SE CASÓ LA DUQUESA (¿Por la Iglesia)

Son muchas las formas de profanar las cosas sagradas, que por cierto es uno de los más horrendos pecados, agravados sobre todo cuando se trata de alguno de los sacramentos. Estos –siete- son meta y caminos oficiales de la gracia de Dios, y la perversión de sus objetivos y fines llevaría necesariamente consigo descalificaciones humanas y divinas religadas a graves sanciones. En la práctica socio- religiosa, y con más efectivos y escandalosos episodios y resonantes manifestaciones, el sacramento del matrimonio es el que suele estar más expuesto a los mayores peligros de sacrilegios, impiedad e irreligión, en los que la gracia de Dios y la celebración litúrgica no cuentan nada, o apenas si cuentan. La reciente boda de la Duquesa de Alba, celebrada en la capilla privada de su señorial palacio sevillano, justifica las consideraciones siguientes.

. Es posible, tal y como lo han declarado, que inicialmente los contrayentes- auténticos ministros de este sacramento-, consideren sagrada su boda. Pero de lo que no cabe duda es de la plena seguridad que han de tener, de que para la opinión pública, familiares y amigos, y para ellos mismos, el carácter religioso y sacramental de la ceremonia ni sea, ni es, verdadero y operativo testimonio de la fe cristiana.

. En el contexto socio- religioso casi habitual, la ceremonia y el rito sacramental interesan en tanto en cuanto contribuyen también de modo tan deslumbrante, rico, artístico y excepcional a magnificar el espectáculo.

. Con convencimientos tan firmes y generalizados, con sentido pastoral, reverencia y respeto sagrados debidos, supuestos y exigidos en la recepción de cualquier sacramento, a algunos –no pocos- cristianos les hubiera parecido congruente haberse casado por lo civil o vivir en pareja en paz y en gracia de Dios.

. El solo hecho de pensar, con tantos casos y experiencia, cómo se registran en la actualidad tal número de matrimonios de los que puede y debe aseverarse que se contrajeron no “por” la Iglesia, sino “en” la Iglesia, insta, o debería instar, a los responsables jerárquicos a tomar medidas que impidieran exponer estos sacramentos a ser profanados.

. Huelga destacar que, dada la indudable y masiva proyección que estas noticias poseen y trasmiten por los medios de comunicación social, el cuidado por salvar su dignidad religiosa tendrá que extremarse, con el fin de evitarle al Pueblo de Dios destructores escándalos.

. La condición de los mismos se acentúa aún más al comprobar que los sacerdotes oficiantes de las ceremonias no suelen ser vicarios, coadjutores o párrocos de tercera división, sino obispos, arzobispos o cardenales, que además no ocultarán, sino todo lo contrario, su condición jerárquica, con sus títulos y capisallos, con lo que el espectáculo deslumbrará “en el nombre de Dios” a propios y a extraños, sin respeto para el sacramento.

. Por amor y consideración a principios tan fundamentales y serios como los sacramentos de Nuestra Santa Madre la Iglesia,¡olvídense de celebrar y participar en no pocas bodas intituladas “religiosas”, y no crean irreligioso y blasfemo recomendar las bodas civiles, o la solución de vivir en pareja. Cualquier solución que no sea y signifique la profanación de un sacramento, como el del santo matrimonio, habrá de prevalecer por exigencia de convicciones cristianas por poco desarrolladas que sean y por muy menguada actividad que posean.

. ¡Señores obispos, no se presten a consentir estas y otras pantomimas que desedifican al Pueblo de Dios…¡ ¡Extremen su solicitud y diligencia en atenuar, o eliminar, situaciones, actos y manifestaciones en la Iglesia, que inequívocamente llevan al convencimiento de destacar el espectáculo por encima de cualquier otro mensaje
-“evangelio”- pastoral, de redención y de vida…
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