermosa aventura, o las ventajas, en resumen, que reporta el ayudarse mutuamente mirando hacia adelante.

Gran aspiración la suya, ciertamente, con su deseo mundial de hermandad. «Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […]

Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos» [6: cf. Discurso en el encuentro ecuménico e interreligioso con los jóvenes, Skopie – Macedonia del Norte (7 mayo 2019)]. «Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos» (n.8).

Es la Fratelli tutti, según reflejan los textos que acabo de citar, un hermoso canto a la solidaridad, al esfuerzo en común, a la comunidad, de suerte que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. La encíclica de Francisco nos emplaza ante una decidida apuesta por soñar juntos y hacerlo como única humanidad, como caminantes de la misma carne, pero cada uno, eso sí, con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos (Fratelli tutti).

Es de notar que Bartolomé I y el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb confluyen como fuentes inspiradoras. El uno, de Laudato si’. El Gran Imán, de Fratelli tutti. El primero, en el ámbito del ecumenismo, donde, por cierto, se acusa el gran vacío del patriarca ruso Kirill, al que no se ha vuelto a ver en encuentros de esta índole desde que se dieron cita en el Aeropuerto internacional José Martí, de La Habana (12.02.2016), ni en los promovidos por Francisco (Bari, Lesbos, Lampedusa), ni en los convocados por Bartolomé (Concilio Panortodoxo de Creta [2016]). Francisco no ha podido viajar a Rusia, es cierto (para largo me lo fiáis…). Pero Kirill tampoco se ha dejado caer por Roma: o sea, ¡un éxito colosal… el de los valedores en La Habana, cardenal Koch y metropolita Hilarión!

Firma del Documento de Abu Dabi

El cardenal - Miguel Ángel Ayuso entiende que la Fratelli tutti puede transmitir esperanza, no solamente a los católicos sino a toda la humanidad. «Llega -dice el cardenal español- en un momento muy oportuno porque nuestras sociedades, sobre todo ahora con la pandemia, están viviendo horas de división, preocupación, miedos y guerras».

La Fratelli tutti, en fin, estuvo presente en el Encuentro de Oración por la Paz en Roma (P. Langa: RD:24.10.2020). Los discursos en El Campidoglio recogieron párrafos enteros de la misma, y de modo muy especial el del Papa, de cuyas palabras salió como colofón el Llamamiento por la Paz 2020 (P. Langa: RD: 31.10.2020). El Espíritu de Asís empezó aquella tarde planeando desde el saludo de apertura de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, incansable pregonera de las cumbres de Asís. Y el papa Francisco, fiel a su costumbre, se había llegado el 3 de octubre hasta la Ciudad del Poverello para firmar sobre el altar de su tumba el precioso documento, al que ahora todos acuden, y sobre cuyo exordio he fijado yo mis reflexiones. Francisco termina su encíclica con dos oraciones con las que abarca tanto el diálogo interreligioso (primera) como el estrictamente ecuménico (segunda). Aparte del matiz, priva sobre todo su belleza. Por eso las traigo aquí.

Oración al Creador

Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén.

Oración cristiana ecuménica

Dios nuestro, Trinidad de amor, desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divina derrama en nosotros el río del amor fraterno. Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús, en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana.

Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano, para verlo crucificado en las angustias de los abandonados y olvidados de este mundo y resucitado en cada hermano que se levanta.

Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura reflejada en todos los pueblos de la tierra, para descubrir que todos son importantes, que todos son necesarios, que son rostros diferentes de la misma humanidad que amas. Amén.

Cardenal Miguel Ángel Ayuso

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