JMJ de Lisboa: Entrevista con el secretario de la Subcomisión de Juventud del Episcopado español Raúl Tinajero: "Los jóvenes han sido los que despertaron la sinodalidad en la Iglesia"
"Los jóvenes van a vivir una experiencia de fe, por supuesto que esto no está en contra de vivir con alegría y festejar y pasarlo bien, por eso intentamos que las JMJ sea jornadas en donde los jóvenes disfruten, lo pasen bien"
"Después de cada JMJ a los jóvenes les queda una experiencia de alegría, de universalidad, de haber visto que no están solos en su camino de la fe y de tratar de vivir su ser cristiano, porque evidentemente volver a la realidad particular de cada uno, a veces es difícil"
"Dentro de cien años se recordará la aportación del Sínodo de lo Jóvenes, porque ellos fueron los que despertaron la sinodalidad, porque la pastoral juvenil siempre ha sido punta de lanza y nos ayuda a ir por delante"
"Dentro de cien años se recordará la aportación del Sínodo de lo Jóvenes, porque ellos fueron los que despertaron la sinodalidad, porque la pastoral juvenil siempre ha sido punta de lanza y nos ayuda a ir por delante"
Raúl Tinajero lleva meses pendiente de que todo haya estado engrasado para que la participación de la delegación española en la JMJ de Lisboa sea un éxito. Y el tiempo parece haberle dado la razón al secretario de la Subcomisión episcopal de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española. Con más de 80.000 inscritos oficialmente (cifra que puede superar estos últimos días los 100.000), este sacerdote apuesta por depositar mayor confianza en los jóvenes, ensanchar su espacio de protagonismo porque "nos ayudan a ir por delante, aunque a veces pueda costar entenderlo". No parece que sea su caso.
¿A qué van realmente los jóvenes a la JMJ? ¿Fe o fiesta?
La respuesta es clara: los jóvenes van a vivir una experiencia de fe, por supuesto que esto no está en contra de vivir con alegría y festejar y pasarlo bien, por eso intentamos que las JMJ sea jornadas en donde los jóvenes disfruten, lo pasen bien y vivan en un entorno juvenil en el que ellos puedan entenderse y comprenderse, pero evidentemente todo está con un fin, un objetivo y una ambientación preparada para que el joven pueda vivir una experiencia de encuentro personal con Cristo, una experiencia de fe, de Iglesia y sé dé cuenta de que tiene un lugar importante que puede ocupar en este camino de la Iglesia, de fe y esperanza que es la alegría de ser cristiano. Esto es evidente y desde ahí se trabaja y se prepara todo.
Por supuesto que se lo pasan bien, claro, faltaría más, son jóvenes, tienen que pasárselo bien y procuramos que así sea. Una fiesta alegre, limpia, con todo lo que significa lo que podríamos decir ayudarles a tener sus momentos de encuentro y alegres, eso es bueno y nunca está reñido con vivir la fe.
¿Qué queda después de la JMJ en la vivencia de fe de los jóvenes? ¿En qué se traduce en su compromiso de fe?
Pues después queda una experiencia de alegría, de universalidad, de haber visto que no están solos en su camino de la fe y de tratar de vivir su ser cristiano, porque evidentemente volver a la realidad particular de cada uno, a veces es difícil. Algunos tienen el soporte de una comunidad viva, joven, donde pueden vivir su fe, pero tras regresan a una realidad difícil y complicada donde dar testimonio de su fe a veces está mal visto.
Pero lo que queda en su corazón siempre es una experiencia de fe y alegría, de esperanza y de saber que queda mucho por delante y que piden aportar mucho a ese horizonte que, junto con muchos otros jóvenes, también lo pueden construir ellos.
No tenemos más que remontarnos a estos 40 años de las JMJ para ver la cantidad de jóvenes que han visto transformada su vida, que han hecho un discernimiento vocacional que les ha ayudado a sentirse ubicados en el mundo de hoy, desde la familia o desde la vida consagrada, como sacerdotes o religiosos. Muchos de aquellos jóvenes se han casado y formado una familia, y ha alimentado la fe de quienes han traído a la vida, muchos de los cuales ahora vuelven. Los hijos de quienes participaron en aquellas primeras jornadas están viviendo ahora la misma experiencia y animados por sus padres, de tal manera que las JMJ se están convirtiendo en unos espacios de transmisión de la fe impresionantes y unos espacios de esperanza y apertura a esos horizontes que muchas veces el mundo y la inmediatez del hoy no nos dejan ver lo que tenemos a nuestro alrededor.
Por lo tanto, como preguntas, esto se traduce en un compromiso de fe que cada uno lo lleva desde su situación, su problemática y lo que le toca vivir en el día a día, que es muy distinto, porque no todos somos iguales ni podemos vivirlo de la misma manera. Cada uno debe saber dónde están, leer los signos de los tiempos y donde le toca vivirlo y dar una respuesta de esperanza a esa realidad. Así que, verdaderamente, la JMJ ha transformado muchos corazones a muchísimos jóvenes, lo que se traduce en el día a día y en el largo tiempo, porque los frutos no se dan de un día para otro, sino caminando en la vida, cuando empiezas a recordar y a revivir experiencias que has tenido antes y que te han ayudado a ser feliz. Entonces vuelves a buscarlo. Eso se llama también madurar, también en la fe.
Hay una serie de estudios sociológicos que apuntan a un progresivo alejamiento de la fe de los jóvenes...
Los estudios demuestran que hay una juventud que está un poco enfrentada o contrariada con todo lo que suene a algo institucional, pero creo que es algo que ha pasado a lo largo de toda la historia y a todos los jóvenes de una manera u otra. Y eso pasa también con la Iglesia, que es una institución que está en la sociedad de hoy, que marca unos ritmos y que algunos jóvenes no quieren vivirlos como tal.
Pero estos estudios sociológicos sobre los jóvenes, si te pones a verlos desde una perspectiva negativa, son negativos para todos. Lo que hay que hacer es darse cuenta de la realidad y ser capaces de dar respuesta a este momento con la fuerza y la creatividad que tienen los jóvenes, dándoles su espacio, su protagonismo e intentar confiar, aunque a veces nos cueste, y ayudarles a que que se produzca ese encuentro con la dimensión de la fe para responder a un compromiso de vida.
Tampoco hay que caer en la desesperanza, nunca mejor dicho, y pensar que los números son los que nos dicen cómo actuar, lo importante es la persona y gracias a Dios tenemos unos jóvenes que siguen demostrando su alegría y gozo de haberse encontrado con Cristo y lanzarse a la aventura de la vida con la fuerza del que se siente amado. Y hoy hay que tener bemoles ara vivirlo. Y ahí están estos muchos jóvenes valientes que son capaces de dar este paso y decir que merece la pena vivir el Evangelio. seguir a Cristo dando lo mejor de nosotros, y eso al g¡final se convierte en un efecto de transmisión para muchos otros jóvenes. Por lo tanto, ante estos estudios, agradecer el esfuerzo que hacen, valorarlos y enfocar lo que nos puede ayudar a la hora de abordar nuestras tareas pastorales con los jóvenes.
De cara al futuro, ¿cree que habría que cambiar o añadir algo en la estructura y organización de las JMJ? ¿Tiene cabida también en ella la sinodalidad o ya está incorporada?
Siempre es bueno mejor, e ir adaptándonos a los signos de los tiempos, no vale hacer las coas como hace 40 años, en la Iglesia en general, pero también en las JMJ. Hay objetivos fundamentales que hay que cuidar, porque insisto en que la JMJ no es un evento que tenga su fin en sí mismo, sin más, es un evento dentro de un proceso, de un trabajo con los jóvenes, que viven una experiencia tan buena como esta, peor luego vuelven a caminar en su proceso, no es algo aislado, no es como el juego del que va a la JMJ y tiro por que me toca...
Claro que hay que cambiar cosas, claro que hay que añadir cosas a la estructura, ala organización, se van dando pequeños pasos, a veces esperas que fueran pasos más importantes, sobre todo cuando nos toca a los que estamos más metido en la organización de ver los entresijos, pero se van dando esos pasos, aunque también hay que ver la realidad de dónde se hace cada JMJ...
En cuanto a los contenidos, se van dando pasos, pero hay que seguir dando mucho más protagonismo a los jóvenes, mucho más espacio a la escucha y al diálogo con los jóvenes, más espacio al testimonio... Creo que ya hay mucho de esto que se ha hecho, pero hay que seguir esa línea.
Y la sinodalidad claro que tiene acogida, es más, antes del de la Sinodalidad, ya tuvimos el Sínodo de los Jóvenes, y creo que si pasará a recordarse dentro de ciento años este Sínodo, fue que los jóvenes despertaron el tema de la sinodalidad, que llevaba cincuenta años medio apagado después del Concilio Vaticano II y fueron los jóvenes los que, en su sínodo, animaron para que se diera un paso adelante en ese caminar del Pueblo de Dios donde cada uno tiene que aportar su granito de arena.
Al menos en España, trabajamos así el proceso de sinodalidad desde hace años, que pasa por una verdadera comunión, para lo que hay saber sentarse y trabajar juntos y, muchas veces, dejar atrás, los peros de cada un e ir a lo esencial, proyectar y vivir juntos los procesos. Y esto lo hemos ido trabajando en la pastoral juvenil en las 70 diócesis españolas, con otras tantas congregaciones y casi todos los movimientos, trabajando juntos y en comunión, que lleva consigo también la participación, con ese protagonismo activos de los jóvenes sen las comunidades, como nos pide el papa Francisco. Y esta nos tiene que llevar luego a una misión, la de la evangelización donde los jóvenes han de ser valientes convertirse en evangelizadores de otros jóvenes.
Y toda esta línea de trabajo también la tiene presente la JMJ desde hace tiempo. E insisto en que se recordará la aportación del Sínodo de lo Jóvenes, porque ellos fueron los que despertaron la sinodalidad, porque la pastoral juvenil siempre ha sido punta de lanza y nos ayuda a ir por delante, aunque a veces pueda costar entenderlo, porque los jóvenes son creativos y van más en la onda del mundo de hoy y nos van dando razones para que, desde la madurez, se puedan dar pasos importantes en la realidad eclesial del mundo de hoy.
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