José María Carod, director del Secretariado de Pastoral Penitenciaria de Barcelona "La Iglesia es la única que abre las puertas a los desamparados que salen de la cárcel"
"Todas las personas que hay en la cárcel forman parte de mi parroquia. De hecho, las personas que más ayudan en nuestra labor son los funcionarios y en nuestra misión su papel es fundamental"
"Muchas personas, como indicas, creen que la atención religiosa en las prisiones es tan sólo la de dar la opción a los internos de ir a misa y de confesarse, pero va mucho más allá: existe un acompañamiento personal, una serie actividades que recibe el apoyo de los equipos de tratamiento interno y de la administración"
| Xavier Pete
(Flama).- Los centros penitenciarios de Quatre Camins i Joves, en la Roca del Vallès (Vallès Oriental), recuperan estos días la normalidad, como en otras instalaciones catalanas de esta tipología. Con una visión todavía nítida de los hechos ocurridos recientemente en sus accesos, donde han predominado las acciones de protesta por parte de los funcionarios, el cura de la cárcel para jóvenes de la Roca y director del Secretariado de Pastoral Penitenciaria de Barcelona , mosén José María Carod (Alcorisa, Teruel, 1957), se muestra " triste ".
Como si de un chiste se tratara, el también religioso de la Obra Mercedaria explica que el grupo de presos con los que convive —que gozan de un tercer grado y, por tanto, pueden hacer un régimen de semilibertad en uno de los pisos de esa organización— no pudieron acceder a la cárcel , algunos días puntuales, por las manifestaciones que prohibían su acceso.
Y si los internos no pueden acceder a la cárcel, ¿qué puede ocurrir?
Si aplicamos la ley en estos casos, puedo llegar a preguntarme cómo puede demostrar un interno que, viviendo en un régimen de tercer grado, no puede acceder a la cárcel a pesar de querer hacerlo. Las consecuencias pueden ser muy graves: puede recibir una sanción, puede dejar de tener permisos, etcétera. Estamos frotando una hilaridad total.
¿Entiende las reivindicaciones que se están haciendo?
Sí, entiendo las reivindicaciones laborales y los derechos de las personas que las hacen, pero, tras el toque de atención hecho, no se puede volver a caer en el mismo y continuar así con más manifestaciones de los trabajadores. Con estas medidas que han querido instaurar se está atentando contra los derechos fundamentales de los internos, que quedan privados de visitas de familiares y abogados, así como de asistencia religiosa, como ocurrió el pasado domingo en Brians II, donde no se pudo celebrar la eucaristía.
Mucha gente piensa que los curas sólo acceden a ella los domingos para hacer misas, pero no es así, ¿verdad?
Correcto. Desarrollamos otras actividades durante la semana, que, a raíz de estas protestas, no pudieron realizarse en la mayoría de los centros. Muchas personas, como indicas, creen que la atención religiosa en las prisiones es tan sólo la de dar la opción a los internos de ir a misa y de confesarse, pero va mucho más allá: existe un acompañamiento personal, una serie actividades que recibe el apoyo de los equipos de tratamiento interno y de la administración. A pesar de ello, se ha demostrado que, después de no dejarnos entrar durante los días que han perdurado las protestas, para quienes las han ideado no representamos nada.
¿Cómo se vive la fe por parte de los casi trescientos jóvenes de la cárcel en la que usted tiene presencia?
Extranjeros, mayoritariamente musulmanes, son más del 80%. Por tanto, tenemos una comunidad cristiana (podríamos llamarla también occidental) de unos setenta jóvenes, aproximadamente, y, de éstos, sólo la mitad están en contacto directo conmigo y con los educadores voluntarios que trabajan.
Desde la visión de un interno, ¿un sacerdote es observado diferente de un funcionario de prisión?
Sí. Tanto los curas como los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria recibimos la impresión, por su parte, de que vamos a colaborar -desde un punto de vista evangélico, con el objetivo de encontrarnos con unos miembros de nuestra comunidad que están alejados, tan sólo, físicamente. No nos ven como personas asalariadas. Esto nos da, de entrada, una puntuación alta para que nos hagan más caso, seamos más respetados y no haya contratiempos en ningún momento. Y, en cuanto a los funcionarios, nos agradecen que haya ese ambiente.
En definitiva, ustedes, ahí dentro, son curas para todos, y no sólo de los internos, ¿no?
Exacto. Todas las personas que hay en la cárcel forman parte de mi parroquia. De hecho, las personas que más ayudan en nuestra labor son los funcionarios y en nuestra misión su papel es fundamental.
Tanto los curas como los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria recibimos la impresión, por su parte, de que vamos a colaborar -desde un punto de vista evangélico, con el objetivo de encontrarnos con unos miembros de nuestra comunidad que están alejados, tan sólo, físicamente. No nos ven como personas asalariadas
En momentos de tensión, ¿qué han tenido que hacer?
Plantarnos y decir [a los internos]: “Señores, quien no quiera que no venga, pero déjenos hacer la actividad tranquila”. Les remarcamos mucho que, si quieren venir a misa, al cinefórum espiritual oa cualquier otra actividad, deben hacerlo asumiendo todas las consecuencias. Estas tensiones, afortunadamente, son mínimas.
¿Cree que la reinserción que se impulsa desde el sistema penitenciario catalán es, a grandes rasgos, la correcta?
Sí. Puede tener sus inconvenientes, pero el trabajo que se hace continuamente desde el gobierno actual es el de humanizar un entorno [el penitenciario] que, por la forma en que está creado, ya parte deshumanizado al prohibir la libertad de las personas. Son pocas las instituciones que apoyan la reinserción social y, como siempre ocurre, la Iglesia es la única que abre las puertas (a pesar de sus limitaciones) a los desamparados que salen de la cárcel, pero que entran en otra, es es decir, la de vivir en la calle .
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