Son días en que uno no tiene tiempo de nada, embebido en otros menesteres que lo alejan de aquello que tiene menos importancia: la religión, que ocupa en mi vida... quizá más tiempo que el de la misa semanal de media hora.
| Pablo Heras Alonso.
Antes la vida era muy dura y la religión, con sus prácticas ascéticas salvadoras, la hacía todavía más: era un “valle de lágrimas”.
Hoy, al menos dicen que estamos en este mundo para ser felices [1]. Unos más que otros, claro.
[1] Palabras de mi obispo particular, Fidel Herráez, ante la ruina laboral y económica que él me provocó.