DOS FRANJAS DE ESCÁNDALO

En la configuración canónico-administrativa de la Iglesia en España destacan todavía, y sorprendentemente, dos franjas diocesanas, -“superficie más larga que ancha y que se distingue del resto”-, que son y se hacen desdichadas noticias eclesiásticas, conocidas como las de Sijena y de Guadalupe. La primera une -desune- a diócesis aragonesas con Cataluña, y la segunda -la de Guadalupe- ejerce idéntico oficio y “misión” entre la “primada” de Toledo, con las diócesis de la provincia eclesiástica de Extremadura, de la que el santuario guadalupano es eje, y su titular la Virgen-, Patrona, no solo religiosa, sino civil, por tener su fiesta tal dimensión también política, por expreso y democrático deseo del pueblo.

Más que de la simple y detallada información acerca de las dos franjas canónico-administrativas, a esta reflexión la justifica el lamento de la falta de exposición de razones o de sinrazones a favor del entendimiento y diálogo diocesanos, autonómicos y patrios, con su detallada exposición, que actualicen y proporcionen relieves informativos, aún judiciales, a los medios de comunicación social, del signo y creencia que sean.

Manifestaciones, proclamas, declaraciones “por quienes corresponde”, eslóganes, cartas, sermones y mítines, pueblan de vez en vez plazas y calles, reclamando al Nuncio de SS. y a los respectivos obispos “culpables” del desaguisado, la solución de un problema que para nada afecta dogmáticamente a la fe, pero que hiere y ofende la piedad y el sentimiento popular con armas ciertamente letales.

El ejemplo de una Iglesia con carencia de diálogo dentro de ella, y con los demás, en unos tiempos en los que el papa Francisco se afana en potenciar su condición de “en salida” y su irrenunciable nota de “sinodalidad”, la desnaturaliza y agravia. La despoja de su propia esencia Sus fieles, y aún no pocos de sus jerarcas, dan la impresión de ser y actuar como sus enemigos más decididos, sin tener que recabar ayudas ajenas como las que pudieran provenir de otras religiones, paganías e increencias.

Las noticias referidas a las franjas canónicas aludidas, le significan a la Iglesia multitud de problemas, que dificultan el ejercicio-ministerio de la salvación y de la convivencia. Pastorear bienes muebles e inmuebles, tradiciones pías, objetos de arte, privilegios y títulos, matriculaciones e inmatriculaciones, y estar expuestos con tan impiadosa frecuencia a comentarios e interpretaciones aún comerciales, contradicen la condición de cristianos y de hijos de Dios.

Urge reclamar una cura de “vacunaciones anti “coronavíricas” eclesiásticas, con el fin de que el Evangelio, con libertad y pleno asentimiento de jerarquía y laicos, aporte y destaque las pautas de comportamiento precisas, a favor de la convivencia, comenzando por la estrictamente jerárquica, oficial y “oficiosa”. De parte importante de esta tarea serán responsables laicos y “laicas”, más proclives a ser y a ejercer en la Iglesia, no como soberanos, sino como servidores.  La “soberanía” en todo y con todos, suele vestirse y revestirse de mitras y de ornamentos sagrados, mientras que los “fieles” lo hacen de “servidores”, en proporciones mayores e inteligibles.

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