Los diáconos permanentes

He leído una noticia en el National Catholic Reporter que me ha interesado. Trata de un médico, Dr Gerald Weigel de 89 años de edad que desde 1981 ha sido diácono en la parroquia de St. Mildred, que forma parte de la diócesis de Lexington en los Estados Unidos. Su mujer Dorothy murió hace siete años, tras 53 años de matrimonio, en el que nacieron ocho hijos y 28 nietos. Acostumbrado a una feliz relación matrimonial la soledad que conlleva la viudedad y la ancianidad le resultaron muy duras y le llevaron a contraer matrimonio este verano con una feligresa. Hasta aquí nada que objetar pero se encontró con una noticia desagradable.

Ya no podía presidir funerales, bodas ni bautizos incluso los de su gran familia. Tampoco podía liderar a los nuevos conversos a través del rito de iniciación de adultos. Se le prohíbe llevar la comunión a los enfermos o leer las escrituras en la misa algo que pueden hacer todos los laicos y asistir al templo donde había ejercido su diaconado.

¿Cuáles son los motivos para un antes y un después? Parece que prometió en su ordenación no volver a contraer matrimonio si se quedara viudo salvo que recibiera una dispensa específica. En la mediana edad no piensas si tu mujer va a morir antes que tú pues lo normal es que el marido desaparezca antes que ella. Las dispensas se dana los viudos que se han quedado con hijos pequeños y necesitan la figura de una madre en el hogar. También se pueden dar dispensas a diáconos que sean imprescindibles por su trabajo en la diócesis, algo muy infrecuente en los Estados Unidos.

Preguntado Thomas Dubois, director ejecutivo de la Asamblea Nacional de los Diáconos en Estados Unidos, por este caso contestó que la Iglesia valora el celibato como parte del ministerio ordenado y Weigel firmó el compromiso de no volver a contraer matrimonio antes de su ordenación. Desde Benedicto XVI no se conceden dispensas pues la mujer de un diácono tiene que comprender sus obligaciones ministeriales (¿y la primera no lo hizo?) pero también hay una razón ecuménica pues, en estos momento, la Iglesia Católica está intentando mejorar sus relaciones con los ortodoxos que autorizan a su clero a casarse pero prohíbe que contraigan un segundo matrimonio si la esposa ha muerto.

En los Estados Unidos hay 18.000 diáconos permanentes una figura que no tiene tanto seguimiento en Europa. No me gusta la imagen que da la Iglesia Católica en este caso pues parece que al señor Weigel, un anciano que ha dado los mejores años de su vida a los feligreses de su parroquia, por contraer un sacramento se le da la patada. Desconozco si las dispensas son frecuentes o no lo son y si Weigel está en condiciones, por sus años, de realizar el servicio de diácono pero la historia no va a quedar en los anales de la misericordia eclesiástica pues ¿Qué pensarán sus feligreses? A los que ha casado, bautizado, predicado… al verle ahora expulsado del rebaño.
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