Muerte a una religión, en aras de otra peor
Muchos cristianos se ven perseguidos en las democracias occidentales (no voy a hablar de los que se juegan la vida en las naciones musulmanas) en una lucha que se presenta como la razón frente al oscurantismo, donde colocan los detractores a nuestro credo. Junto a los indiferentes y escépticos, cada vez más numerosos, hay unos militantes ateos que nos persiguen, esgrimiendo el argumento de que ninguna persona inteligente puede ser cristiana, ya que pertenece al club de los estrechos, dogmáticos e intolerantes.
Lo más curioso es que nuestros acusadores han tomado lo peor de nuestra religión medieval con sus inquisiciones y caza de brujas. Han convertido la fe en Dios, en otra creencia que es la confianza absoluta en la ciencia, algo que ya postulaba Condorcet en el siglo XVIII “No hay fronteras para la mejora de la raza humana. La posibilidad de perfección del ser humano es infinita”. Todos ellos creen que anulada la religión, se puede conseguir el reinado del hombre en la tierra.
En nuestro mundo esos ateos acérrimos que nos condenan, se han convertido en los sumos sacerdotes de una casta, que se considera superior al resto de la humanidad. Tienen explicaciones racionales para todo lo que sucede en el universo y lo que no pueden explicar, como la realidad divina, es que no existe. A los totalitarismos del comunismo y fascismo del siglo XX, les ha salido un heredero, que no es ni político ni religioso, sino cultural. No mata a sus oponentes pero los condena al ostracismo, porque uno de los requisitos para alcanzar su mundo perfecto es que desaparezcan los creyentes. De aquí, que no se permita la menor crítica, ya que sólo su visión del mundo es la autorizada. Incluso, los que en nombre de la libertad, intentan poner coto a la anarquía y al daño a terceros con nromas éticas, son declarados irresponsables.
Copian el esquema cristiano de la culpa y redención. Occidente (tierra cristiana) es culpable de la explotación de los pobres, del imperialismo, del racismo… unos hechos por los que fueron castigadas sus naciones por la guerra y el terrorismo. Ellos, los ateos racionalistas, serán los libertadores de la humanidad y para ello tienen que acabar con Dios. “Probablemente no existe Dios. Deja de preocuparte y disfruta de la vida” es su frase favorita. Un texto que se basa en la idea de que sin mandamientos se puede obrar sin restricciones, sin darse cuenta de que no existe verdadera libertad sin limitaciones, ya que entonces el libertinismo, se aprovecha del poder.
Pero hay algo que está sucediendo y no imaginaban y es el renacimiento de una serie de creencias nuevas, como decía Chesterton “cuando el hombre deja de creer en Dios, cree en cualquier cosa”, de aquí todos los esoterismos, parapsicología y sectas que nacen a nuestro lado y que son mucho peores que lo imaginado.
El camino en pos de la libertad y la aceptación de otras creencias, que empezó a recorrer el cristianismo tras el Concilio Vaticano II es la mejor respuesta a estos enemigos de nuestra fe. Pero veo un problema, que con la involución presente, se vuelven a abrir las persecuciones al pensamiento distinto, nuestras comunidades se cierran, se hacen intolerantes y ningunean o desprecian a los que no piensan igual. Es entonces, cuando las acusaciones que nos imputan serán verdaderas,y el mensaje de Cristo dejará de brillar con el resplandor que merece.
Lo más curioso es que nuestros acusadores han tomado lo peor de nuestra religión medieval con sus inquisiciones y caza de brujas. Han convertido la fe en Dios, en otra creencia que es la confianza absoluta en la ciencia, algo que ya postulaba Condorcet en el siglo XVIII “No hay fronteras para la mejora de la raza humana. La posibilidad de perfección del ser humano es infinita”. Todos ellos creen que anulada la religión, se puede conseguir el reinado del hombre en la tierra.
En nuestro mundo esos ateos acérrimos que nos condenan, se han convertido en los sumos sacerdotes de una casta, que se considera superior al resto de la humanidad. Tienen explicaciones racionales para todo lo que sucede en el universo y lo que no pueden explicar, como la realidad divina, es que no existe. A los totalitarismos del comunismo y fascismo del siglo XX, les ha salido un heredero, que no es ni político ni religioso, sino cultural. No mata a sus oponentes pero los condena al ostracismo, porque uno de los requisitos para alcanzar su mundo perfecto es que desaparezcan los creyentes. De aquí, que no se permita la menor crítica, ya que sólo su visión del mundo es la autorizada. Incluso, los que en nombre de la libertad, intentan poner coto a la anarquía y al daño a terceros con nromas éticas, son declarados irresponsables.
Copian el esquema cristiano de la culpa y redención. Occidente (tierra cristiana) es culpable de la explotación de los pobres, del imperialismo, del racismo… unos hechos por los que fueron castigadas sus naciones por la guerra y el terrorismo. Ellos, los ateos racionalistas, serán los libertadores de la humanidad y para ello tienen que acabar con Dios. “Probablemente no existe Dios. Deja de preocuparte y disfruta de la vida” es su frase favorita. Un texto que se basa en la idea de que sin mandamientos se puede obrar sin restricciones, sin darse cuenta de que no existe verdadera libertad sin limitaciones, ya que entonces el libertinismo, se aprovecha del poder.
Pero hay algo que está sucediendo y no imaginaban y es el renacimiento de una serie de creencias nuevas, como decía Chesterton “cuando el hombre deja de creer en Dios, cree en cualquier cosa”, de aquí todos los esoterismos, parapsicología y sectas que nacen a nuestro lado y que son mucho peores que lo imaginado.
El camino en pos de la libertad y la aceptación de otras creencias, que empezó a recorrer el cristianismo tras el Concilio Vaticano II es la mejor respuesta a estos enemigos de nuestra fe. Pero veo un problema, que con la involución presente, se vuelven a abrir las persecuciones al pensamiento distinto, nuestras comunidades se cierran, se hacen intolerantes y ningunean o desprecian a los que no piensan igual. Es entonces, cuando las acusaciones que nos imputan serán verdaderas,y el mensaje de Cristo dejará de brillar con el resplandor que merece.