El mundo al revés, ciertos curas del País Vasco.
¿Pero todavía va la gente a la iglesia en el País Vasco?
| Pablo HERAS ALONSO
Se llama Miguel [perdón, Mikel] Azpeitia y le pagaban un sueldo por ser párroco de Lemona [perdón, Lemoa]. Quizá, dado que los párrocos cobran menos de lo que su dignidad merecería, “ellos” le endilgaban un sobresueldo, vete a saber.
He hecho una selección de frases recogidas en varias fuentes de Internet y conforme iba escribiendo, más se me alteraban las neuronas, más se me encorajinaban los pelos de mi calva, al final tenía ganas de vomitar. Menos mal que no había cenado todavía.
Pero siendo consecuente con mi manera de pensar, yo hacía la selección de manera aséptica, para someter a juicio lo dicho, para tratar de entender sus razones, para buscar motivos de lo que dice. Al final no he encontrado ninguna razón digna de sostener tales afirmaciones. De ahí que ahora suelte el sentimiento o la bilis.
He pensado que, con lo que dice, es de suponer, tratará de convencer[nos] de algo, de que tiene razón, de que hay causas o principios que sostengan los asesinatos, de que, ¡yo qué sé! Pero dado que los demás también pensamos, digo yo: ¿y él? ¿Será capaz de pensar en lo que A ÉL le dicen, del rechazo que provoca, del dolor que pueden generar sus palabras?
Es de suponer que como persona “educada” (digamos más bien instruida) algo ha debido leer distinto a los escritos de Sabino Arana. De alguno de ellos habrá deducido que el mayor bien que tenemos es LA VIDA. Al final, hasta los estados se han dado cuenta de ello y la mayoría ha eliminado de su legislación la pena de muerte. A ningún “matón” ahora preso le han condenado a muerte por asesinar. Frase sobre los presos:
[Cuando se habla de víctimas del terrorismo, él responde] Y no hablamos de víctimas cuando estamos hablando de los presos,por ejemplo, que son víctimas de una política carcelaria, etcétera
No, ya sé que no es capaz de pensar, a la vista de lo que dice. ¿Para qué tratar de convencerle de que hay otros medios de defender unas ideas? ¿De que primero es el asesinato y luego la ley que lo juzga y la pena inherente a tal delito? ¿Y que un tiro mata a una persona, pero invalida los motivos? Analicemos esta perla
...que un pueblo oprimido al que quieren conquistar responda con violencia no sé hasta qué punto es terrorismo, todos entendemos que es una guerra entre bandos.
Las cuatro primeras palabras, descontextualizadas, harían soltar la carcajada; las cuatro siguientes producirían lágrimas de risa; las tres últimas, sugieren ceguera intelectual. ¿Pueblo oprimido? ¿Guerra entre bandos? Como sociedad con sus estamentos administrativos, el pueblo vasco nunca ha tenido tanto auto gobierno en su historia; lo vemos todos los días, consiguen lo que quieren; apenas si difieren de un estado federal... ¿Ah, que esto no lo entiende?
Y duda de si “eso”, matar, es o no terrorismo. ¡Pues llámelo como quiera! ¡Diga, simplemente, que “eso” es asesinar! Arreglado. ¿Puede entender que el matar a otro no es “cuestión de palabras”? No, tampoco lo entiende. ¿Entiende el 5º mandamiento? ¡Que es cura!
Un refrán: Le huele todo a tal - de tanto revolver - en su mierda mental.
Pero... ¡es que en este asunto de opiniones perseguibles de oficio hay otra secuela, otra consideración! Estamos hablando de un cura, un sacerdote, un guía espiritual, [más fuerte] un elegido de Dios, [más aún] un pastor de almas, [grito] “íntimamente unido a Cristo” [Carta de JP 2 a los sacerdotes]... todo eso reunido en una persona MISERABLE. Recomiendo este enlace y aplíquese a Don Miguel Azpeitia: https://es.catholic.net/op/articulos/58261/cat/1126/el-sacerdote.html#modal
Frase al saber que han matado a alguien:
Por una parte, te alegras de que su merecido se lleva, y, por otra parte, dices, no está bien.
Me ratifico: ¡MISERABLE! Un “alguien” o “alien” que debiera no sólo ser destituido sino excomulgado y expulsado de la Iglesia, a la espera de serlo de la sociedad. Quiero decir con esto último que, según la ley, la apología del terrorismo es sinónimo de llevarle a pensar en la cárcel. Porque justifica el crimen; produce mucho, muchísimo daño e irritación no sólo en los afectados directamente sino en toda la sociedad; más aún, porque es un ejemplo perverso para cuantos, por obligación de “oír misa entera, etc”, le han de oír y escuchar a la fuerza en su altavoz de perdición, el templo.
Cualquiera que sea capaz de recapacitar se debe preguntar cuál es el ideario de un cura, de un sacerdote, de uno que ha entregado su vida a hacer el bien a sus hermanos, incluso aunque sea un bien únicamente espiritual; de uno que ha estudiado el Evangelio; de uno que trata de hacer de todos “fratelli tutti”. ¡Qué sarcasmo!
No lo entenderá, desde luego, porque, encima, tiene sus corifeos que le defienden, pero la inmensa mayoría de los que no pintamos nada, pero pensamos, nos atrevemos a decir que este “ser” que no lamenta, más aún, que justifica las muertes, está fuera de la sociedad.
Además, no sabe ni cómo está constituida la sociedad, ni sabe lo que es justicia (y no sólo porque ante el delito hay leyes), ni sabe que para que exista la sociedad han de existir normas elementales a las que someterse todos, él también.
Este espécimen, que ya no sé cómo denominarlo, no es que ya no sea cura, es que ni siquiera es persona. Mire, don Mikele, alguien que yo conozco muy de cerca y que se fija mucho en la facies diría: “Es que con esa cara no puede ser bueno”. Y yo: ¿Pero todavía va la gente a la iglesia en el País Vasco?