Risus paschalis - 1
Eran otros tiempos. Risas de Pascua, reír, bailar, cantar... en estos días tan especiales
| Pablo Heras Alonso.
Ya pasaron los tiempos en que la Navidad representaba para mí un riego de conciertos festivos, alegres, jocosos incluso, pero siempre con respetuoso sentido religioso, como corresponde a este tiempo. Aunque no me gusta revolver en pasados bien pasados, sin embargo creo que a alguien le sorprenderá saber cómo, aparte de los consabidos ritos litúrgicos, se celebraba en otros tiempos la Navidad (s. XIV a XVIII por lo menos).
Voy a explayarme en uno de esos conciertos, el titulado “Risus paschalis”, que tuvo gran resonancia dentro del reducido círculo de interesados por la Música Antigua.
Éste fue el Programa:
- Juan del Encina (Gran gasajo siento yo);
- Juan de Triana (Deus in adjutorium – D’amores son – Querer vieja yo – Aquella buena mujer – Dinos, madre del doncel – Juizio fuerte será dado);
- Francisco de Peñalosa (Loquebantur variis lingüis);
- Juan Ponce (Ave, color vini clari);
- Anónimo (A los maitines era – Qué bonito niño chiquito – Juizio fuerte/Mi quereros – Ensalada dels ascolars – Jácaras - Zarambeque);
- Mateo Flecha el Viejo (fragmentos de Ensaladas)
Para las fiestas de diciembre de 1492, hacía ya más de dos meses que América estaba descubierta, pero en España estaban esperando el regreso de Colón para saberlo. Nadie lo sabía aquí, pero tampoco sabían allí cómo celebrar la Navidad de un modo más festivo ni sabían nada de “un tal” Juan del Enzina.
Este poeta ya con cierto renombre, Juan del Enzina, preparaba sus primeras Églogas para las fiestas navideñas en Alba de Tormes donde los Duques acababan de contratarlo. Tenía la función de entretener a sus señores, algo así como juglar culto, descubridor sin que nadie lo supiera del teatro castellano. Eran sus primeros maitines de Navidad y la obra “Egloga representada en la mesma noche de Navidad”, adonde se introducen los mesmos dos pastores de arriba [de la Égloga I, también de Navidad], llamados Juan y Mateo, y estando éstos en la sala adonde los maitines de dezían, entraron otros dos pastores que Lucas y Marco se llamaban…” La pieza termina con el canto “Gran gasajo siento yo” para soprano, dos tenores y bajo.
Maitines de Navidad, o sea, noche del 24 de diciembre de 1492. Los Duques y demás personas de su corte, criados de la casa y demás empleados, todos muy piadosamente seguían la ceremonia de Maitines. Receso o interludio. Es aquí cuando, dando grandes voces, hablando en “paleto” y dando saltos entra un pastor, se dirige a los duques y les entrega un obsequio a la duquesa. Algo de esto esperaban todos, porque lo único que produjo en los concurrentes no fue sorpresa, sino carcajadas.
Juan del Enzina mismo actúa como uno de los pastores, algo normal en las iglesias de todos los pueblos, porque los pastores eran los protagonistas. En algunas iglesias, entraban con sus ovejas, se sentaban en corro, sacaban de la alforja pan, queso y una bota de vino, y se ponían a cantar canciones de todos los colores y a bailarlas medio borrachos. Y lo que a nosotros nos sorprende, Enzina habla en todo jocoso, saca a relucir temas personales, sin respeto alguno por la ceremonia: Juan. Asmo, soncas, acá estoy – que a ver a nuestrama voy. ¡Hela, está muy reluciente! O la visera me miente – o es ella sin dudança. ¡Miafé! Tráyole un presente…
Terminada la farsa, continuaron los Maitines en latín, lógicamente sin que nadie entendiera nada de lo que los celebrantes decían y cantaban.
Decimos que nadie se extrañó del jolgorio preparado por Enzina, porque tales cosas u otras parecidas tenían lugar desde tiempo inmemorial en los maitines, especialmente de Navidad. Constancia de ello es el dato del concilio de Toledo de 1473, que denomina a estas celebraciones “risus paschalis” y donde se dice que eran prácticas extendidas por todo el territorio español.
“Risas de pascua”, es decir, una forma de sentir y expresar la alegría que produce sentirse salvados, con las cuatro pascuas conocidas: el nacimiento (Navidad), la manifestación de Dios al mundo (Epifanía), la muerte y resurrección del salvador (Resurrección) y llegada del E.S. (Pentecostés).
La risa es el signo con el que los humanos expresamos la alegría. Ya que esos hechos salvadores no provocan sino “alegría interior”, un medio de que la risa salga fuera, se exteriorice en un momento determinado, es provocándola con algo grotesco o chocante. Veremos más adelante de qué modos. Por supuesto, alegría que también se expresaba con bailes y cantos.