"Dios es ateo" es su libro más conocido Las páginas ‘sangrantes’ de Enrique de Castro
La producción literaria de Enrique de Castro está marcada por su apuesta existencial, ministerial y sacramental, por su entrega y servicio a la causa de los más necesitados, es más, de los ninguneados, despreciados y marginados, que con ellos convivió codo a codo durante su ministerio, sobre todo en Vallecas
Aquella vivencia inspiró sus libros, por ello no extrañan los títulos de sus obras, directos como puñetazos, interpelantes como las conciencias despiertas, entre los que destaca “Dios es ateo”, pero también “La fe y la estafa” o “¿Hay que colgarlos? Una experiencia sobre marginación y poder”, todos ellos en Editorial Popular
La producción literaria de Enrique de Castro está marcada por su apuesta existencial, ministerial y sacramental, por su entrega y servicio a la causa de los más necesitados, es más, de los ninguneados, despreciados y marginados, que con ellos convivió codo a codo durante su ministerio, sobre todo en Vallecas.
Aquella vivencia inspiró sus libros, por ello no extrañan los títulos de sus obras, directos como puñetazos, interpelantes como las conciencias despiertas, entre los que destaca “Dios es ateo”, pero también “La fe y la estafa” o “¿Hay que colgarlos? Una experiencia sobre marginación y poder”, todos ellos en Editorial Popular.
«Para el rico siempre será peligroso que el pobre encuentre su fe porque entiende ésta como una amenaza contra sus seguridades y poderes adquiridos, por lo que ha decidido comprarla y devolverla como una moneda adulterada que sirve a sus propios intereses. Ya no será fe sino creencia, cuyo objeto es un Dios garante del orden establecido impuesto por los poderosos, de la sumisión, la obediencia y la moral clasista. Un dios que garantizará los pactos de religión con el poder de los Estados, las inquisiciones medievales y las de ahora, que impondrá dogmas oscurantistas, al igual que las sectas, sólo accesibles a teólogos y eclesiásticos, pero no al pueblo...».
La cita corresponde a "Dios es ateo", donde da la vuelta como un calcetín a la idea de la práctica y vivencia del cristianismo, que no reconoce en lo que ve, sino en lo que "han descubierto, por ejemplo, las Madres Unidas contra la Droga, expoliadas más allá de cualquier bien, en lo suyo más íntimo, en sus propios hijos".
Y al que también él descubrió en aquellos muchachos que llegaban hasta su parroquia de Entrevías, tan lejos de los que se respiraba en las calles de Serrano que él había frecuentado, a pesar los pocos kilómetros que los separaban en línea recta.
El dolor y esperanza compartida
La fe, el compromiso del "cura rojo de Vallecas", irreconocible ya en él el "niño de Serrano", como también le habían llamado, se fue aquilatando con el dolor compartido por los parias que acogió en San Carlos, en las noches de mono y esperanza que ayudó a malpasar, en las idas y venidas a la comisarías, en las llamadas al orden que dejó de atender, en los rostros castigados de madres coraje sin nadie más a quien recurrir...
Aquellas páginas destilan un modo de ser hospital de campaña cuando era impensables que la apuesta acabaría siendo ser una Iglesia accidentada, aunque no se lo acaben de creer
Aquellas páginas destilan un modo de ser hospital de campaña cuando era impensables que la apuesta acabaría siendo ser una Iglesia accidentada, aunque no se lo acaben de creer. Él sí, que lo intuyó mucho antes, con otros rebeldes con causa como él, díscolos, inconformistas, sin dudas sobre dónde estaba la opción más evangélica, por más que le dijeran que era la errada, la escandalosa y la que le cerraba las puertas.
El "cura coraje"
Las suyas estuvieron siempre abiertas y aquella parroquia se convirtió en un centro de encuentro que acabó provocando desencuentros con la jerarquía. Prefirió equivocarse, aunque se parase a reflexionar a través de sus libros, y en ellos se trasluce que su opción no tenía vuelta atrás. Son las páginas de alguien que ha tocado el dolor, saber de dónde viene y se lo grita a la cara.
Refiriéndose a esas madres corajes, dice en "Dios es ateo": "Al tener a sus hijos como supremo valor, venden lo que tienen por salvar sus vidas de tanto destrozo. No hay cárcel que no conozcan, juzgado que no hayan pisado, enfrentamiento con policías, jueces, fiscales y políticos a quienes incansablemente tratan de evidenciar la destrucción paulatina o violenta a que están sometiendo a los jóvenes con sus medidas represivas". Imposible no pensar que también estaba hablando de sí mismo. De un cura coraje. Descanse en paz.
Etiquetas