LOS SIETE AÑOS DEL PAPADO FRANCISCO: DE LO DICHO A LOS HECHOS
Muchas cosas sucedieron en estos 7 años del pontificado del papa Francisco. El presente articulo, en dos partes, pondra de relieve los aspectos sociales y políticos en los cuales el papa Francisco se ha expresado de distintas maneras. La primera parte tratara sobre todo de lo dicho en su Exhortación apostólica Evangelii gaudium. La secunda parte, tratara de los hechos que siguieron. No trato de la inmigración que ocupa un espacio importante en el pensamiento del papa. Mi análisis se mantiene particularmente en lo relacionado a America latina y al rol jugado por la Iglesia, Vaticano y episcopados, en el destino de ciertos países.
| Oscar Fortin
PRIMERA PARTE: lo dicho
La Exhortación apostólica Evangelii gaudium
Todo el mundo se acuerda del 13 de marzo 2013, día en que llegó, desde el fin del mundo, un nuevo Papa, sucediendo a Benedicto XVI que, con una decisión desconocida en la Iglesia desde hacía seis siglos, había abdicado como Pontífice. Jorge Bergoglio, cardenal de Buenos Aires, una vez elegido Papa, se presentó en la logia de San Pedro con el nombre de Francisco, inclinándose ante elpueblo presente y todos los pueblos del mundo que rezaran por él y le bendijeran, antes de darles su primera Bendición Urbi et Orbe. Un inicio de su función pontifical que daba toda la importancia al Pueblo de Dios, así como a todos los pueblos del mundo, como fundamentos de la Iglesia y testigos de los valores promovidas por la vida y enseñanza de Jesús de Nazaret, transmitidas a través de los Evangelios.
“Bergoglio tenía 77 años y vivía, no en el palacio episcopal de su diócesis, sino en un modesto apartamento, él mismo se cocinaba la comida, había renunciado a su limusina, también al chofer particular, utilizaba el transporte público y ya tenía reservada, para cuando se retirarse, una habitación en una residencia para sacerdotes mayores o enfermos. »(Benjamín Forcado)
Bergoglio eligió el nombre de Francisco en referencia a Francisco de Asís, a quien Jesús le había pedido que «reconstruyera su Iglesia». El Francisco de nuestros tiempos vio en esa llamada de Jesús lo que seria su misión: hacer nueva la Iglesia para nuestros tiempos, humilde y sin pretensiones, y aceptó su misión con fe y esperanza.
En los primeros ocho meses de su Pontificado se dedicó a articular su pensamiento sobre la Iglesiay la evangelización, así como su entendimiento sobre los problemas sociales, políticos y económicos de nuestro mundo. El 24 de noviembre 2013 dio a conocer al mundo su pensamiento en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. En ella, se ve con claridad lo que piensa realmente. Digamos que la escribió antes que la Curia vaticana y sus principales dirigentes tuvieran tiempo para influirle sobre los distintos temas tratados. Un Papa libre que se expresa con toda la libertad del Espíritu que lo anima. Ninguna censura para cambiar unos u otros puntos y, de igual manera, ninguna presencia exterior para disuadirlo en su proyecto.
Importa recordar que unos años antes, el entonces cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, había sido nombrado para redactar el Documento final de la V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, reunida, en Aparecida, Brasil, del 13 al 31 de mayo de 2007. Allí están ya expresadas las ideas y líneas pastorales contenidas en Evangelii Gaudium.
El contenido de mi intervención sobre este documento programático se reduce a resaltar lo que corresponde a lo social, político y económico, a la presencia, siempre mas activa, de los pueblos en los asuntos internos de sus países y de los gobiernos que les acompañan para recuperar sus independencias y soberanías. Recordemos los principales dirigentes de aquel momento: Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Ignacio Lula, Héctor Kirchner, Daniel Ortega, Fidel Castro, Manuel Zelaya etc. A ellos se refiere el Documento de Aparecida cuando dice:
Se abre paso un nuevo periodo de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos [Aparecida, 10].
Y en Aparecida hay una referencia a los pueblos que los obispos califican de “populismo”:
Constatamos un cierto progreso democrático que se demuestra en diversos procesos electorales. Sin embargo, vemos con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática que, en ciertas ocasiones, derivan en regímenes de corte neo populista. Esto indica que no basta una democracia puramente formal, fundada en la limpieza de los procedimientos electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y basada en la promoción y respeto de los derechos humanos. Una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo [Aparecida, 74].
En este sentido, se olvida que la democracia y la participación política son fruto de la formación que se hace realidad solamente cuando los ciudadanos son conscientes de sus derechos fundamentales y de sus deberes correspondientes [Aparecida, 77].
El papa Francisco, en su Alegría del Evangelio, no se detiene en esas consideraciones relacionadas al socialismo y al populismo. Lo único que dijo sobre el populismo está en el párrafo 204 : Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos. Sobre el socialismo, no dice nada.
En 2013, el cardenal Jorge Bergoglio llega a Roma con un buen conocimiento de lo que pasa en América Latina. Sabe de la revolución bolivariana que se identifica como socialista del siglo XXI, humanista, cristiana y anti imperialista. Sabe de los países, llamados emergentes, que se dedican a liberarse de la supremacía del imperialismo y de la Ley suprema de la libertad de libre comercio que actúa por encima de las leyes y del bien común de los pueblos.
La Exhortación apostólica Evangelii gaudium se compone de 4 capítulos:
1-La transformación misionera de la Iglesia
2- En la crisis del compromiso comunitario,
3- El anuncio del Evangelio,
4- la dimensión social de la evangelización.
Para los fines del presente artículo me detendré en los capítulos 2 y 4. Se trata de los capítulos que hablan de lo social, de lo político, de lo económico, entre otros. Relacionado a esos temas, dejo la palabra al Papa Francisco.
Vean por su cuenta.
- Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata[EG, 53].
- Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esaminoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera .De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas [EG, 56].
- La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad[173], no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales [EG, 202].
- Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos [EG, 204].
- La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética [EG, 218].
- Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. De ahí que haya que postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracioncitas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos a históricos, los aticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría [EG, 231].
- En el diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares. Pero, junto con las diversas fuerzas sociales, acompaña las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común. Al hacerlo, siempre propone con claridad los valores fundamentales de la existencia humana, para transmitir convicciones que luego puedan traducirse en acciones políticas [EG, 241].
- Antes de hablar acerca de algunas cuestiones fundamentales relacionadas con la acción evangelizadora, conviene recordar brevemente cuál es el contexto en el cual nos toca vivir y actuar. Hoy suele hablarse de un «exceso de diagnóstico» que no siempre está acompañado de propuestas superadoras y realmente aplicables. Por otra parte, tampoco nos serviría una mirada puramente sociológica, que podría tener pretensiones de abarcar toda la realidad con su metodología de una manera supuestamente neutra y aséptica. Lo que quiero ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico. Es la mirada del discípulo misionero, que se «alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo» [EG, 50].
- Una reforma financiera que no ignore la ética requeriría un cambio de actitud enérgico por parte de los dirigentes políticos, a quienes exhorto a afrontar este reto con determinación y visión de futuro, sin ignorar, por supuesto, la especificidad de cada contexto. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano[EG, 58].
¿CÓMO FUE RECIBIDA ESTA EXHORTACION APOSTOLICA?
Los pueblos, en conquista de sus independencias y los gobiernos emergentes del mundo, particularmente, los de América Latina, se alegraron de este pensamiento social, político y económico del Papa Francisco, lo que no fue el caso de los de formato neo-liberal, incluyendo varios episcopados, que silenciaron más bien esa misma parte del documento relacionada a lo político, a lo social y a lo económico.
Sobre estas reacciones basta mencionar el caso de Evo Morales que se exclamó: "De verdad, me siento que ahora tengo Papa."
Los episcopados latinos americanos se fijaron más bien a la parte sobre Iglesia y Evangelización. A lo que sepa, no se refirieron nunca al pensamiento social y político del papa, para mejor entender lo que esta pasando en A.L. Al contrario, se revelaron activos defensores del neo-liberalismo frente a los pueblos luchando para recuperar sus propios derechos como personas y como pueblos. Que esos pueblos se movilicen y tomen en sus manos sus propios destinos, ha sido suficiente para que estos episcopados vuelvan a hablar de populismoy de socialismo, tipo marxista, comunista etc., como ya lo hicieron en 2007 en su documento Aparecida.