La religión en China

Asombroso lo que está ocurriendo en China pues sus habitantes se están volviendo religiosos, algo que era impensable en un régimen comunista que hace unos años consideraba a los diferentes credos culpables del retraso y la pobreza. Sus líderes intentaron cambiar el confucionismo, daoísmo y budismo por una nueva trinidad: Lenin, Marx y Mao pero hoy se demuestra que esta política no ha resultado pues el pueblo ha ido por otros derroteros.

La razón de esta vuelta a las creencias puede estar en la abrumadora corrupción que se expande por todos los segmentos del país tanto políticos como económicos. Si en España, y en general en occidente, aparecen en la prensa diaria casos de malversación, fraude, nepotismo… en el país asiático serían considerados de poca monta pues todo el sistema chino está corrupto, de arriba abajo, lo que hace añorar tiempos antiguos en los que reinaba algún tipo de orden moral.

Hay una imagen que muestra este deseo de volver a los valores chinos antiguos y es la que nos ofreció en 2013, el presidente Xi Jinping en la localidad natal de Confucio pues parafraseando al sabio dijo: “un estado sin virtud no puede florecer; una persona sin virtud no puede triunfar”, unos valores que el Partido Comunista chino intentó durante 60 años destruir. Estas palabras fueron acompañadas de una campaña de renacimiento nacional basada en revitalizar los valores tradicionales chinos mezclándolos con el Partido Comunista.

En estos intentos se han encontrado con un competidor con el que no contaban y es el cristianismo que ahora adoptan con entusiasmo los jóvenes urbanitas de clase media que ven en el evangelio una frescura atractiva. Hay en China actualmente 185 millones de personas que se consideran budistas, 173 millones que llevan a cabo alguna práctica daoísta y hay, al menos, 80 millones de cristianos pues muchos ven en esta creencia conexiones con occidente, al que admiran, y su compromiso con un cambio social.

La evangelización tiene una ocasión única de mostrar la fe en Cristo pues muchos chinos entrevistados dicen “que pensaban eran infelices por su situación de pobreza pero ahora comprenden que sus riquezas no les hacen salir de la infelicidad”. Pero la Iglesia debe ser consciente que el gobierno apoyará a los grupos religiosos seguros y aplastará a los que considere más peligrosos con lo que la balanza se inclinará por el budismo y el daoísmo que además pertenecen a su tradición. El cristianismo tiene todas las de perder en esta competición religiosa pero también las tenía en el Imperio Romano y se llevó el gato al agua pues el mensaje de Jesucristo tiene un enorme atractivo si se busca espiritualidad y si se desea un cambio social.
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