LOS SIETE SABIOS

τὸ Χαλεπὸν ἐσθλὸν ἔμμεναι // Lo difícil es ser (permanecer)bueno (Pítaco de Mitilene)
Οἱ πλεῖστοι ἄνθρωποι κακοί.// La mayoría de los seres humanos son malos (Bías)

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Si los judíos seguían a sus profetas como modelos morales y los cristianos a sus santos, los griegos tenían como modelos a sus sabios. La sabiduría es la “santidad” de los helenos.

Además de los poetas y los cultos mistéricos, la leyenda de los Siete Sabios, con sus máximas morales creó un clima favorable a la aparición del pensamiento filosófico. No por azar Tales aparece como el primer filósofo y el primero en la lista de los Siete Sabios.

La lista más antigua es la que aparece en el Protágoras (343a) de Platón, donde Sócrates afirma que “la filosofía (=afición al saber) es muy antigua entre los helenos y está muy extendida en Creta y en Lacedemonia” y a continuación cita a: Tales de Mileto, Pítaco de Mitilene, Bías de Priene, Solón de Atenas, Cleóbulo de Lindos, Misón de Quene y el séptimo Quilón de Lacedemonia. De su lista Platón excluye a Periandro de Corinto, tal vez porque un tirano no merece el nombre de sabio.

“Todos ellos, sigue comentando Sócrates, eran admiradores y apasionados discípulos de la educación espartana. Señal de esta su sabiduría son esas sentencias breves, dignas de recuerdo por parte de todos, que, como primicias de su sabiduría, ofrecieron conjuntamente a Apolo en el templo de Delfos, haciendo inscribir estas dos que todos repiten: “conócete a ti mismo” o “nada demasiado”.

Diógenes Laercio, sin embargo, nos transmite una lista más extensa, con datos y leyendas sobre ellos. En realidad, nunca hubo una lista fija de sabios, y fueron citados hasta 22. Algunos de los nombres son: Epiménides, Pitágoras, Anacarsis, Orfeo, Pisístrato, Ferécides, Epicarmo y otros.

La tradición vinculó a los siete sabios con el dios Apolo y su santuario de Delfos, pues parece que allí realizaban sus simposios intelectuales. El “espíritu apolíneo” de las máximas se refleja en la defensa del ideal de la moderación, de la medida y de la armonía, frente a las corrientes místicas y a los excesos de los cultos dionisíacos.

El sentido práctico y político de estos sabios, se manifestó en su labor legisladora. Notable es el caso del ateniense Solón, poeta y legislador, que unía la excelencia de la sabiduría con la idea de justicia, que representa la medida y el límite en la pólis: “la cosa más difícil de todas es alcanzar la invisible medida de la sabiduría, la única que encierra en sí los límites de todas las cosas” (fr.16).

Mencionamos algunos de los apotegmas atribuidos a los Siete Sabios, de los transmitidos por Estobeo y Diógenes Laercio. Por ejemplo, a Cleóbulo se atribuyeron éstas máximas:

La moderación es lo mejor. Sé amo del placer.
Es preferible oír y hablar poco.
No hagas nada con violencia.
Aconseja lo mejor a los conciudadanos.


De Solón serían éstas:

Nada con exceso.
Huye del placer que produce dolor.
Si has aprendido a obedecer, aprenderás también a mandar.
Aconseja a tus conciudadanos no lo más agradable, sino lo mejor.
Evita la mala compañía.
Honra a los dioses y respeta a tus padres.


De Quilón de Esparta serían éstas:

Conócete a ti mismo.
Respeta a los más ancianos.
Domina la ira.
Obedece a las leyes.


De Tales serían éstas:

No te enriquezcas de forma innoble.
No seas ocioso ni aunque seas rico.
No confíes en todos.
Difícilmente soportable es la falta de educación.
Lo más sabio es el tiempo, que descubre todas las cosas.


De Pítaco de Lesbos serían éstas:

Conoce el momento oportuno.
La ganancia es insaciable.
El cargo muestra al hombre.
Ama la templanza.
No hables mal del amigo, ni aun del enemigo.
Practica la piedad.


De Bías serían éstas:

La mayoría de los humanos son malos.
No seas simple ni malicioso.
No seas apresurado en el hablar, pues ello es digno de insensatos.
Ama la sabiduría.
Aprende a persuadir, no a imponerte.
Convierte a la sabiduría en reserva del viaje de la juventud a la vejez, pues ella es mejor apoyo que todas las riquezas.


Finalmente, a Periandro de Corinto corresponderían éstas máximas:

Hermosa es la tranquilidad.
La temeridad es peligrosa.
La práctica hace la perfección.
Sé siempre el mismo para tus amigos, ya estén en la fortuna o en la prosperidad.
Sé moderado en la prosperidad, prudente en el infortunio.


Los ideales y valores morales expresados en estos apotegmas lacónicos aparecerán más tarde recogidos y elaborados en las distintas éticas filosóficas, que se califican de intelectualistas por el gran valor que dan a la sabiduría, teórica o práctica, por lo que el sabio es el modelo ético a imitar.

Lo que comporta la importancia de las ideas de prudencia, de límite y de moderación frente a la desmesura y a los excesos (dionisíacos), como afirmará la ética aristotélica con su ideal del mesótes o término medio entre dos extremos viciosos, por exceso o por defecto.
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