LA “ONU” TIENE NOMBRE DE MUJER
Releídos con las debidas cautelas los recientes resultados obtenidos por el CIS. en relación con el sorprendente y “escandaloso” dato de que ”cuatro de cada diez españoles se declararon ateos o no creyentes”, se hacen imprescindibles multitud de reflexiones , de entre las que aquí y ahora , subrayo estas:
En general, tal es también la impresión que se percibe tanto personal como colectivamente, al afrontar el tema en tertulias, coloquios y comportamientos familiares y sociales, y al abrir ojos y oídos a multitud de informaciones y sobre todo, al comprobar, por ejemplo, “ los lugares y tiempos sagrados” -ferias y fiestas- en los que el personal “religioso” brilla por su ausencia. , permaneciendo solo, y si acaso, el nombre del santoral, al que respondieran hasta hace unos -pocos- años.
¿Qué los obispos y otros responsables de tal situación tomaron ya conciencia de ello y se limitaron a “echarle la culpa” a los “otros”, con refocilante alusión a los profesionales de “la prensa impía y blasfema”? Cabe todo esto y hasta algo más. Lo que apenas si cabe es la autocrítica, ni siquiera la estrictamente sacramenta. La autocrítica sigue prohibida y es el olor a incienso, rebosante de “santidad” y de gozo, lo que ha de prevalecer entre los“¡hosannas¡” y “Amén” rituales . A quien o a quienes estén en desacuerdo se les sugiere que “busquen otra Iglesia” y “dejen de incordiar” al pueblo santo de Dios y a sus pastores … Esta ha sido y todavía es idea -y procedimientos frecuentes -habituales- en la Iglesia, hasta el feliz advenimiento del papa Francisco, en cuyo contexto pastoral, teológico y pontifical, el término “ogro” jamás tuvo cabida.
¿Es posible que, de los resultados del CIS. , y de tantas otras noticias “non sanctas”, para la Iglesia oficial -la CEE- , no les hayan pasado fiel referencia los “informadores”, llamados “religiosos”,?. ¿Acaso, con mitras o sin ellas, los señores obispos están nombrados -que no elegidos- para otra cosa que no incluya los fuertes dolores de cabeza?
Dato importante a tener en cuenta es el de que obispos y asesores no suelen leer con detención cuanto escriben los “otros” y más si estos son de alguna manera, políticos. Ellos -los obispos- apenas si leen algo, que no esté refrendado con las debidas licencias”-“Nihil Obstat” e “Imprimatur”, con las firmas, el sello y el eslogan de sus respectivos colegas. Y además, y en el mejor de los casos, el lenguaje que no sea curial, litúrgico, canónico y a ser posible en latín, apenas si es episcopalmente entendido, pese a que LA TRECE efectúe algunos -pocos.- esfuerzos. El lenguaje palaciego episcopal de los “vecinos”, carece de cuantos verbos expresen convivencia.
Razón importante que explique la alergia de tantos miembros del episcopado a las lecturas “oficiales” no eclesiásticas, es el firme y redomado convencimiento de que el Espíritu Santo hace y hará uso de “la palabra de Dios”, por salvadora que sea, solo valiéndose de sus Cartas Pastorales, homilías, declaraciones , pero nunca de los Boletines Oficiales del Estado, de las Comunidades Autónomas y menos de los bandos o pregones de los alcaldes de los pueblos o ciudades.
Señores obispos, hay que leer, y estar al corriente de cuanto pasa o digan que pasa. Hay que nutrirse informativamente hablando, de los documentos que dimanan de los organismos oficiales en su diversidad de niveles. Por ejemplo, la mismísima ONU acaba de proclamar con imperiosa, inaplazable y universal urgencia, que “ninguna religión justifica la violación de los derechos de las mujeres y niñas…” La oportunidad de tan contundente advertencia le ha sido brindada a tan alto Organismo el triunfo de los talibanes en Afganistán…
Sí, la mujer, aunque expresamente no lo haya expresado la ONU, también está, sigue estando, y se siente marginada, en la Iglesia católica. Por su condición de mujer, sus deberes y derechos no son los mismos que los del hombre-varón… Y esto, a estas alturas de la cultura, de la verdad de la Iglesia y del sentido común, clama al cielo, y está a la expectativa de que cualquier día la ONU, o cualquier organismo internacional, denuncie la agresiva actitud que mantiene la Iglesia católica en relación con la mujer, ya suficientemente consiente esta , de que carece de todo fundamento teológico y bíblico y que, en el caso de que hubiera alguna leve duda, ella -la Iglesia- habría de renovarse desde sus cimientos, por no poder ser “respuesta de salvación y liberación , por igual, para todos, y en la misma proporción, lo mismo para unos que para otras .
Es indecente, ofensivo y provocador que, por parte de no pocos señores obispos, teólogos, biblistas y otros, el trato “oficial” que la Iglesia le sigue confiriendo a la mujer no sobrepase los límites del acolitado, encargada de limpiar el altar, planchar su mantelería, y revisar los “ornamentos sagrados”, con predilecta inclusión de cálligas, mitras, solideos y báculos.