“¡CRECED Y MULTIPLICAOS¡”
El mandato bíblico por el que se asegura la permanencia de la humanidad sobre la faz de la tierra en tantos siglos de historia, alcanzó en los últimos tiempos honores sagrados de primeros titulares informativos en los medios de comunicación social y catequesis católicas. Unos comentarios del Papa Francisco fueron los causantes, y en el marco de las centelleantes polémicas suscitadas, es posible que resulten provechosas las siguientes sugerencias, con inclusión a las expresas alusiones zoológicas cuniculares que le sirvieron de base para su adoctrinamiento “religioso”.
. En las cálidas, y ya amistosas y familiares “ruedas de prensa” del Papa con los profesionales de la información, en el avión del viaje de vuelta de Filipinas, se planteó el tema en olor de multitudes, de la vigencia del precepto bíblico “¡Creced y multiplicaos¡”, con puntualizaciones en la interpretación que hasta el presente oficialmente le fueron ofrecidas en la Iglesia con aceptación a los lógicos y “naturales” recortes. La exuberante proliferación de los conejos, en palabras del Papa, jamás podría ser modelo, prototipo y ejemplo de procreación familiar. Resultó estremecedor el testimonio aportado del caso de una madre de un puñado de hijos, habidos la mayoría de ellos previa la correspondiente, y ya para ella, peligrosa, operación cesárea…
. Emociona comprobar que es precisamente en los aviones, entre nubes, a cuerpo limpio y sin ornamentos litúrgicos, donde y cuando el Papa Francisco adoctrina y “predica” la palabra de Dios, con santa audacia e inteligencia, rehuyendo hacerlo en encíclicas, púlpitos y cátedras “sagradas”. Encarna en su proceder el seguido por el propio Jesús, que aprovechó su presencia en bodas, comidas familiares y sociales, con amigos y amigas, montes, orillas del mar y encuentros fortuitos por los caminos de esos mundos de Dios en Palestina y alrededores, sin que precisamente fueran el templo y la sinagoga, lugares oficiales de culto y de formación, los elegidos para tan sagrada tarea y ministerio.
. Los problemas ético-morales- religiosos que de por vida enmarcaron, y enmarcan, las familias “numerosas” con su control de natalidad, y el resto de las exigencias de la “Humanae Vitae”, son muchos y de singular y representativa relevancia hasta haberse conseguido que la actitud ante ellos fuera “santo y seña, “dogmáticas” por antonomasia, de verdadera religiosidad y compromiso con la fe. A más hijos, más religión, piedad, amor de Dios y ejemplaridad de vida cristiana. Exactamente ante la sociedad y ante la Iglesia, el número de hijos era, y es, exponente inequívoco y elocuente del grado de religiosidad, característico de determinados movimientos y “Obras” que se intitulan “católicos, apostólicos y romanos”, sin necesidad de ulteriores valoraciones de sus trabajos, oficios profesionales y laborales, políticos, sociales, económicos y en relación general con el pueblote Dios.
. En tal contexto de religiosidad familiar a ultranza, queda por aclarar en la actualidad que la exigua proporción que hoy se registra en España sea la más baja del mundo en cuanto al número de hijos por familia, dato que la convierte sociológicamente en “país de misión”, antirreligioso, anticristiano y ateo. Es posible que, también aquí, y en esto, “una cosa sea predicar y otra dar trigo”, y que la hipocresía y el fariseísmo impongan, justifiquen e interpreten normas, cánones y encíclicas.
. De todas formas, la “Humanae Vitae” también abocó a no pocos matrimonios cristianos a la infelicidad, a la ruptura y a las clínicas siquiátricas, después de haber convertido en “penitentes” a perpetuidad, y sin posibles propósitos de enmienda, a muchos/as pecadores, al no ajustar su intimidad a los criterios ético- morales pontificios, elaborados en disquisiciones celibatarias y sin intervención alguna por parte de los laicos.
. La interpretación literal del principio de que “hay que tener todos los hijos que Dios quiera”, identificando a Dios con la naturaleza y a esta con la biología, carece, o debilita, el sentido y la sustantividad propia de los seres humanos, al prescindir de la razón, de la responsabilidad y de las posibilidades reales y efectivas de la formación- educación integral de los miembros – padres e hijos- de las familias, consideradas “numerosas”, sin poder desechar la contingencia de que algunos de sus componentes fueran más hijos del Doctor Ogino, aunque después adoptados fervorosamente por sus padres “biológicos”.
. Son muchos los temas religiosos hoy pendientes en la Iglesia de ser “franciscanamente” iluminados, para lo que las “ruedas de prensa” viajeras, celebradas en espacios de libertad, de acercamiento a los “cielos” y de contemplación de la globalidad de la tierra, desligados de intereses ajenos y en las providentes manos de Dios, aportan soluciones precisas y oportunas.
. En las cálidas, y ya amistosas y familiares “ruedas de prensa” del Papa con los profesionales de la información, en el avión del viaje de vuelta de Filipinas, se planteó el tema en olor de multitudes, de la vigencia del precepto bíblico “¡Creced y multiplicaos¡”, con puntualizaciones en la interpretación que hasta el presente oficialmente le fueron ofrecidas en la Iglesia con aceptación a los lógicos y “naturales” recortes. La exuberante proliferación de los conejos, en palabras del Papa, jamás podría ser modelo, prototipo y ejemplo de procreación familiar. Resultó estremecedor el testimonio aportado del caso de una madre de un puñado de hijos, habidos la mayoría de ellos previa la correspondiente, y ya para ella, peligrosa, operación cesárea…
. Emociona comprobar que es precisamente en los aviones, entre nubes, a cuerpo limpio y sin ornamentos litúrgicos, donde y cuando el Papa Francisco adoctrina y “predica” la palabra de Dios, con santa audacia e inteligencia, rehuyendo hacerlo en encíclicas, púlpitos y cátedras “sagradas”. Encarna en su proceder el seguido por el propio Jesús, que aprovechó su presencia en bodas, comidas familiares y sociales, con amigos y amigas, montes, orillas del mar y encuentros fortuitos por los caminos de esos mundos de Dios en Palestina y alrededores, sin que precisamente fueran el templo y la sinagoga, lugares oficiales de culto y de formación, los elegidos para tan sagrada tarea y ministerio.
. Los problemas ético-morales- religiosos que de por vida enmarcaron, y enmarcan, las familias “numerosas” con su control de natalidad, y el resto de las exigencias de la “Humanae Vitae”, son muchos y de singular y representativa relevancia hasta haberse conseguido que la actitud ante ellos fuera “santo y seña, “dogmáticas” por antonomasia, de verdadera religiosidad y compromiso con la fe. A más hijos, más religión, piedad, amor de Dios y ejemplaridad de vida cristiana. Exactamente ante la sociedad y ante la Iglesia, el número de hijos era, y es, exponente inequívoco y elocuente del grado de religiosidad, característico de determinados movimientos y “Obras” que se intitulan “católicos, apostólicos y romanos”, sin necesidad de ulteriores valoraciones de sus trabajos, oficios profesionales y laborales, políticos, sociales, económicos y en relación general con el pueblote Dios.
. En tal contexto de religiosidad familiar a ultranza, queda por aclarar en la actualidad que la exigua proporción que hoy se registra en España sea la más baja del mundo en cuanto al número de hijos por familia, dato que la convierte sociológicamente en “país de misión”, antirreligioso, anticristiano y ateo. Es posible que, también aquí, y en esto, “una cosa sea predicar y otra dar trigo”, y que la hipocresía y el fariseísmo impongan, justifiquen e interpreten normas, cánones y encíclicas.
. De todas formas, la “Humanae Vitae” también abocó a no pocos matrimonios cristianos a la infelicidad, a la ruptura y a las clínicas siquiátricas, después de haber convertido en “penitentes” a perpetuidad, y sin posibles propósitos de enmienda, a muchos/as pecadores, al no ajustar su intimidad a los criterios ético- morales pontificios, elaborados en disquisiciones celibatarias y sin intervención alguna por parte de los laicos.
. La interpretación literal del principio de que “hay que tener todos los hijos que Dios quiera”, identificando a Dios con la naturaleza y a esta con la biología, carece, o debilita, el sentido y la sustantividad propia de los seres humanos, al prescindir de la razón, de la responsabilidad y de las posibilidades reales y efectivas de la formación- educación integral de los miembros – padres e hijos- de las familias, consideradas “numerosas”, sin poder desechar la contingencia de que algunos de sus componentes fueran más hijos del Doctor Ogino, aunque después adoptados fervorosamente por sus padres “biológicos”.
. Son muchos los temas religiosos hoy pendientes en la Iglesia de ser “franciscanamente” iluminados, para lo que las “ruedas de prensa” viajeras, celebradas en espacios de libertad, de acercamiento a los “cielos” y de contemplación de la globalidad de la tierra, desligados de intereses ajenos y en las providentes manos de Dios, aportan soluciones precisas y oportunas.