Estamos hablando de Pilar, Olga y Octavia, que tenían 25, 23 y 41 años en el momento de su asesinato, unas mujeres valientes, voluntarias sanitarias de la Cruz Roja en el hospital del Puerto de Somiedo situado en Asturias, que durante la guerra civil española prestaron su servicio para atender a los enfermos.
El hospital fue asaltado por los milicianos, y durante toda la noche las sometieron a vejaciones y abusos, pretendiendo que renegaran de su fe a cambio de obtener la libertad.
“Se fueron el 8 de octubre de 1936 al hospital situado en el Puerto de Somiedo en Asturias, y el 27 de este mes fue reconquistado ese territorio, donde estaba el hospital, por el ejército republicano. Ellas pudieron huir, pero no lo hicieron porque quisieron permanecer al lado de los heridos cuidándoles, fueron hechas prisioneras y después de una noche de presión, abusos, incluso para intentar forzar su voluntad y que renunciaran a la fe, ellas permanecieron firmes en la fe en Jesucristo y dieron la vida a mediodía en torno a las 14:00 del mediodía del día 28 de octubre de 1936” ha declarado para Vatican News el Obispo de Astorga, Don Jesús Fernández.
Ochenta años después de aquel cruel episodio, hoy más que nunca estas mártires siguen siendo un gran ejemplo en un mundo donde la mujer sigue siendo denigrada en muchos ambientes: “son ejemplo de iniciativa y de creatividad” dice Monseñor Fernández, porque “el amor siempre es creativo y ellas al ver la necesidad que había en el frente de esas situaciones con muchos heridos de ambos bandos, no entraron en política, no pertenecían a ninguno de los bandos, sencillamente querían servir y ayudar allí donde era necesario, les llamaron desde este lugar y allí fueron”. “Fueron mujeres fuertes espiritualmente, aunque físicamente pudieron parecer que no lo eran, fueron capaces con la fortaleza del Espíritu Santo de dar ejemplo de su fe” continúa el obispo de Astorga.
Aunque estas mártires también son un ejemplo actual por ese empeño que tuvieron de seguir asistiendo a los enfermos aun cuando se les había acabado el servicio, esa entrega hasta el final por el amor a los demás, tal y como lo hemos visto en el último año con todos los sanitarios del mundo durante la pandemia.
“Ellas se podrían haber ido de aquel lugar unos días antes, pero quisieron seguir prestando este servicio y lo hicieron sencillamente por amor, porque ya lo habían demostrado en su vida interior” explica Don Jesús. De hecho, dice: “como se suele decir, el martirio no se inventa así de repente, sino que es Dios que lo ofrece como don y ellas ya habían pertenecido a distintas asociaciones benéficas y por lo tanto estaban rodeadas de aquella inquietud y de aquella visita a los enfermos como buenas Samaritanas que eran”.
Al final de la entrevista, el prelado explica qué significa para la iglesia de Astorga esta beatificación: “significa un empujón hacia la santidad y así lo he querido presentar también en mi Carta Pastoral, porque los santos son el modelo que el Señor nos sitúa, son como estrellas próximas espacialmente y temporalmente que nos regala para que podamos emularles, por eso se les declara beatas”. Por ello su exhortación final a emularlas en ese amor a Jesucristo, que ellas demostraron hasta el momento final: “no ocultaron sus objetos religiosos, no renunciaron a la fe, oraban en alto, y, por lo tanto, en el amor a Dios, son ejemplo para nosotros”.
La @DiocesisAstorga (España) celebró vigilias simultáneas en preparación para la beatificación de tres enfermeras católicas que murieron mártires durante la Guerra Civil Española. Vía: @HarumiSuzukihttps://t.co/WEf1LVDcwR
— ACI Prensa (@aciprensa) May 29, 2021
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