INTERPELACIONES SAGRADAS (5)
1. Urge aclarar cuanto antes todas las cosas, y más las relacionadas con la Iglesia, con expresas referencias al dinero que tintinea y resuena, vía IRPF, alrededor del altar. Ahítos de tantos misterios “sagrados”, el dinero, con su procedencia, intencionalidades y destinos concretos, ni puede ni debe constituir parte del acervo- montón, de las religiones, y menos de la cristiana. En la Iglesia, en ocasiones, lugares y tempos, se barajan, además, ingentes y “santas” cantidades de dinero. Con o sin IVA, según el índice de TRANSPARENCIA CLERICAL, esta aparecerá ante propios y extraños con ejemplaridad evangélica.
2. Entre unas cosas y otras, y por motivos –válidos, unos, y no tanto, otros-, el hecho es que la “incontrolada” proliferación de los “AÑOS SANTOS JUBILARES” en España, casi dejaron ya de ser noticia “religiosa, para convertirse en turística, ecológica, histórica, milagrera y legendaria, paisajística y también gastronómica, No hacer todo lo posible por aprovechar en cristiano tan anhelada declaración oficial por parte de la Iglesia y de sus representantes jerárquicos, equivaldría a su comercialización humana y divina… Simeón “el Mago”, del libro de los Hechos de los Apóstoles, y el mismo Martín Lutero, aún no han dicho su última palabra.
3. Mientras tanto, y en tal panorama, con rasgos no exentos de “patanerías”, la impresión que percibe el pueblo de Dios es que la Iglesia –esta Iglesia-, por más señas “santa, católica, apostólica y romana, y madre de Dios y “nuestra”, está y vive en y de sus “cosas”, y estas no tienen por qué sobrepasar los muros de las preocupaciones de sus templos, capillas, congregaciones, indulgencias, rosarios, colores y ciclos litúrgicos, peregrinaciones, procesiones, indulgencias, “sexualerías” y otros pecados registrados y valorados por moralistas y canonistas que, no pocos de ellos, “VIVEN EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS”, con votos y bulas elaboradas a su imagen y semejanza . El mapa de la corrupción que, por fin, ya a algunos les sirve para rezar y para comprometerse en el ministerio y en la acción evangelizadora, apenas si es conocido y valorado por miembros de la misma Conferencia Episcopal, a quienes probablemente las ínfulas, fimbrias y pasamanerías de sus respectivas mitras les impiden descubrir la realidad de la vida, con la inestimable presencia y actividad de las vaporosas nubes de incienso litúrgico.
4. Por aquello de que “toda autoridad viene –procede- de Dios”- y por lo de “como siempre los tópicos poseen larga vida”, nada menos que Bossuet (a.1627-1704), escritor francés, obispo de Dijón, y a quien Luís XIV nombrara preceptor del Delfín, en su libros “Política extraída de las Sagradas Escrituras”, formuló y subscribió la idea de que “solo a Dios corresponde juzgar a los príncipes”, mientras que a “los seres humanos les es obligado respetarlos todo el tiempo que a Dios le complazca conservarles la vida”. No está claro si tal doctrina es ciertamente bíblica, o si obispo tan celebérrimo e influyente se inspiró en estas otras palabras de Luis XIV, afirmando que “aquel que ha dado reyes a los seres humanos, ha querido que ellos fueron considerados como sus lugartenientes, reservándose para solo Él examinar su conducta. Su voluntad –la de Dios- es la de que todo el que ha nacido súbdito obedezca sin más discernimiento”. “POR LA GRACIA DE DIOS” aplicada a autoridades divinales y humanas, tanto bíblica como semánticamente demanda e incluye la idea de que “autoridad” procede del verbo latino “augere”, que incluye “el crecimiento, la creatividad y el dinamismo vivo, al servicio del bien común, y no el del “poder” –“dominio, mando o jurisdicción”- , en beneficio propio y de los “nuestros“.
5. El callejero de uno de los modernos barrios de Madrid está compuesto con los nombres de las abadías y monasterios más celebres que existieron y existen en España. No solo a la religiosidad, sino también a la cultura, al arte, a la ecología y a la historia tales nombres les aportan elementos importantes para la formación- información de los vecinos que pueblan sus calles y plazas… Fiados en estos supuestos y principios de vida y de convivencia, sugiero que también los nombres de REFORMADORES Y FUNDADORES de otras religiones, como Martín Lutero, Juan Calviño, Zuinglio, Hus, Melachthon, Buda, Mahoma… titularan –tutelaran- nuevas avenidas, al margen de politiquerías transeúntes y perecederas.
6. Con “Congresos de Teólogos Iberoamericanos”, o sin ellos, a la llamada TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN se les abren, por fin, caminos de auspiciadoras y firmes esperanzas. El papa Francisco, con su doctrina, comportamientos y gestos se encuentra cálidamente cercano a la proclamación y vivencia testificada por quienes, en tiempos “oficiales” eclesiásticos ciertamente “recios”, inspiraron e interpretaron la única teología, sobre, o al margen, de los santos evangelios. Intereses políticos y sociales condenaron a no pocos teólogos y a otras buenas personas, a la descalificación, al olvido y hasta al averno-gehena en esta vida y en la otra. ¿Cómo se les devuelve ahora la fama a tantos devotos de la “liberación”? ¿Se justifican las aterradoras medidas que se tomaron entonces, y ahora, invocándose el “sacrosanto nombre de Dios” en algunas de ellas, aunque se registraran algunos “despistes” e interpretaciones de procedencia dudosa? ¿Basta y sobra con entonar el “mea culpa”, sin más?
2. Entre unas cosas y otras, y por motivos –válidos, unos, y no tanto, otros-, el hecho es que la “incontrolada” proliferación de los “AÑOS SANTOS JUBILARES” en España, casi dejaron ya de ser noticia “religiosa, para convertirse en turística, ecológica, histórica, milagrera y legendaria, paisajística y también gastronómica, No hacer todo lo posible por aprovechar en cristiano tan anhelada declaración oficial por parte de la Iglesia y de sus representantes jerárquicos, equivaldría a su comercialización humana y divina… Simeón “el Mago”, del libro de los Hechos de los Apóstoles, y el mismo Martín Lutero, aún no han dicho su última palabra.
3. Mientras tanto, y en tal panorama, con rasgos no exentos de “patanerías”, la impresión que percibe el pueblo de Dios es que la Iglesia –esta Iglesia-, por más señas “santa, católica, apostólica y romana, y madre de Dios y “nuestra”, está y vive en y de sus “cosas”, y estas no tienen por qué sobrepasar los muros de las preocupaciones de sus templos, capillas, congregaciones, indulgencias, rosarios, colores y ciclos litúrgicos, peregrinaciones, procesiones, indulgencias, “sexualerías” y otros pecados registrados y valorados por moralistas y canonistas que, no pocos de ellos, “VIVEN EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS”, con votos y bulas elaboradas a su imagen y semejanza . El mapa de la corrupción que, por fin, ya a algunos les sirve para rezar y para comprometerse en el ministerio y en la acción evangelizadora, apenas si es conocido y valorado por miembros de la misma Conferencia Episcopal, a quienes probablemente las ínfulas, fimbrias y pasamanerías de sus respectivas mitras les impiden descubrir la realidad de la vida, con la inestimable presencia y actividad de las vaporosas nubes de incienso litúrgico.
4. Por aquello de que “toda autoridad viene –procede- de Dios”- y por lo de “como siempre los tópicos poseen larga vida”, nada menos que Bossuet (a.1627-1704), escritor francés, obispo de Dijón, y a quien Luís XIV nombrara preceptor del Delfín, en su libros “Política extraída de las Sagradas Escrituras”, formuló y subscribió la idea de que “solo a Dios corresponde juzgar a los príncipes”, mientras que a “los seres humanos les es obligado respetarlos todo el tiempo que a Dios le complazca conservarles la vida”. No está claro si tal doctrina es ciertamente bíblica, o si obispo tan celebérrimo e influyente se inspiró en estas otras palabras de Luis XIV, afirmando que “aquel que ha dado reyes a los seres humanos, ha querido que ellos fueron considerados como sus lugartenientes, reservándose para solo Él examinar su conducta. Su voluntad –la de Dios- es la de que todo el que ha nacido súbdito obedezca sin más discernimiento”. “POR LA GRACIA DE DIOS” aplicada a autoridades divinales y humanas, tanto bíblica como semánticamente demanda e incluye la idea de que “autoridad” procede del verbo latino “augere”, que incluye “el crecimiento, la creatividad y el dinamismo vivo, al servicio del bien común, y no el del “poder” –“dominio, mando o jurisdicción”- , en beneficio propio y de los “nuestros“.
5. El callejero de uno de los modernos barrios de Madrid está compuesto con los nombres de las abadías y monasterios más celebres que existieron y existen en España. No solo a la religiosidad, sino también a la cultura, al arte, a la ecología y a la historia tales nombres les aportan elementos importantes para la formación- información de los vecinos que pueblan sus calles y plazas… Fiados en estos supuestos y principios de vida y de convivencia, sugiero que también los nombres de REFORMADORES Y FUNDADORES de otras religiones, como Martín Lutero, Juan Calviño, Zuinglio, Hus, Melachthon, Buda, Mahoma… titularan –tutelaran- nuevas avenidas, al margen de politiquerías transeúntes y perecederas.
6. Con “Congresos de Teólogos Iberoamericanos”, o sin ellos, a la llamada TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN se les abren, por fin, caminos de auspiciadoras y firmes esperanzas. El papa Francisco, con su doctrina, comportamientos y gestos se encuentra cálidamente cercano a la proclamación y vivencia testificada por quienes, en tiempos “oficiales” eclesiásticos ciertamente “recios”, inspiraron e interpretaron la única teología, sobre, o al margen, de los santos evangelios. Intereses políticos y sociales condenaron a no pocos teólogos y a otras buenas personas, a la descalificación, al olvido y hasta al averno-gehena en esta vida y en la otra. ¿Cómo se les devuelve ahora la fama a tantos devotos de la “liberación”? ¿Se justifican las aterradoras medidas que se tomaron entonces, y ahora, invocándose el “sacrosanto nombre de Dios” en algunas de ellas, aunque se registraran algunos “despistes” e interpretaciones de procedencia dudosa? ¿Basta y sobra con entonar el “mea culpa”, sin más?