Los profesionales de la salud están sufriendo horrores con ocasión de la pandemia del coronavirus. No son pocos los que sienten dividido su corazón como si de un dilema con solo dos salidas, se tratara. Algunos, de hecho, lo viven así: o el trabajo como profesional de la salud (con el inevitable aumento del riesgo sobre la media de la población) o mi familia, a quien, por nada del mundo quiera serle generador de un mal. Quien lo vive de forma dilemática (solo dos opciones), se siente realmente entrampado y será difícil encontrar un camino de salida.
Tomar decisiones en situaciones complejas es bueno hacerlo mediante procesos de ponderación y deliberación, argumentación basada en datos.
No en sensacionalismo, ni tampoco en la negación de la gravedad de la situación. En el discernimiento siempre es bueno imaginar más de dos caminos posibles (di-lema), aunque las siguientes alternativas no parezcan atractivas o que honren la totalidad de los valores que uno profesa. Caminos intermedios, decisiones fruto del diálogo, del reposo, de la confrontación de los valores y no solo de los sentimientos, pueden dar más paz, si es que esto es posible en medio de semejante drama. Con visión de inmediatez y, hasta donde es posible, en clave de visión de futuro.