Europa cristiana España católica y algo más.
| Pablo Heras Alonso.
A pesar de la relativa irrelevancia en que ha devenido la religión católica en España, todavía es notable su influjo social. Más por su extensión popular que por el cuerpo dirigente, porque una cosa son los fieles practicantes, que forman el cuerpo social de la iglesia, y otra el conjunto directivo, formado por sacerdotes y obispos.
Muchas son las razones y bastantes los acontecimientos con que, por una razón o por otra, la Iglesia se hace presente. Hay ejemplos recientes. Aunque para los interesados, interesadas más bien, el asunto de las monjas de Belorado se haya tornado drama, para el pueblo en general no deja de ser una noticia como mucho “curiosa” o “anecdótica”, asunto para alimentar el noticiero nacional.
Otro ejemplo de irrelevancia social lo ofrece la hoy famosa horonda dicen que cómica, exhibiendo una estampita, corazón de Jesús mitad inferior y testa bovina superior, motivo de denuncia para algunos, de ludibrio para la expositora y de tontería sin gracia para la mayoría. ¡Si eso es a lo que se reduce su gracejo, aviada va!
Mayor relevancia, en cuanto a exhibición social, han tenido hechos anteriores, denigrantes para ellos y delictivos para la justicia, como la pederastia, principalmente porque no casa bien la predicación moral generalizada en las homilías con una práctica delictiva de baja ralea, bien ocultada hasta ayer, de algunos de sus miembros. Pero, como decimos, una cosa son hechos puntuales de unos pocos, que por ofensivos relucen, y otra la gran mayoría que intenta mantenerse dentro las normas y buscan su perfección personal dentro del credo secular y del sermón actual.
Añádase la omnipresente estampa inmobiliaria de templos, catedrales, cenobios, ermitas, santuarios, casas de meditación, escuelas, monasterios, ruinas… La Iglesia, pues, siempre presente, hoy quizá, “no ausente”. A algunos, añorantes de otro pasado, se les notaba más su “necesidad” de relumbrar, cual es el caso del otrora “señor cardenal” Antonio María Rouco Varela con sus populares “misas de la familia” en la plaza Colón. Han pasado pocos años, muy pocos, pero suficientes para pensar que todo eso va quedando arrumbado.
Mención aparte es el capítulo de “bienes y actos de interés nacional”, en otra acepción, folklore de lo sacro, como son las procesiones o los belenes vivientes. Son festejos que permanecen por el relumbrón de vestimentas, arqueología escultórica y sentimiento a flor de piel, convertidos en tradición a conservar. Si se suprimieran, determinadas fechas carecería de sentido. No hay repuesto a su altura.
Pero dicho todo esto, ¿qué es la Iglesia, la religión, hoy? Sí, existe y ha devenido una macro sociedad, quizá un movimiento, una especie de ONG inocua o ausente para la gran masa social, una multinacional cuyo objeto es creer en algo y practicar determinados ritos. Dicen que su influjo político, subterráneo, importa mucho, pero no es así. Sus prédicas no alteran resultados, es más, a veces pueden resultar provocativas y hasta rechazadas.
Los porcentajes, cuando aparecen en macro encuestas, suelen ser esclarecedores. Hay quienes se declaran creyentes “en algo”, y son muchos. Otros se manifiestan como cumplidores y practicantes, cada vez en menor porcentaje. La inmensa mayoría se declara respetuosa con la religión y condescendiente con sus manifestaciones. Frente a todo esto, están los dubitantes, llamados agnósticos; los ateos que niegan cualquier fundamento de la credulidad. “Gracias a Dios”, desaparecieron los sayones o sicarios contra la fe. Parece que, lograda su afirmación expresiva y su sed de sangre durante la II República y más durante la Guerra Civil, se sintieron satisfechos y desaparecieron, con el añadido del letargo de cuarenta años.
La existencia de la religión católica se reconoce en nuestra Constitución. Fue una necesaria concesión que hoy no sería posible. En la abortada Constitución Europea, se pretendía legitimar el cristianismo, cosa que no se logró. Pero la vida es así y la historia está ahí. Lo quieran algunos o no, España ha sido cristiana y católica durante muchos siglos. En cuanto a cultura, la mitad de la española tiene que ver con la religión católica.
¿Qué pretendemos decir con esto? Ni más ni menos que hay que conocer lo que es y lo que ha sido la Religión Católica y lo que ha supuesto para España. No tiene que ver nada con aceptarla, con seguir sus dictámenes, con su práctica, sí con sus realizaciones, su influjo y su relevancia social. Es triste, pero la incultura expele del conocimiento una parte relevante de nuestra historia. ¿No interesa el conocimiento de lo que ha supuesto toda la parafernalia de lo sacro?