Recordando a Monseñor Romero a través de una peregrinación solidaria Ser Romero

Camino de Santiago
Camino de Santiago

"Un peregrino soñó con emprender – desde un pueblecito de León- el Camino de Santiago con la esperanza de ofrendar cada paso, cada ampolla y cada jornada al cielo, pidiendo con fervor por la salud de este su amigo que os escribe"

"Mi amigo al llegar al final de  su destino, reconocerá que hay un  alma de otro amigo  “romero” que lo ha acompañado. Esta vez un romero de nombre y santo por aclamación popular : Monseñor Óscar Romero de quien es también fiel devoto"

"El verdadero romero es aquel que, al caminar, deja una estela de luz y esperanza en el corazón de los demás"

Hace seis años estuve a punto de saltar la valla como un emigrante hacia el otro lado de esta vida. Una grave enfermedad me llevó casi a atravesarla. El buen Padre con humor me preguntó por los papeles de entrada, cosa que yo no tenía. Por lo que me remitió de nuevo a la orilla de esta vida de la que sigo gozando  a la espera de una nueva llamada…y espero que esta vez con los papeles bien en regla.

En ese tiempo, un peregrino soñó con emprender – desde un pueblecito de León- el Camino de Santiago con la esperanza de ofrendar cada paso, cada ampolla y cada jornada al cielo, pidiendo con fervor por la salud de este su amigo que os escribe. No había en su andar de peregrino otro propósito que la entrega sincera, la súplica desinteresada, el deseo profundo de que otro (yo mismo, emocionado de nuevo), y no él, recibiera el milagro. Caminó con la fe del que no solo avanza por la senda de Santiago, sino por la de la vida misma, aprendiendo a confiar en la promesa del horizonte. Y que ese sacrificio fuera planta medicinal para su amigo urbanita poco amigo del mucho caminar y entonces muy postrado en el lecho del dolor que se había ya encomendado a Monseñor Romero.

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Camino
Camino

Hoy, mi amigo  con el tiempo transcurrido como un río que nunca vuelve sobre sus aguas, cumple su promesa y hace el Camino de Santiago. Regresará de la ruta a su  hogar a dar gracias a su familia (esposa, hijas y nietas preciosas ) con un propósito distinto, pero con el mismo anhelo en el pecho. No es solo el cumplimiento de una promesa, sino el eco de su alma que  como el romero peregrino, tiende a horizontes amplios y a  anhelos que alumbren.

Aquello de León Felipe resuena en cada piedra del sendero:  “Ser en la vida romero, romero..., sólo romero”.

El peregrino sigue entendiendo, también ahora,  que su viaje no es únicamente un trayecto físico, sino un despojamiento, un aprendizaje de la humildad, la entrega y la gratuidad con la que seguir recordando a su amigo. Su andar no se aferra a caminos trazados, sino que busca la brisa del Espíritu que lo guía sin ataduras. Cada paso es un acto de amor, una renuncia silenciosa por el bienestar de otro, una oración hecha sudor y polvo.

Ser romero no es solo ser caminante, sino dejar un buen "olor" a su paso, una fragancia de bondad y generosidad que permanezca en el recuerdo de quienes lo rodean. Así como el romero desprende su esencia sin pedir nada a cambio, así el verdadero peregrino deja huellas de amor en el mundo.

Mi amigo al llegar al final de  su destino, reconocerá que hay un  alma de otro amigo  “romero” que lo ha acompañado. Esta vez un romero de nombre y santo por aclamación popular : Monseñor Óscar Romero de quien es también fiel devoto, quien como este peregrino, caminó sin más equipaje que la fe, la justicia y la verdad. 

Hace poco años una escultura de Oscar Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado en 1980, llegó a Los Ángeles, California, tras recorrer desde El Salvador la ruta de los inmigrantes centroamericanos hacia EE.UU. Como permanente recuerdo de los inmigrantes que recorren  tantos caminos y tantas montañas.

Mural de Romero y Rutilio
Mural de Romero y Rutilio JS

“Monseñor Romero es pastor de pastores, voz de los que no tienen voz, y ha venido desde El Salvador caminando por donde caminan los migrantes”, dijo entonces David Alvarado, obispo episcopal de la iglesia anglicana salvadoreña. “De El Salvador salen hasta 600 o 700 personas diarias, decía el religioso. “No todos llegan a esta tierra, muchos quedan en la tierra mexicana mutilados por el tren, mueren en el desierto, y necesitamos que los gobiernos vean la migración como un derecho”.

Seguro que Monseñor Romero acompañó a mi amigo. Lo sé porque una reliquia del santo arzobispo se guarda en su pueblo, -escondido en montes muy hermosos casi desconocidos - , gracias al empeño de este caminante de hoy que optó – dejando la ciudad - por vivir de su trabajo, pero entre la gente campesina . Que además de restaurar techos de iglesias humildes con más gente,  donde es posible que esté más cerca de Dios, sabe que debe pisar con sencillez franciscana y fidelidad los humildes barros de campos y tierras que nos dan de comer. Allí, ayudado en verano por familias migradas y por otros enamorados de aquella tierra, no solo arreglan iglesias, caminos  y ermitas de manera comunitaria, sino que supieron depositar la reliquia del santo salvadoreño  a los pies de S. Martín de Tours, patrono del pueblo,  el santo que supo compartir de veras.

 Mi amigo el caminante hacia Santiago es muy  devoto de este santo de quien promueve su conocimiento hasta el punto que diseñó y fabricó con sus propias manos una cristalera con sus rostro en la iglesia que dio cobijo a su reliquia

Comparto yo también con estas letras este  mi agradecido  y público testimonio: Hay peregrinos – como el amigo que tanto  pidió por mí - que no solo avanzan por los senderos de piedra, sino por los de la solidaridad, la compasión , el recuerdo de los débiles y la entrega sin condiciones.

El peregrino, al regresar  con la promesa cumplida y  postrarse ante aquella reliquia que colocó en el altar de su pueblo, comprenderá  de nuevo que hay caminos que nunca terminan, porque son sendas de amor, de gratitud y de memoria viva. Y así, sentirá la alegría compartida conmigo, y agradecerá no solo la recuperación de su amigo y su salud, sino por la enseñanza recibida de que el verdadero romero es aquel que, al caminar, deja una estela de luz y esperanza en el corazón de los demás

Camino de Santiago
Camino de Santiago

Este es un testimonio a mi manera . Estoy curado hace ya tiempo . Y agradecido a este caminante y peregrino por quien rezo para seguir aprendiendo y caminando en la vida 

“Ser en la vida romero, romero..., sólo romero.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,

pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,

ligero, siempre ligero”

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