Sobre la muerte y resurrección de Jesús: reflexión crítica /2
Jesús no fundó ninguna nueva religión (Alfred Loisy)
| Juan CURRAIS PORRÚA
A diferencia de la teología dogmática y del catecismo memorizado en la infancia por los catecúmenos, la ciencia histórica sostiene que Jesús ni fue cristiano ni fundó la religión cristiana. Fue un judío estricto y no solo por su etnia, lo que es evidente, sino por su religión.
Durante siglos, sin embargo, el cristianismo, religión que él desconoció, llevó a cabo una desjudaización progresiva de su figura desde el discurso teológico y la exégesis bíblica, afirmando la superación de la religión judía por la cristiana fundada por Jesús.
Algunos investigadores contemporáneos, como E. P. Sanders o H. Maccoby, desvelaron este antijudaísmo cristiano, que afirmaba la supremacía del cristianismo sobre el judaísmo legalista, lo que tuvo en la práctica nefastas consecuencias a lo largo de la historia, manifestadas en la discriminación y persecución secular de los judíos, legitimada por por motivos teológicos.
Sólo recientemente, en la época contemporánea, pudo devolverse a Jesús a su verdadero contexto histórico, que es el de la religión judía, y ello fue obra sobre todo de historiadores judíos, que lo reivindicaron como una figura propia (J. Klausner, C. G. Montefiore, R. Eisler, D. Flusser, G. Vermes, H. Maccoby) o S. Brandon entre otros.
Lo que un historiador ha de comprender y explicar es la génesis y evolución del proceso de divinización de Jesús convertido en Cristo, un proceso por el que sus discípulos, después de la muerte infamante del maestro, ejecutada por los romanos, pasaron de considerarlo humano a creer en él como un ser semidivino o divino, digno de adoración.
Jesús, en efecto, nunca se consideró divino en ningún sentido, ni mucho menos la segunda persona de la Trinidad, un dogma declarado 300 años más tarde en Nicea, con términos metafísicos griegos que no constan en el Nuevo Testamento, como consustancial (homooúsios) o persona (hipóstasis) y tampoco aparece el término Trinidad (trías).
Para ser más precisos, no existe ningún texto bíblico donde se afirme una Trinidad constituida ontológicamente por tres personas distintas, un dogma que es producto de la helenización del cristianismo, lo mismo que la encarnación.
Lo que cambió radicalmente la mente de sus seguidores fue el controvertido fenómeno de la resurrección, es decir, la creencia o convicción colectiva de que Cristo Jesús (los dos términos unidos desde Pablo), muerto y sepultado, seguía vivo, puesto que había había sido elevado a una nueva vida de carácter inmortal. A esta creencia los teólogos suelen llamarla “fe pascual”, pero el problema consiste en explicar de modo coherente el significado de tal resurrección.
Tradicionalmente la teología dogmática explicó la resurrección de un modo realista, como si fuera un acontecimiento histórico y objetivo, que se suponía corroborado por pruebas y por testimonios verídicos en los que se podía confiar. El cuerpo de Jesús muerto en la cruz al cabo de tres días habría vuelto a la vida por obra y gracia de Dios Padre, que es quien lo resucita. Pablo es el primer autor en escribir sobre la resurrección mencionando el testimonio de numerosas apariciones (1 Cor 15). Detrás de él, los evangelistas presentan relatos incoherentes y contradictorios sobre visiones y apariciones.
Pero curiosamente, ninguno de estos cuatro evangelios canonizados narra el hecho en sí de la resurrección, que solo viene referido en el Evangelio apócrifo de Pedro. Sus discípulos creían que Jesús seguía estando vivo, que Dios Padre lo había resucitado y lo había exaltado a los cielos, concediéndole una cátedra a su diestra.
Lucas al final de su Evangelio y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles (suponiendo que sea el mismo autor) narra también la ascensión de Jesús al cielo con la apariencia de un hecho histórico y visible. Tras ello, todos esperaban el adviento de su segunda venida (parousía), que debía acontecer pronto y que nunca llegó, pues se aplazó definitivamente trasladándolo al final de la historia.
Actualmente, sin embargo, algunos teólogos sostienen que no se trata de que un cadáver recobre la vida natural con su cuerpo mortal, sino de las vivencias o experiencias subjetivas de la llamada “fe pascual”. Éstas vivencias dieron lugar a la posterior leyenda del sepulcro vacío y a los incoherentes relatos legendarios sobre apariciones, que pretenden avalar de forma tardía dichas vivencias de fe.
Pero los teólogos no se ponen de acuerdo para dar razón de esas experiencias de fe. Algunos niegan que la resurrección sea un hecho histórico objetivo, comprobable por la investigación o bien le atribuyen un carácter simbólico, pero estas explicaciones son heterodoxas por ser opuestas a la doctrina oficial.